Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




jueves, 6 de abril de 2017

EL CASO DÍDAC. LOS COMIENZOS Exposición de Patricia Montozzi. 24 de febrero y 24 de marzo de 2017


Trabajo realizado en sesión de grupo, encuentros 24 de febrero y 24 de marzo 2017.

A largo de los capítulos 2, 3 y 4, Cecilia nos describe  el trabajo realizado con un niño de 1 año y 7 meses al cual atiende en el dispositivo de atención precoz durante 2 años y medio.
Comienza describiendo el momento donde los padres hacen la demanda y concurren con el menor; un niño intranquilo, esquivo, con un rechazo muy marcado hacia el otro; donde los padres dicen que desobedece.

Dídac es un niño que no plantea una clínica de encapsulamiento autístico, esto quiere decir que no hay una homeostasis ni una regulación en su mundo, es un sujeto que no puede estar tranquilo ni solo ni con los otros, inmerso en una espiral de rechazos él y sus padres.  Se angustia ante el acercamiento o la distancia excesiva de éstos con ataques  de angustia y oposición que se manifiestan  de forma muy explosiva.

En este sentido, por lo tanto, hay un neoborde que le funciona como cuerpo y lo relevante del desarrollo del trabajo es como la analista desde un lugar no intrusivo intenta incluirse e incluir objetos (elegidos por él) desplazando este  neoborde, sin ser perturbador para el niño.  La manera de desplazar este neoborde es a través de la iteración, la repetición otra vez de las secuencias dentro y fuera del despacho hacia otras salas. Estas repeticiones, van dando torsiones que permiten desplazar este neoborde e incluir  nuevos objetos ligados primariamente algunos significantes.  Sin dejar de lado la inclusión de la analista, por supuesto. Aquí no hay un objeto autístico pegado al niño que le funciones como regulador.


Todo el tiempo Cecilia nos muestra su posición, su cautela a la hora de intervenir; estas intervenciones son prudentes, no invasivas y teñidas de cierta intención y deseo.  

Más sobre Dídac: los padres refieren que no saben cómo educarlo dado que no presta atención y se enfada si se insiste en algo él opta por dar un empujón (algo de la desencarnadura del otro aparece aquí). Su lenguaje es precario, habla poco algunas palabras sueltas. Motricidad: comienza su marcha autónoma. Un rasgo bizarro es que aletea si está contento.  Lo define como una estereotipia, tiene que ver con los escasos recursos simbólicos e imaginarios  para regular lo que afecta a su cuerpo en ese –alegría- un estado de excitación muy difícil de localizar (p. 41).

Presentación del niño, primera sesión

Dídac llega muy angustiado y desenfrenado,  da gritos en forma estridente y inarticulada, esconde sus ojos dejándolos en blanco, tira la cabeza hacia atrás y se golpea con la pared, huye de las personas y avanza caminando con los brazos abiertos. Entra al despacho junto a sus padres, con dificultad, y se esconde detrás de ellos.

La analista sanciona, con una primera frase, en tercera persona, que él quería estar con los padres. Después de esto se separa de ellos y se dirige a un juguete al que toca tímidamente y se retira, la segunda sanción fue, que a él le gustaba ese coche rojo.

A partir de aquí se establece una alternancia entre estar con los padres o acercarse al coche rojo y tocarlo. (el coche estaba detrás de la analista ) creo que este alternancia marca una primera división en dos momentos o estados.

La segunda parte de la sesión es cuando él desea salir la analista  lo consiente y lo acompaña a vagar por las otras salas en las que ve algunos objetos que intenta nombrar. Esta es una  errancia en lo que podría intuirse lo que fue luego una repetición ordenada que lo apaciguara  levemente.

El cierre de esta sesión es caótico, el niño se va mal, angustiado, y no acepta ningún objeto de los ofrecidos por la analista para que se lleve. Ella dice, que a él le gustaba estar aquí y que vendría otros días. (aquí la analista sanciona algo del orden de un deseo que la viene del otro) (pp. 42-43).

Si bien es este primer encuentro el niño no puede llevarse nada del centro nada que represente la ausencia del otro que le toca encarnar. (pp. 45, 49) Lo importante y destacable es que ha podido separarse de los padres y calmarse un poco intermitentemente; deducimos que espera algo de su asistencia al centro.

En esta sesión no se sabía todavía que objetos que habían llamado su atención decantarían como elegidos. Desde su realidad espacial los objetos del mundo están muy confundidos para él, no existe ni ha podido aún situar un adentro y un afuera de él. Por ello no parece haber ningún objeto especial para él. No hay ese lugar externo donde poder dejar algunas cosas rechazadas y así diferenciarlas de las aceptadas.

La analista, refiere que a lo largo de las sesiones los circuitos más o menos se repetían aunque algunos objetos dejaron de interesarle.

Poco a poco tras varias sesiones los circuitos se repetirán más o menos y aparece algo nuevo que es que “él tocaba y agitaba las cortinas”. Cecilia, favorece esto subiéndolas y bajándolas poco a poco con un mecanismo manual  que él miraba sucesivamente. A la vez le cantaba con voz muy baja canciones populares catalanas referidas a la luna y al sol alternativamente acompañado con los cambios de iluminación que se producían al abrir y cerrar las cortinas. “ Dídac responde a este juego con una tenue sonrisa. Esto no determina que siempre siga así, la analista aclara que también se dan de las otras escenas de llanto, huida y angustia.

Aquí hay dos cuestiones, se podría  decir que hay un pequeño avance en relación a las primeras sesiones dado que él tolera cierta cercanía de la analista y de los objetos. Lo segundo es cierta regulación imaginaria que parecería que se ha puesto en juego, en el sentido  que tanto el cuerpo del otro como el de él mismo es más tolerable, está menos presente para él (p. 52).

Las canciones y la acción es un intento de transmitir algo de lo simbólico.

“Este incipiente cambio se podría entender como un vaciamiento de goce". Con el juego de la alternancia de las cortinas que él ha consentido, ese goce vaciado se localiza en la mirada (él contempla la luz, sin moverse y expectante) y decimos que así el objeto mirada se recorta, en el sentido de que toma entidad como tal, la mirada ha sido extraída, produciendo un borde, en tanto Dídac puede consentir entregarla al otro y recibir del otro la mirada. Es aceptar algo pequeñísimo del otro esperar la luz y la sombra y la palabra. (p. 55) Los lanzamientos del coche: Cecilia los esconde para provocar su extrañeza en aras de promover lo simbólico. 

La matriz del borde

Lo que caracterizo lo simbólico es poder nombrar la ausencia, en cambio en lo real todo está presente, sin el menos que introduce la simbolización. Un objeto se representa en signo lingüístico y en imagen. Lo que se ve, es que Dídac busca el coche detrás de la puerta, si esto sucede es porque confía en encontrarlo en la realidad. Cecilia habla de una matriz que se repite para que esto pueda inscribirse La repetición lo que busca es repetir cada vez la satisfacción primera,  como en todo juego de niño es un trabajo del sujeto.
La matriz empezará a repetirse (p. 57).

La operación en juego en estos primeros momentos del tratamiento tiene que ver con  el recorte y la fijación del goce, la localización en zonas corporales, iniciando un trazado en el cuerpo que delimitará unas condiciones de satisfacción.

Agregar que en el curso de las primeras sesiones Dídac articuló los primeros fonemas ( pa-pa) al regresar hacia sus padres.

 La repetición

Su evolución siguió un modo de repetición enriquecedora en el sentido que no era una repetición absoluta sino que daba combinaciones enriquecidas sin llegar a ser una estereotipia. La analista habla de un itinerario que Dídac realizaba: comenzaba con el coche rojo este juego implica alejarse alternativamente de sus padres y de la analista. Sigue por el local con la compañía de los padres  las cortinas con las canciones asociadas, la pelota grande en la sala de fisioterapia.

En casa había un objeto que a él le llamaba la atención, el único, la lavadora. Como palabra estaba el –no- pero un no enfurecido, Cecilia ubica una modalidad muy fuerte de rechazo a todo lo que venga del otro.

El malentendido

En relación a este rechazo, su madre comenta que a ella no la busca, esto era vivido por ella con mucha intensidad y convicción, porque no la nombraba.  Pero Dídac en un momento,  dijo pa-pa yendo claramente hacia ella. (Esto es marcado por Cecilia), diciendo que él no tiene aún los fonemas adecuados para nombrarla correctamente…

Otro punto importante es como sus padres manifiestan, Dídac no hace caso –desobedece- aunque entiende, el no rotundo es también para cuidarlo que no se acerque a determinados objetos. (p. 64) Habla de una espiral de rechazos mutuos basado en la convicción recíproca de ser rechazados algo que puede llagar a ser infernal. En la desobediencia lo que hace no es más que traducir su impotencia, y su vez el rechazo de su hijo a todo. Interesante  que Cecilia marca el uso de la palabra pa- pa  cuando va hacia la madre porque habla de la introducción del deseo para cortar el goce en que los dos estaban.

Amplia su vocabulario. Aparece el término –alelapa señalando la pelota de la sala de fisioterapia. Con mucho entusiasmo la abrazaba y repetía alelapa (pp. 65-66).

Acerca del Fort-Da. Seminario VI. Lacan 1958-59

“El Fort-Da reside en la alternancia de un par significante en relación con un pequeño objeto, sea cual fuere. El elemento en cuestión puede ser una pelota o también un pedacito de cordón, -alguna cosa deshilachada en el extremo del pañal- siempre que no se deshaga y que pueda ser lanzada y traída. Este momento se sitúa justo antes del de la aparición del sujeto, es decir, antes del momento en que el sujeto se pregunte acerca del otro en calidad de presente o ausente”.

Volviendo a Dídac en el caso de la pelota nombra al objeto y no su falta, cosa que es característico en el sujeto autístico a diferencia del objeto del Fort-Da…, los golpes y empujones que le da son intentos de ausentarla, de ponerla lejos real-mente, introducir algo de la negatividad. Acá es al revés es un intento de producir una ausencia y no una presencia (pp.71-74).

Construcción del borde autístico

“En la progresión, aún muy reciente, del caso Dídac, detallaremos los elementos que van integrando el neoborde que está construyendo” (p. 83).

Primer objeto en el dispositivo de tratamiento es el coche rojo, esta elección constituyó una matriz de borde, en tanto éste le permitía un modo de tratar y descubrir lo que quería hacer suyo y rechazar.

En casa está la lavadora, como objeto. El la introdujo como ausente cuando la nombró, como alela, derivando su nombre del de la pelota, alelapa.

Remarcar que la matriz de borde ya estaba construida cuando Dídac comenzó el tratamiento pero era una matriz que no lo pacificaba. Este objeto –lavadora estaba pero de forma muy conflictiva, mezclado con aquel no vivido como rechazo, que le excitaba desorbitadamente a él y desbordaba a sus padres (p. 84).

Las cortinas, ligadas a la oposición significante sol-luz/ sombra-luna, y la voz tuvieron la función de introducir el objeto mirada.  Sus padres también forman parte de este borde, figuras aludidas como pa-pa.

Como objetos especiales para Dídac, están la pelota de fisioterapia y la lavadora. Se puede observa que tanto una como otra tienen que ver con la globalidad corporal, la pelota a través de las sensaciones táctiles y la lavadora, cuando, él, para hacer como ella, tensa todo su cuerpo, reproduciendo los sonidos y movimientos de la misma.


A dos meses de tratamiento, Cecilia nos transmite, que el niño está aún marcado por la emergencia de momentos imprevisibles de angustia, su mirada todavía es muy esquiva, pero ha fraguado un nuevo lugar en el mundo.

                                                                 Patricia Montozzi






















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