Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




sábado, 26 de octubre de 2019

Taller de lectura: "¿Qué es una mujer?" de Marie-Hélène Brousse





Reseña de la lectura  de 
“¿Qué es una mujer?” de Marie-Hélène Brousse

Pilar Ruiz


La conferencia ¿Qué es una mujer? fue pronunciada por Marie-Hélène Brousse en Montreal en el 2000. En ella expone cómo Lacan revoluciona el psicoanálisis con el concepto de “goce femenino”, después de explicar que el discurso analítico ha abordado la cuestión de la diferencia sexual por el lado de las apariencias y de las identificaciones.

Los niveles de las apariencias son tres. La biología que no tiene saber sobre qué es una mujer, ni un hombre, en cuanto al sujeto del inconsciente; aunque esto no quiere decir que el real biológico no cuente para nada en la diferencia de los sexos. Se ha definido lo femenino por lo biológico porque los caracteres sexuales secundarios de la mujer son los de la madre; sin embargo, la clínica de pacientes demuestra que ser madre muchas veces no es la manera de sentirse más mujer sino menos.

La máscara o mascarada. Joan Rivière1 desarrolló la tesis de que la feminidad es la máscara defensiva que usan ciertas mujeres para esconder la masculinidad, evitar la angustia y la venganza de los hombres. La máscara femenina está ligada a la transmisión de las insignias y los emblemas maternales, como joyas, zapatos, ropa… Lacan tomó este concepto para explorar lo imaginario y lo simbólico en Los Escritos y en Los Seminarios a partir del “parecer”. Todo sujeto humano ha de hablar para entrar en la sexualidad, lo que supone una pérdida de real biológico porque el lenguaje es metafórico. De esta forma, la sexualidad es del orden del parecer, del malentendido. Del lado masculino consiste en la protección y del femenino en la máscara.

El semblante es el discurso. Es la manera de funcionar de lo simbólico. No se opone a lo real sino que es la única manera de acceder a él, luego sería en relación a lo real lo que la máscara en relación a la feminidad.

Definir la sexualidad a partir del lenguaje supone admitir que no hay más que un significante del deseo con el que constituir dos posiciones sexuales: una fetichista, del lado niño y hombre y otra erotomaníaca, del lado mujer. Con este término resalta la importancia del amor en la sexualidad femenina.

En cuanto a las identificaciones, tampoco permiten situarse como mujer. Freud descubrió que las histéricas parten de una identificación masculina al deseo de un hombre por una mujer en su búsqueda de una figura ideal femenina ya que se ven a sí mismas como privadas.

El goce no todo

En Encore, Lacan estudió la sexualidad desde una lógica diferente a la aristotélica. Se refirió a dos tipos de funcionamiento: el masculino o fálico que se funda en la lógica de lo universal sustentada en la excepción paterna. Todos sometidos a la prohibición del incesto. Dado que la sexualidad humana pasa por el lenguaje, responde al universal de la castración, lo que implica un funcionamiento de tipo universalista y clasificatorio para todos los seres hablantes sea cual sea su biología. El otro modelo de funcionamiento lógico es el del “no todo” (no todo fálico) en algunos sujetos, estén del lado hombre o mujer. Se entrevé un goce suplementario al goce sexual clásico que implica al órgano. 

Esta lógica del “no todo” está más allá de lo sexual. Supone un corte en el interior mismo de los sujetos que, por ejemplo, permite pensar la separación entre la mujer y la madre. El significante madre es universal, por tanto funcionaría del lado fálico, dentro del sistema simbólico que organiza las estructuras de parentesco. Pero una mujer puede no ser toda madre y que lo que quede fuera responda a otra lógica. Éste sería el caso de Medea para quien lo importante era la satisfacción inefable de ser una mujer para Jasón, no la madre de sus hijos a quienes sacrifica, sin sentimiento de culpa, cuando es abandonada. Al dejar a Jasón con vida, pero sin hijos, lo arranca del orden simbólico en el que estaba inscrito. Su odio apunta al sujeto, no a la persona. MHB también ilustra esta posición con el caso del hombre cuya mujer no le concede el divorcio para que pueda casarse con otra y tener hijos, sino que lo insta a tener hijos bastardos.

Lacan dice que ese goce enigmático no es sexual. Hay que buscarlo del lado del amor y el odio y en la escritura. Si se quiere entender el goce femenino hay que recurrir a los místicos, a los trovadores, a los poetas petrarquistas y a ciertos sujetos en análisis. Ellos demuestran que se obtiene un goce del amor y no del órgano o del encuentro sexual. Es decir, que dan cuenta de un goce más allá del falo. Es el goce del lenguaje que se manifiesta más en la escritura que en la palabra.

En resumen, hay un goce masculino para todos los hablantes y otro suplementario y enigmático. De este goce femenino no podemos establecer los límites como en el universal de la castración que está definido por la prohibición y en el que el deseo es el reverso de la ley. El goce femenino no hace lazo, no se busca sino que se encuentra y el principio de satisfacción está en el sin límite.


Notas

1.      Rivière, Joan, Womanliness as a Mascarade, 1929.