Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




viernes, 17 de marzo de 2023


Locura Cotidiana

Todo el mundo es loco, es decir, delirante


Sutilezas Analíticas fue dictado en los años 2008-20091, después del curso “Todo el mundo es loco”. Curso que sigue estando muy actual, por ejemplo, si pensamos en la singularidad de los rasgos del goce colectivo en sus más variadas representaciones. Lo podemos observar en la enorme diversidad de elección de expresión de género, o en las expresiones conectadas a una “bandera”, a un “hashtag” que se alían a la vez a una colectividad reivindicativa. Por otro lado, en capítulo 3 del libro “El Sexo del Síntoma”, retoma lo que Lacan dice sobre la importancia de que la práctica clínica tenga como partenaire constante la civilización contemporánea. Y que el psicoanalista debe preguntarse sobre como su época vive la pulsión (Ons, 2020).

En la clínica de la última fase de Lacan se acomete a la máxima “todo el mundo es loco”, así como la teoría de lo incurable. Miller retoma la tradición de Blaise Pascal que cita que “los hombres son tan necesariamente locos que sería estar loco, con otro género de locura, no estar loco.”

A partir del texto anduve buscando otras citas que tienen cierta referencia a este tema. Cito algunas:

Cuando estoy entre locos, me hago el loco”. Diógenes de Sinope filósofo griego -404 - -322 a.C.
“El hombre es ese animal loco cuya locura ha inventado la razón”. (Edgar Morin filósofo, sociólogo y político francés, 1921).

Hay un cierto placer en la locura, que solo el loco conoce”. (Pablo Neruda, poeta 1904 – 1973).
“En un mundo loco, sólo los locos están cuerdos”. (Akira Kurosawa, cineasta japonés 1910 – 1998).

Y de Lewis Carroll escritor británico (1832 – 1898), autor de Alicia en el País de las Maravillas:

  • Pero no quiero andar entre locos, protestó Alicia.

  • Oh, no puedes evitarlo, dijo el Gato:

  • Todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco. Tú estás loca.


Así como estos diversos autores y artistas intuyen o racionalizan lo ineludible de la locura, el proceso de un análisis hace caer el sentido del síntoma, dejando un resto de goce que es el punto por el cual Miller irá deshilando la sentencia de que todo el mundo es loco. Desde este punto podemos entrever que la locura es algo inevitable. El entendimiento del no-todo, y del resto (que tiene una lógica que lo rige), y que adviene como resultado de la división del sujeto, es sin duda una de las teorías más interesantes del psicoanálisis.

Miller recuerda que los analistas han de mantener la posición de analizantes a sabiendas de que las cosas no siempre se hacen bien. Y aunque esto juegue en contra del psicoanálisis muchas veces es también lo que lo mantiene vivo… Quizá sea realmente la mejor posición para entender el psicoanálisis. La del S barrado…

Las interpretaciones en análisis se agregan y no se substituyen, de la misma forma a lo que ocurre en la estructura del inconsciente. Miller pone como ejemplo la época romana donde se construyen iglesias sobre ruinas paganas. Y el menor fragmento de asociación libre en análisis lleva como “sello” la contradicción. Por esa razón el manejo por parte del analista en una interpretación es tan delicado. Porque puede tener un efecto muy aplastante. Quizá por eso Miller dice del analista que no debe focalizarse en una sola línea deductiva.

En “Subversión del sujeto”, se habla que es imposible analizar e interpretar sin tener relación con la inconsistencia. Inconsistencia que no pone reparos en la repetición y que esta reprimida. El sujeto busca incansablemente la verdad en sí mismo o en el gran Otro (donde fracasa seguro), y, no obstante, será a partir del objeto a que hará su “trama” (Miller habla del objeto a como fibra de la trama del sujeto). Con todo ello, hace falta tiempo y un sistema lógico para que un sujeto perciba las contradicciones.

Como ya perciben filósofos y otros pensadores, el hombre es un animal enfermo del pensamiento. Miller retoma la teoría del médico y filósofo Canguilhem que habla que “la enfermedad es la verdad del hombre”. Trasponiéndolo al campo que nos concierne “el síntoma es la verdad del hombre”. Siempre queda un yo no sé irreductible. Y la propia “función de la represión primordial pone reparos a la definición de la salud como verdad” (Miller, 2011, p.73). Por esa razón la verdad es mentirosa. Y refiere el diagnóstico de cifras de los cuestionarios, que tantas veces borra el sentido de los síntomas.

Superada la división entre síntoma y fantasma, Miller designa lo común entre los dos, tal como ha sido también tratado en el curso “Del síntoma al fantasma. Y retorno”. Discurre sobre la forma de gozar, que desde el punto de vista del sinthome que borra la distinción neurosis-psicosis. Llega a la conclusión de que todo el mundo es loco a partir de ese razonamiento de la distinción entre las estructuras psíquicas. En la neurosis hay un condensador de goce delimitado por la castración. Lacan lo define con a sobre menos fi. En la psicosis lo real habla la verdad al sujeto sin castración, y con desbordamiento de goce.

Existe un doble filo de las estructuras, y si pensamos en el concepto plus de gozar para el objeto a; ya estamos hablando de que el goce implica en sí mismo un desborde. Por lo tanto, la distinción neurosis-psicosis no es operativa a nivel del modo de gozar. La distinción es operatoria si pensamos en el significante, pero no lo es desde la naturaleza del goce y desde lo real que miente a todos indistintamente. Esta articulación nos aboca a la conclusión que todo el mundo está loco. Como modo de gozar singular, el sinthome es pasible a la interrogación. Miller se pregunta si Lacan no buscaba con ello otra forma de operar que el de la interpretación. Los efectos analíticos tienen en el sinthome aquellos restos sintomáticos del análisis.

Silvia Ons retoma la cuestión de la creencia en el síntoma vinculada con el amor. Y como Lacan vincula la creencia en el síntoma con las creencias en el amor. El psicótico creerá de manera distinta, sin mediación. Con el objeto directo. Por eso Lacan diría que el psicótico quiere a su delirio como a sí mismo. Las voces están allí donde él cree. A diferencia del neurótico que si opera con una mediación y sitúa el amor en sus más variados objetos.

Podemos concluir que en la actualidad toda creencia en aquello que es diferente a la identificación está bajo amenaza. Estamos rodeados de “discursos únicos” y lo podemos identificar en muchas manifestaciones sociales que operan sin matices, sin lugar sutil e identificados con ideales aplastantes. Por ejemplo, se puede comprobar en algunos discursos de las ideologías de género (que no todos), o en lo que ocurrió en la pandemia y su notada falta de posibilidad de debate que permitiera contradicciones a una única versión oficial.

Pero tal como menciona Miller, las tragedias del Nombre-del-Padre son de otra época, y las tragedias del siglo XX suponen la pérdida previa del sentimiento trágico. Al día de hoy hay demasiadas certezas y poco lugar al error y la duda. Tanto Lacan como Freud querían que el psicoanálisis se inscribiera en la cultura. Sin perder su lado inevitablemente subversivo (Miller, 2011). El curso de Miller evoca entre otras cosas esa búsqueda.

En un mundo desmantelado de represión, un mundo trans (significado “más allá de”), un mundo que niega absolutamente el estado original, precisa de psicoanalistas que se atrevan a querer -como Lacan- la solidez en un mundo donde todo parece licuarse (Ons, 2020).



Referencias

Miller, J-A. (2011) Sutilezas analíticas, Buenos Aires, Paidós.

Ons, S. (2020). El sexo del síntoma. Grama Ediciones.

1 Miller escribe ese capítulo en el contexto de la lucha contra el psicoanálisis y su ejercicio en las instituciones públicas.