Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




sábado, 7 de octubre de 2017

CONFERENCIA INAUGURAL DE VICENTE PALOMERA: LA TRANSFERENCIA EN LA PSICOSIS

Reseña de la conferencia

            Vicente Palomera centró su conferencia de inauguración  en la problemática de la transferencia en la psicosis. 


      Palomera comenzó su discurso refiriéndose al pesimismo de Freud, claramente expresado en su obra el Compendio del psicoanálisis, respecto a la posibilidad de utilizar la terapia psicoanalítica en sujetos psicóticos. ¡Cuánto han cambiado las cosas! Los sujetos psicóticos abundan cada vez más en las consultas de los psicoanalistas y la perspectiva lacaniana abre una orientación de la cura rigurosa en estos casos. ¿Por qué esta proliferación de sujetos psicóticos? Hay dos posibilidades: o bien hay más sujetos psicóticos en la actualidad, o bien se dirigen con cada vez más frecuencia a las consultas de los psicoanalistas, tras un largo recorrido vano por otro tipo de terapias, ha señalado Vicente Palomera. 

             El problema del narcisismo
           ¿Cuál es la dificultad en juego para una cura cuando hay una posición psicótica? La dificultad radica en que el establecimiento de la transferencia –piedra angular del tratamiento– se ve dificultada por el narcisismo, dijo Palomera. Para que haya transferencia es necesario que la libido circule, que haya apertura al Otro. En la psicosis la libido no circula; en palabras de Lacan, el psicótico tiene el objeto en el bolsillo (lo tiene él, no el Otro). Es lo que se manifiesta claramente en muchos síndromes y fenómenos elementales: en la anorexia psicótica respecto al objeto oral; en el síndrome de Diógenes respecto al objeto anal; en las alucinaciones respecto al objeto invocante; en la sensación de ser mirado respecto al objeto escópico. En todos estos síndromes y fenómenos, se ve cómo el sujeto psicótico no se separa del objeto, cómo hay un cierto autismo en el psicótico. Al límite, el mundo, vaciado de libido, deviene crepuscular y eso es lo que expresa el sentimiento de fin del mundo.

El lugar del analista
No obstante, los sujetos psicóticos no son inmunes a la transferencia, señaló Palomera. Sí desarrollan una transferencia; sí se dirigen a alguien. Pero la transferencia adquiere en ellos tintes erotomaníacos y persecutorios precisamente por el hecho de la no separación del objeto. Es lo que ocurre en el caso princeps de Schreber en su relación con el psiquiatra Flechsig. Por tanto la primera cuestión que se plantea para el analista, dijo Palomera, es: ¿cómo no ocupar el lugar del perseguidor? Y esta pregunta ordenó su conferencia hasta quedar resuelta en la conclusión. 

Psicosis y libertad
A continuación, Vicente Palomera dedicó su atención a la elucidación de lo que es la psicosis. Destacó dos cuestiones. En primer lugar señaló que la psicosis no es un “trastorno”, ni un déficit, sino una “posición del ser”. ¿En qué consiste esta posición? En el rechazo del inconsciente. El sujeto psicótico, ha dicho, es un “mártir del inconsciente”, del efecto del lenguaje sobre el sujeto. “El lenguaje es una locura”, “es algo perturbador”, afirmó Palomera, con una fórmula impactante. En segundo lugar, señaló que el sujeto psicótico rechaza aceptar la identificación común; no acepta subjetivar el Nombre del Padre; rechaza la impostura paterna. En otras palabras, rechaza la subjetividad prêt-à-porter que ofrece el discurso social. Entonces este sujeto se encuentra en la tesitura de tener que inventar por su propia cuenta todos los parámetros de la subjetividad. En este rechazo, en este separarse de la masa del sujeto psicótico, es innegable que hay una profunda libertad, aunque no se trate de una libertad positiva. Locura y libertad no son excluyentes, dijo Palomera. La locura es el riesgo que hace correr la libertad. El neurótico es básicamente un esclavo; en cambio el psicótico es tan libre que resulta a veces necesario atarlo, encerrarlo.

Las formas de decir “no”
Vicente Palomera señaló a continuación que la noción fundamental para situar la psicosis es la de forclusión y expuso de una forma asombrosamente clara en qué consiste la forclusión. Dijo que el psicoanálisis era básicamente una teoría sobre las formas de decir "no" del sujeto, siendo que el sujeto siempre dice "no" a lo real. El sujeto siempre adopta mecanismos de defensa contra lo real –entendiéndose por "real" aquello que no se puede simbolizar, muerte, sexo, castración, en fin, todo lo angustioso por antonomasia para el sujeto. Existen tres formas de decir "no": la represión, la denegación y la forclusión. La represión es la forma más leve de decir no, dijo Palomera; la denegación es una forma mixta, de decir sí y no a la vez; y la forclusión es el rechazo más extremo. Al negarse a admitir el Nombre del Padre y la castración, el sujeto psicótico rechaza ceder, perder algo de su goce íntimo. Palomera comparó al sujeto neurótico con una lagartija, dispuesta a perder la cola, para escaparse del cazador. Al ceder la cola, deja este objeto a en el Otro; luego lo va tener que ir a buscar en ese Otro. Por eso  el neurótico espera del Otro un significante primordial. De él espera ser reconocido. El objeto a, articulado en el seno de un fantasma, es como una ventana abierta en medio de lo real, ventana por la cual el sujeto [neurótico] puede mirar una "realidad". Mejor dicho, la extracción del objeto permite "constituir" una "realidad", un real simbolizado (que ya no es "real"); permite limitar el goce a través del fantasma. En cambio en la psicosis, el goce queda desregulado; el significante que debía venir del Otro queda forcluido. El sujeto psicótico no pierde nada, luego no pide nada. Rechaza (a) el inconsciente, (b) la identificación, (c) la impostura paterna. En cambio el neurótico no hace más que pedir y pedir, todo el rato.

La transferencia en la psicosis
Volviendo a la cuestión de la transferencia, Vicente Palomera señaló que el psicótico no supone saber al analista. Para el sujeto psicótico el analista no es el que sabe; el que sabe es él. A la suposición de saber subyace el amor; luego el narcisismo del sujeto psicótico no propicia la transferencia. En esta coyuntura, bajo ningún concepto el analista debe pretender ocupar ni el lugar del amo, ni el lugar del ideal ante un sujeto psicótico, lugares que le conducirían sin dilación o bien al delirio erotomaníaco (él me ama), o bien al delirio paranoico (él me odia). Puede ocupar, dijo Palomera, un lugar más modesto: el de testigo, secretario o semejante del psicótico, un pequeño otro, particular, que pueda acompañarlo, hacerse partenaire de sus elaboraciones. El analista no debe interpretar nada, precisó Palomera; pero tampoco limitarse al acompañamiento. Debe hacer algo más: una maniobra que se aplique a orientar el goce, que señale aquello que "no le conviene" al sujeto, que intente asintotizar el goce, limitar un poco lo real con lo simbólico. Toda la cuestión es, pues, mantener anudado RSI, lo real, lo simbólico y lo imaginario. Palomera agregó también que para evitar crear posiciones de amo o ideal, se podía recurrir, en las instituciones, a la pluralización del Otro.

Las cuatro precauciones en el tratamiento de las psicosis
En definitiva, el analista debe abstenerse de cometer cuatro errores. Debe (1) no autentificar lo imaginario; (2) no interrogar la homosexualidad; (3) no hacer resonar la lengua jugando con equívocos; (4) no estirar el sujeto en el diván.

Bibliografía recomendada
Vicente Palomera nos recomendó leer tres artículos:

CASTANET, HERVÉ: "El sujeto en la nebulosa", Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.
DEFFIEUX, JEAN-PIERRE: "Un caso no tan raro", Los inclasificables de la clínica psicoanalítica.
MILLER, JACQUES-ALAIN: "Mostración en Prémontré", Matemas I.

           Agradecimientos
          Agradecemos a Vicente Palomera la extremada claridad con la que expuso conceptos teóricos  complejos y su generosidad por acudir a dar una conferencia hasta nuestro rincón perdido de las provincias, sosteniendo así la causa freudiana. Palomera dijo que había que dejarse engañar un poco -les non dupes errent. Nos declaramos, pues, definitivamente dupes, crédulos, después de esta conferencia, persuadidos de pescar gracias a él, con el cebo de la teoría, la carpa de la verdad -preciosa metáfora shakespeareana a la que hizo él referencia en su conferencia.

Alín Salom