Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




martes, 21 de diciembre de 2021

 

LA RESPONSABILIDAD DEL SUJETO EN EL ABUSO SEXUAL

Por Vanesa Postigo 


Sin perder de vista el título que abre esta reunión de trabajo se propone el comentario del artículo “Ceder no es consentir” de Clotilde Leguil, psicoanalista en París, miembro de l’Ecole de la Cause Freudianne y de la AMP, AE hasta 2021. Para situar el discurso de la época.

En su artículo Clotilde Leguil pone en tensión los términos consentir y ceder. Conceptos que son utilizados en el discurso legal y social en casos de abuso sexual. Pone dos ejemplos para ilustrarlo, uno más contemporáneo que otro. El forzamiento del Sr. K al que Dora abofeteó y el de V. Springora, que se enfrenta a la ambigüedad del consentimiento mediante la escritura. Dora seria acusada hoy en día de haber consentido a lo que había cedido…

Clotilde apunta, en el libro “El consentimineto” de Springora a que se abre algo nuevo en relación al discurso de la época sobre los abusos sexuales diferente de la denuncia del movimiento metoo de los años precedentes, como ejemplo la toma de palabra de la actriz Adele Haenel, que abandonó la gala de los Cesar exclamando “Vergüenza” ante la otorgación del premio al mejor director a Roman Polanski, acusado por varias mujeres de violación.i

El movimiento social metoo da cuenta de la masividad de los casos de abuso y acoso, sin embargo, no tiene en cuenta la complejidad de la posición femenina. Dice Leguil en otro artículo sobre el libro de V. Springora: “no es porque se trata de acoso o abuso que no está en juego la dimensión del deseo en femenino, la dimensión de la sexualidad femenina en tanto que diferenciada de la sexualidad masculina, la del amor y sus abismos.ii” Leguil da cuenta de la voluptuosidad de la situación de consentimiento.

Al leer “El consentimiento” captamos lo que significa consentir a algo que sobrepasa aquello a lo cual creímos consentir. Y es que consentir a la femineidad es siempre un franqueamiento para una mujer.


Dar consentimiento implica una elección.

Responsabilizar a alguien en lo que dice no es lo mismo que culpar, así como hace el discurso legal cuando pregunta una y otra vez sobre lo acontecido y vivido como traumático. En el tratamiento analítico hay que dar la palabra para propiciar otra elección. “Yo consentí porque era el escritor,” nos cuenta Sringora. Dar cuenta de esto permite a la autora del libro una salida. El sujeto muchas veces no puede dar las razones de su hacer, de porque vuelve una y otra vez al lugar donde “va a ser abusado”. Algo encuentran allí, hay un misterio que desvelar.

Ella consintió. Para dar algo de luz a estas razones (causas) recurrimos a la teoría. “No podemos negar nuestro consentimiento a la verdad” dice Miller en el capítulo 7 del Curso “Causa y consentimiento” donde recuerda que Lacan hace lugar entre causa y consentimiento a la verdad como causa, que no se acopla como evidencia, si no que hace falta una incidencia propia del sujeto, una implicación.

En la teoría de la causalidad freudiana la represión es el elemento central siendo necesaria una doble causa, la primera es la fijación como causa primera sexual incompleta y determinante. La segunda causa es la represión o causa escondida, para dar lugar a los síntomas que valen como retorno de lo reprimido: fijación y represión constituyen la causalidad que propone el incidente sexual como determinante de la neurosis. Freud busca esa causa que perjudicó al sujeto en el orden sexual y determinó sus síntomas. En Lacan lo vemos como retrocausa o efecto de retroacción, una causa que actúa sobre la primera causa y que produce el “efecto síntomai.”

De la verdad que esconde el síntoma no queremos saber…está escondida y no se acopla con la evidencia. Los efectos persisten bajo la condición de que la causa este velada o perdida. “Cuando la causa partió, los efectos bailan”, dice Lacan en el seminario 11 Cuando se levante la represión como causa, o sea, cuando aparezca la verdad que aquella conlleva, los efectos desaparecerán. Los síntomas son siempre efectos indirectos de la represión, vía la verdad y el sujeto. No hay consentimiento común, con lo cual no tiene ningún sentido la noción de tratamiento directo del síntoma que supone que hay una relación directa entre causa y efecto. El sujeto no es objeto y de esto da buena cuenta Miller en su curso planteando un argumento no mecanicista.

EL sentido común, dice MHB en una de sus conferencias,ii considera traumático un acontecimiento no predecible, que implica una efracción en aquellos que están sometidos a dicho suceso. El tratamiento del síntoma que propone lo social o lo conductual, no digamos lo legal! lleva a aquellos sujetos traumatizados a repetir/verbalizar una y otra vez el trauma, a reabrir la herida tal como Freud comprobó cuando se puso a escuchar a los soldados con heridas psíquicas de guerra, era terrible! Actualmente atribuible a los recursos de atención a víctimas de emergencias o catástrofes, u otros recursos de atención a víctimas de VM mal orientados. Las consecuencias de “hacer hablar son catastróficas.”

Para dar cuenta del sentido traumático Freud introduce la represión como ficción que interpreta un fenómeno de cuerpo que se le atribuye a otro responsable (el otro me...lo que sea!) Así, no todas seducidas o abusadas, hay trauma en relación al fantasma que es la interpretación de aquello que no pudo ser nombrado. El fenómeno de cuerpo es interpretado para dar cuenta del goce, que no satisfacción, que surge y que el fantasma viene a responsabilizar a un otro de ello.

Siguiendo con el artículo se tratará ahora de escudriñar el concepto de CEDER que Lacan diferencia en dos tiempos:

  • En la ética del psicoanálisis se trata de CEDER EN (su deseo)-Renunciar. Ceder en su deseo es huir de la angustia engendrada por el deseo.

  • En el seminario de la Angustia, CEDER A (pulsión.) Desaparecer en tanto sujeto y ser confrontado a la pulsión, la del otro y la propia. “No estamos en el registro dialéctico del Sí y el No.” Se trata de una cesión subjetiva que conduce al desamparo, cuando el sujeto cede a la situación cedió algo de su cuerpo que no recuperará jamás.

Cito: “En una situación que por su carácter coagulado nos presenta su condición de inarticulable… lo que se ha producido es algo que da su verdadero sentido al cede d una el sujeto- es literalmente una cesión.” iii

Así, Cuando el cuerpo cede, se trata de un acontecimiento traumático que deja al sujeto “fuera de sí.” La emoción experimentada lo confronta con un forzamiento del cuerpo, parte de goce que lo ha hecho desaparecer y de este Hilflosigkeit (desvalimiento/desamparo) da cuenta el relato de Springora, “Nadie había en la ciudad para verla volatilizarse, evaporarse, desaparecer.”

Consentir entonces es una forma de desposeimiento, es tomar el riesgo de confiar en el deseo del Otro. Decir sí, para hacer la experiencia de un sentimiento de riesgo absoluto. Tal como consentimos al no saber en un análisis…

Hubo trauma, en tanto hubo una confrontación con el goce del Otro. También consentimiento, cesión que implica al sujeto con su goce, del que nada quiere saber y de ahí la dificultad en asumirlo como propio siendo vivido como ajeno, ¿Cómo acceder a la responsabilidad subjetiva? Ese trozo de cuerpo cedido, eso que es gozado será lo que habrá que asumir como responsabilidad subjetiva en el abuso.-


Bibliografía


iMiller (2019) Capítulo 7 “Causa y consentimiento”

iiConferencia MH Brousse ¿Qué es lo traumático? https://www.youtube.com/watch?v=FwwH8eZYTx4&t=1947s

iii Lacan, J.(2004) Seminario X: la Angustia.

i https://elpais.com/gente/2020-03-15/adele-haenel-la-nueva-heroina-del-metoo-frances.html

ii Cf. Leguil, Clotilde: “Ambigüedad del consentimiento, potencia de la escritura. Sobre El consentimiento de Vanessa Springora”, Lacan Cotidiano, nº863







LA RESPONSABILIDAD DEL SUJETO EN EL ABUSO SEXUAL

CAUSA, CONSENTIMIENTO Y RESPONSABILIDAD


Por : Rosa Lahoz Juan


Lacan enlaza la causa y el sujeto. Elije el término consentimiento para que figure al lado del término causa, como complemento en relación a la posición subjetiva.

En “Los Escritos” dirá: “toda causalidad viene a dar testimonio de una implicación del sujeto”. Avanza en el término causalidad más allá de lo que explica el síntoma des de la teoría de la represión. La causalidad no suprime al sujeto, el psicoanálisis aloja la causa por lo que Miller plantea que se le tiene que hacer un lugar en la teoría.

El psicoanálisis se fundamenta en la concepción del sujeto como sujeto del inconsciente, este hecho apunta a una nueva perspectiva sobre la responsabilidad ya que concibe al sujeto como responsable de su deseo y de su acto. La responsabilidad opera como fundamento de la clínica psicoanalítica en la medida en que marca su posibilidad misma y su direccionamiento ético.

Aquí es donde Miller con el ejemplo del pupitre (del que habla Lacan en los escritos) hace una crítica profunda a la psicología del yo, del yo de la consciencia que no deja de ser un espejismo. Lacan habla que el hombre puede hacerse pupitre, tomando el ejemplo del hombre jorobado que deja que su espalda sea utilizada como pupitre. En este caso el hombre está adaptado a la “función operacional” que le asigna quien lo emplea, es decir al amo que lo pone en marcha.

El hombre pupitre no es sujeto más que en el momento que se vuelve pupitre. No se hizo jorobado pero sí pupitre. Es decir, que dio sentido y usó la joroba que recibió de la naturaleza en relación a la respuesta que da a eso a lo que es convocado en relación al otro que le da “un uso” (implicación subjetiva).

Es aquí donde el término consentimiento queda convocado, “mantener una posición adecuada al consentimiento que pone en ello” en tanto que el consentimiento es convocado al lugar donde tiene cabida formular un sí al significante AMO.

En hacerse propia la pulsión, aún si esa pulsión se articula con un sujeto acéfalo, debemos reconocer la instancia del consentimiento. Para Freud, la pulsión de muerte también puede articularse como demanda, como demanda de muerte lo cual implica intrínsecamente el movimiento mismo de la pulsión. Ahí debe insertarse en la posición subjetiva de la demanda. El consentimiento tiene su lugar en la relación misma con el goce, en el cuerpo.

El Crack propio de los tiempos modernos, intercambios de mercado, en el cual se encarnan para todos los límites de la libertad, a los cuales seguimos estando atados. El mercado está formado por decisiones, elecciones y órdenes de los operadores. Se forma el OTRO del mercado, al cual cada uno está atado. Cada una da órdenes pero nadie es el amo, todos están atados. Este es el motivo por el cual cabe reemplazar la orden del sujeto por el ordenador –computer- estamos atrapados en la MATRIX.

El mundo del LGTBIQ, sería un ejemplo de ello, estamos sumergidos en el discurso y solo a pre cup sabremos algo de las consecuencias. Aquí es lo que Lacan denomina el carácter


 perfectamente calculable de un sujeto reducido a la fórmula de una matriz de combinaciones significantes.

LA RESPONSABILIDAD DEL SUJETO

Freud es implacable al referirse a la responsabilidad del sujeto; no sólo da a los sueños y a las mociones psíquicas el estatuto de actos que suponen una intencionalidad inconsciente, y de los cuales el sujeto ha de hacerse cargo en el curso de un análisis, sino que lleva este planteamiento hasta sus últimas consecuencias, responsabilizando al sujeto de sus modos de satisfacción, que aun cuando le son desconocidos, dan cuenta de la paradoja de una elección en el propio padecer.

Tenemos aquí las dos vertientes sobre la RESPONSABILIDAD, en relación al estar comprometido en:

  • Causa y responsabilidad inconsciente en la que el sujeto está implicado, consentimiento, goce…

  • La responsabilidad de la que el sujeto deberá hacerse cargo en el transcurso de su análisis.

CONCEPTO DE DEFENSA, FUNDANTE DE LA DIVISIÓN SUBJETIVA

La noción freudiana de defensa permite un primer acercamiento a la idea de la responsabilidad en psicoanálisis. Al situar esa otra escena que determina al sujeto y de la cual este no sabe, juega y se la juega, sin saber a qué juega y qué se juega. El psicoanálisis cuestiona en su fundamento toda idea de verdad en tanto verdad objetiva.

Freud ubica a la defensa como partiendo de un empeño voluntario de olvido ante el advenimiento de una representación de orden sexual inadmisible para el yo, el cual tiene la función de juzgar y decidir el acceso a la conciencia de los pensamientos de acuerdo con su contenido. Lo interesante es que una vez acontecido el arribo de esa representación y del afecto penoso y displacentero asociado a ella, no hay manera de borrarla; sólo se la puede tramitar a través de la defensa.

El empeño de olvido deriva en la separación de la representación inconciliable y su monto de afecto, de tal suerte que la primera es segregada de la cadena asociativa conformando el núcleo del inconsciente, y el segundo es enlazado a una formación sustitutiva que aparece a la conciencia como síntoma.


La defensa entonces funciona como un mecanismo psíquico que funda al inconsciente, y del cual se sabe a raíz de su fracaso evidenciado en el síntoma en tanto cuerpo extraño que se impone al sujeto como algo ajeno, pero que sin embargo es un sustituto de aquello que se ha querido olvidar. El síntoma, por más absurdo y desconectado que aparezca a la conciencia del sujeto, le compromete etiológicamente en sus fibras más íntimas.


LAS NOCIONES DE TRAUMA Y SÍNTOMA, Y LA PARTICIPACIÓN ACTIVA DEL SUJETO EN SU PADECIMIENTO

 Freud, en un primer momento ubica la causalidad del trauma en una escena de seducción acontecida realmente y agenciada por un adulto sobre un niño que posteriormente devendría neurótico, sin embargo, rápidamente abandona tal suposición, indicando que dichas escenas cuyo recuerdo es despertado durante el análisis, no tienen en la mayoría de los casos una ocurrencia efectiva real, sino que dan cuenta de la fantasmática inherente a cada sujeto.


En los relatos de estas fantasías se descubre la participación activa del sujeto; aun en tanto fantasías, dichas escenas cobran un valor traumático, y en la medida en que comprometen al sujeto como cuerpo erógeno (en relación al goce), tienen para Freud el valor de actos psíquicos fundantes.


Con Lacan puede pensarse que más allá del registro originario de la seducción

real o fantaseada sobre el que Freud elucubra en sus primeros trabajos, lo que se pone en juego allí ES EL HECHO DE QUE EL INGRESO A LA SEXUALIDAD ES TRAUMÁTICO PARA TODO SUJETO.


La sexualidad implica un anudamiento entre el orden significante y la experiencia del cuerpo (goce), en una suerte de encarnación traumática que no ocurre sin la participación del sujeto; este se aliena al significante en detrimento de la vivencia perdida de una pretendida completud (como mito) del ser de goce.


EL CONSENTIMIENTO TIENE SU LUGAR EN LA RELACIÓN MISMA CON EL GOCE. No podemos negar nuestro consentimiento a la verdad, esto ya hace lugar entre causa y consentimiento, a la verdad, de la cual Lacan dirá que lo que en psicoanálisis tiene de característico es el hecho de que se la toma como causa.


La verdad cuando emerge, se muestra. La verdad tiene necesidad de consentimiento. Sigue haciendo falta una incidencia propia del sujeto, aun en la demostración más ajustada. (2 más dos igual a 4) Implicación del sujeto.

La verdad está a favor del rebelde, está del lado de aquel que se rehúsa al consentimiento común. La verdad no se acopla a la evidencia y aquí el concepto de represión adquiere todo su acento de censura.



“EL EFECTO SÍNTOMA”

La teoría de la causalidad freudiana siempre se trata de la causa del síntoma, la represión es un elemento mismo de la teoría de la causalidad. A menos que dispongamos de una doble causa (lógica de una doble causa), no podemos dar lugar a la represión.

La incidencia, la implicación del concepto de represión entre la causa y el efecto traduce el conflicto, contradicción entre la causa y el efecto en el psicoanálisis. Lejos de estar en continuidad, la causa y el efecto se encuentran como separadas por una discontinuidad.

Ahora bien, al relacionar el trauma con el síntoma, Freud introduce la idea de una temporalidad retroactiva, según la cual las escenas como tales no tienen un valor traumático;

 lo adquieren sólo cuando en la vida adulta una ocasión relacionada con la sexualidad despierta su recuerdo anudado a un displacer no abreaccionado (descarga de emociones y afectos) antes.


En esa causalidad donde el sujeto está implicado ocurre que los efectos persisten sólo bajo la condición de que la causa esté velada o perdida.

Lacan dirá que toda causalidad propiamente dicha entraña una implicación subjetiva. Seminario 11 “cuando la causa partió, los efectos bailan”. En psicoanálisis, los efectos sintomáticos supone que hay represión. Cuando se levante la represión como causa, o sea, cuando aparezca la verdad que aquella conlleva, los efectos desaparecerán. De ahí se deriva la no relación directa entre causa y efecto.


Los síntomas son siempre efectos indirectos de la represión, vía la verdad y el sujeto. No hay consentimiento común, con lo cual no tiene ningún sentido la noción de tratamiento directo del síntoma que supone que hay una relación directa entre causa y efecto. En psicoanálisis la discontinuidad entre causa y efecto es fundamental ya que se interpone la represión, sólo una vez que hay algo reprimido, la causa sexual se interpone como tal. Existe un par freudiano formado por la fijación y la represión, por lo cual en Freud los efectos sintomáticos jamás don efectos puros de la fijación. Los síntomas valen como retorno de lo reprimido.

Freud articuló una doble causalidad, da a la fijación como causa primera el estatus de precursora de la represión, de condición necesaria pero no suficiente. Sólo a partir de la fijación (causa primera) y de la represión (causa segunda) se constituye, en sentido estricto la causalidad. Esto lo veremos en Lacan como efecto de retroacción (retrocausa), una causa que actúa sobre la primera causa. Sólo cuando en que la retrocausa actúa sobre la primera causa se produce lo que cabe llamar “el efecto síntoma”.



CAUSA I

Trauma sexual->

CAUSA II

Despertar del recuerdo-->


Síntoma

FIJACIÓN

REPRESIÓN

RETORNO DE LO REPRIMIDO



Si traducimos en términos de significante la doble causa, el hecho que el segundo término sea un significante hace que el primero también deba serlo y entonces ¿Qué es lo que se reprime?

La primera tesis de Lacan es que lo que se reprime es el significado. Cuando él articula esa teoría de la causalidad como metáfora y de que la metáfora implica un surgimiento de significado… La significación siempre está por fuera de la consciencia.


ANALISIS Y RESPONSABILIDAD DEL SUJETO


Miller dirá: Al final de un análisis tenemos en nuestro bolsillo un billete de tren pero aún y así debemos querer tomarlo. Debe haber tanto al principio como en el fin de análisis un consentimiento.


La tarea del analista es justamente apuntar a que el sujeto se haga responsable de esa otra escena que a toda costa ha querido ignorar, pero que paradójicamente ha determinado y comandado su destino.


Es por esto que allí la posibilidad de cura queda planteada del lado de la recuperación de esas representaciones desagradables, de cuyo advenimiento nadie más sino el sujeto es responsable directo.


En este marco, en su “Intervención sobre la transferencia” Lacan postula al psicoanálisis como una relación intersubjetiva que en modo alguno está mediada por la objetivación. Al reconocer al sujeto como constituido por un discurso, el análisis se plantea como una experiencia dialéctica susceptible de ser desglosada en desarrollos de la verdad a partir de inversiones dialécticas sucesivas agenciadas por el analista.


Como correlato de este planteamiento, Lacan afirma que el análisis apunta al surgimiento de la palabra plena, esa palabra que –en oposición a la palabra vacía– se hace portadora de la verdad del inconsciente, reordenando las contingencias pasadas y otorgándoles un sentido con miras al desciframiento del síntoma. Así pues, ubicando a la verdad en el centro del análisis, la palabra plena viene a superar las barreras imaginarias, poniendo al sujeto en relación con su deseo


El sujeto no sólo ha de hacerse cargo de esa escena inconsciente a ser descifrada para dar sentido a su devenir subjetivo, sino que además está comprometido en lo que se juega en él bajo la forma de la pulsión de muerte. En el transcurso del análisis el sujeto sabrá a qué jugó y qué se jugó en lo que jugaba.


Para Lacan, la rectificación subjetiva implica un cambio dialéctico en la posición

del sujeto, ocasionado por una interpretación que parte de los decires del mismo, para retornar a ellos de otra forma. Miller desarrolla esta idea, planteando que dicho retorno de la interpretación a los decires del sujeto implica una transformación de la persona en un sujeto que toma distancia en relación con el dicho.


La responsabilidad subjetiva no equivale a la culpa


Tal movimiento se verifica en la clínica en el paso de la queja por los otros a la queja por sí mismo, como el modo privilegiado de implicación del sujeto en lo que le sucede. Se advierte entonces que la rectificación subjetiva es otro nombre de la responsabilidad freudiana, que va

 más allá del engañoso sentimiento de culpa, comprometiendo al sujeto con la dimensión de su deseo.


El psicoanálisis sin duda apunta a responsabilizar al sujeto de la culpa por ese acto comandado por una ley desconocida por el yo. Como puede notarse, la idea de responsabilidad subjetiva no equivale al sentimiento de culpa, más bien alude al sujeto que se hace cargo de lo que lo compromete en relación con su singularidad más radical.


Un análisis (tal como es definido por Lacan en su Seminario de la Ética del Psicoanálisis) es precisamente la posibilidad de experimentar una relación más ética con el deseo. Es una experiencia paradojal ya que deseo implicaría su satisfacción. No puede tomarse ligeramente.


La relación lógica entre el deseo y la culpa, es una proposición lacaniana En este sentido, Lacan afirma que de lo único que se puede ser culpable es de haber cedido en su deseo, y delimita el campo de la ética del psicoanálisis como una ética conforme al deseo de cada cual. Se trata de propiciar el encuentro del sujeto con su deseo para que actúe de conformidad con él, rescatando siempre allí su diferencia radical.

El acto en el psicoanálisis está del lado del analista, quiere decir que es su responsabilidad. Por el contrario desculpabilizar implicaría intervenir sobre la acción que ha sido llevada a cabo. La primera objeción es lógica y tiene que ver con el circuito: desculpabilizar desresponsabiliza. La segunda, es ética: la acción de desculpabilizar es altamente tentadora en la ilusión de que el analista procede de ese modo a “liberar” al analizante de algo en especial, alejándolo en consecuencia, de la hoja de ruta de su deseo, cuando en verdad, solo la emisión del sujeto libera el sentimiento de culpa, di-luyéndolo. Negar o pretender anularla no podría dar lo mismo que el acto en que se di-luye.

Queda pendiente retomar toda la cuestión de la articulación entre fantasma i fijación en la construcción fantasmática que cada sujeto construye. Doble teoría de la fijación, la primera es la fijación en el síntoma, la segunda es la fijación en el fantasma, y las dos lógicas de estas fijaciones disuenan. Ya que el sujeto es capturado por el Otro de la ley y del lenguaje y a la vez que amenazado por lo real, tiene culpa. Por eso mismo puede hacer hablar a la culpa y ocuparse responsablemente de su implicación subjetiva.


REFLEXIONES DE UNA HISTORIA:

Algunos apuntes sobre la historia de AMELIA TIGANUS Autora del libro: LA REVUELTA DE LAS PUTAS

La escuché en un programa de radio hablando del tema del sometimiento y el consentimiento. Me llamó la atención cómo tras un recorrido en análisis pudo dar cuenta de algunas de las cosas que la llevaron al camino de la prostitución. Con el máximo respeto a su historia apuntaré algunas de las cuestiones que tal vez nos ayuden a pensar sobre el hecho de la causa y de la responsabilidad en situaciones de per se traumáticas. Son anotaciones extraídas de su libro, en la parte que habla de algo de su historia

Tal vez la lectura de algo de la biografía de esta mujer nos puede ayudar a pensar en los “efectos” del análisis en cuanto a saber de la implicación del sujeto en su historia.

Amelia Tiganus nació en Rumania, en 1984, (pag 17) nunca pasó hambre ni frio pero emocionalmente pasó hambre, sed y frio… De ella misma dirá: “soy heredera de una educación autoritaria, con graves castigos físicos y psicológicos”

Fue violada en dos ocasiones.

Tras ser puta, y ejercer la prostitución, recorriendo prostíbulos de toda España consigue salir de este “mundo” y se convierte en activista en pro de la abolición de la prostitución.

Someterse para sobrevivir no es consentir…consentir es demasiadas veces sinónimo de sobrevivir y nos convierte en culpables”.

Aprendiendo me hallo. Identificando, aceptando, domando y utilizando la rabia i el dolor para (re) construir (me) y dejar de destruir (me).

El padre: Lo que yo veía y sentía era un padre ausente, ensimismado, haciendo cosas de manera automática, como un robot y una madre que me sofocaba con su control, sus castigos…sus desprecios

La madre: He intentado comprender que ocurre a nivel macro para que una madre sea capaz de verter sobre su hija la violencia verbal, los comportamientos sádicos i despreciativos, la repulsa afectiva, las exigencias excesivas o desproporcionadas para la edad… a lo que hay que sumar maltrato físico

En casa no se hablaba casi nunca de nada más allá de lo básico y fundamental. La disciplina a través de la violencia física y psicológica empezó a dejar huella en mi corta vida…

Reproché y acusé a mi madre de todos mis males. Me pegaba, se avergonzaba de mí. Solo quería que la obedeciera.

Solo pensé en vengarme de ella. Le propongo a un chico follar, no sé lo que es follar…Sólo sé que está prohibido y que a mi madre la puede matar. Así que lo voy a hacer. La voy a matar.

Me arrepiento de haberlo hecho, esto no era así en mis sueños. Ni cuando en los recuerdos de la infancia mi tío se frotaba contra mi cuerpo y me decía que era su preferida… una cosa sé: mi madre no volverá a tener el control sobre mí. Pase lo que pase. Abandono el nido y me lanzo al mundo. Ese mundo del que nada sabía ni nada quería contarme…

Pensaba en suicidarme pero no por acabar con mi vida sino por acabar con el dolor y la incertidumbre. No lo hice. Por amor. Por amor a mi hermana y por el amor que mi hermaname demostraba. Ella veía en mi a un ser admirable cuando para todos los demás solo era una puta, un desecho, y me agarré a esa mirada como un clavo ardiendo y seguí buscando la paz en el infierno.




BIBLIOGRAFIA

  • Causa y consentimiento, Jacques Alain Miller, Cap 7 Consentimiento

  • La responsabilidad subjetiva. Actualidad del planteamiento freudiano. Megdy David Zawady Matallana. Desde el Jardin de Freud, núm 5 Bogota.

  • La revuelta de las putas. Amelia Tiganus. Ed. Sinequanon