Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




jueves, 17 de mayo de 2018

Lalengua y el discuso en las psicosis. Reseña de la CONFERENCIA DE HEBE TIZIO


Hebe Tizio ha comenzado su conferencia insistiendo en la importancia de historizar el pensamiento lacaniano, para ubicar los conceptos en los dos grandes paradigmas de su recorrido. 

Prehistoria de la problemática

Hebe Tizio ha abordado el tema de la conferencia, “lalengua y el discurso en las psicosis”, construyendo la prehistoria de la problemática del lenguaje. La preocupación de Lacan por el lenguaje no es primigenia. En primer lugar, proviene desde la psiquiatría francesa que en aquella época observaba muy atentamente los trastornos del lenguaje*. En segundo lugar, su preocupación por el lenguaje viene también sugerida por la subversión lúdica del lenguaje propuesta por los surrealistas.  En tercer lugar, hay que tomar en cuenta que la lingüística en aquella época se convierte con Saussure en una ciencia-piloto. En cuarto lugar, está el sociólogo Durkheim, que propone la tesis de que lo simbólico es anterior al sujeto. Allí tenemos las cuatro elementos del background de la concepción del lenguaje del primer Lacan, para el cual domina el registro de lo simbólico, el lenguaje es fundamental y el inconsciente está estructurado como un lenguaje.

El primer Lacan y el lenguaje

Para el primer Lacan, la estructura neurótica pasa por la aceptación de algo lingüístico: un significante fundamental: el Nombre del Padre. Si el sujeto forcluye este significante fundamental, tendrá una estructura psicótica. Por tanto, el Edipo es una ley de lenguaje, una ley de simbolización. Todo depende si hay un uso “normalizado” del lenguaje o no. El diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis se hace desde la observación del lenguaje. Si falla el NdP, predomina lo imaginario. Voilà el primer Lacan, que construye una concepción deficitaria de la psicosis.

El segundo Lacan y lalengua

Ahora bien, en el Seminario 20 emerge un nuevo concepto: lalengua. Lalengua es anterior al lenguaje, anterior a la sintaxis. Es un flujo de significantes coagulados, impregnados de afectos, de goce. No hay intervalos en lalengua. El balbuceo del bebé es un ejercicio de lalengua, un ejercicio de goce. Lalengua tiene una dimensión autística. No hay que confundir lalengua con el lenguaje: el lenguaje es una elucubración de saber, que se ha construido a posteriori sobre lalengua.

Hay que ver cómo cada sujeto pasa de lalengua al discurso, de su blablablá autístico, de goce, al vínculo social. No es fácil. El lenguaje es un mecanismo de defensa; un intento de reducir el goce de lalengua. Para pasar de lalengua al discurso hay que ver si el sujeto está dispuesto a renunciar a cierto quantum de goce. Lalengua es el núcleo más íntimo del ser, afirma Hebe Tizio.

Discurso versus lalengua

El discurso –que es del amo– dice cómo hay que hablar, qué se puede decir, pone un filtro a lalengua. Pone un freno al goce. El discurso interrumpe lalengua, hace funcionar intervalos, introduce una puntuación para frenar el goce. Y eso es lo que permite la emergencia del sujeto –en oposición al goce acéfalo de lalengua. El discurso es la lengua común, la lengua prêt-à-porter, la lengua del vínculo social que ofrece una serie de recursos lingüísticos “normalizados”. El discurso tampoco es tan rígido: acepta algunas transgresiones, como por el ejemplo, los chistes.

El pasaje de lalengua al discurso es siempre sintomático

Este pasaje de lalengua al discurso es muy difícil. La normalización es siempre sintomática: todos los niños hacen síntomas en la adquisición del discurso: unas veces transitorios, otras veces permanentes. Esta afirmación de Hebe Tizio nos ha dejado boquiabiertos –siendo tan claro, ¿cómo no nos habíamos dado cuenta antes?

Lalengua y el discurso en la psicosis

¿Qué pasa si el discurso no frena el goce? Surge la psicosis. En la psicosis, el sujeto está en el lenguaje; donde no está es en el discurso. Rechaza el discurso: con el delirio en la paranoia, diciendo cosas no normalizadas socialmente; con el lenguaje de órganos en la esquizofrenia, etc. Utiliza neologismos, hace hibridaciones de palabras, surgen mutismos, naufragios de la sintaxis, etc. Hay disrupciones de goce y un Otro amenazante. Hay que ir caso por caso, por supuesto; hay paranoicos que utilizan muy bien el discurso, pero no normalizan su goce. Sea como sea, la locura no se puede separar del lenguaje –ésta es una de las fórmulas lapidarias de la conferencia.

La psicosis toca siempre la cuestión del lenguaje con más o menos exacerbación. Hay, para el psicótico, palabras demasiado cargadas. ¿De qué? De goce. Para el segundo Lacan, no es que predomine lo imaginario, sino que hay una coalescencia de lo real y lo simbólico. Lacan estudia a Aimée, a Schreber, a Joyce, a Wittgenstein. Todos tienen dificultades con el discurso (salvo Joyce). Que Schreber escriba que Dios quiera fornicar con él no es algo que el discurso admita. Pero a pesar de los pesares Schreber encuentra a ratos la forma de introducir un intervalo, para evitar la irrupción del goce: encuentra el intervalo en la música y la poesía. El Joyce de Finnegans Wake deja en evidencia lo que es lalengua. ¡Es un texto ilegible! Joyce hace picadillo el significante y goza de ello; a pesar de eso, antes ha conseguido establecer un vínculo exitoso con el Otro.  

Consecuencias para la clínica: una clínica de lo real

¡El analista no escucha, lee!, dijo Hebe Tizio, con otra fórmula que nos ha impactado. Lee la distinción entre lo que el sujeto dice (repetición) y lo que el sujeto hace (la iteración): allí se ubica la modalidad de goce del sujeto. Eso es lo fundamental para la clínica; así construye el analista su hipótesis –pues bien necesita el analista una hipótesis (¡oh, sí!).

La clínica del segundo Lacan es una clínica de lo real. La cuestión es ver cómo el sujeto trata lo real. Por esta razón el autismo es ahora especialmente estudiado –por su forma tan peculiar y discursivamente fallido de tratar lo real.

Hebe Tizio terminó su conferencia volviendo a la cuestión de la transformación del psicoanálisis lacaniano. Hoy en día el padre se ha quedado atrás. Se ha degradado hasta el punto de no ser considerado más que como un semblante, un instrumento para tratar lo real. De hecho el propio psicoanálisis surge a partir de la caída del padre. Freud intenta sostenerlo y Lacan también hasta el Seminario 5. Lacan modifica después la concepción del padre. El padre prohibidor de Freud se convierte, para el segundo Lacan, en el padre que permite, que ofrece una versión de cómo gozar de una mujer. Por otro lado, Lacan va más allá de Freud en la medida en que deja de confundir a la mujer con la madre, como hacía Freud; deja de poner un tapón al goce femenino, lo desvela.

Al desvalorizarse el NdP, la clínica ya no se centra en el NdP. ¿En qué se centra entonces?, nos preguntamos. Posiblemente en el objeto, afirmó Hebe Tizio, abriendo el horizonte a los nuevos interrogantes de la clínica de lo real. El problema de la nueva clínica son más bien las adicciones múltiples y el goce invasivo que los objetos producen. El problema es: ¿cómo sintomatizar el goce? Con esta pregunta cerró Hebe Tizio la conferencia, pero, a la vez, abrió espléndidamente el espacio de la reflexión. El GTPG no pudo resistir a la tentación de despedir a Hebe Tizio con un aplauso sonoro.  

ALÍN SALOM

* La psiquiatría francesa estudiaba los trastornos del lenguaje con minuciosidad: desde las modificaciones de la voz, las verborragias, los mutismos, la logorrea, la bradifemia, el tartamudeo, hasta el agramatismo, los paralogismos, los neologismos, las estereotipias verbales, la ecolalia, la coprolalia, las afasias, las glosolalias, las esquizofasias, etc., etc., etc. Pierre Guiraud, psiquiatra admirado por Lacan, comienza su tratado titulado Le langage du corps, diciendo: “Hablamos con nuestro cuerpo y nuestro cuerpo habla.” (http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k4805518p/f15.image.texteImage)