Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




lunes, 30 de abril de 2018

Rimbaud: un caso de psicosis poco ordinaria



Taller de lectura
      27 de abril 2018


PHILIPPE LACADÉE: "Apremiado yo por encontrar el lugar y la fórmula", en 
El despertar y el exilio, "Addenda 1".
GUSTAVO DESSAL : "Rimbaud. Una desesperanza sin nombre", Psicoanálisis, 23 (mayo 2013).


Reseña de la ponencia 


El artículo de Dessal plantea la relación de la biografía y la obra literaria. Los signos de psicosis en Rimbaud y su imposibilidad de construir un sinthome a la manera de Joyce. Por otra parte, Lacadée muestra a Rimbaud como testimonio moderno del adolescente que puede servir de guía a los psicoanalistas que escuchan a jóvenes exiliados de la lengua de su infancia y perdidos en las “provocaciones lenguajeras”.

El psicoanálisis, desde Freud, afirma que toda acción artística o literaria implica lo autobiográfico. Pero no como una simple correlación entre contenido de la obra y circunstancias de la vida, sino que la escritura escribe aquello que en el inconsciente del autor no puede escribirse; es la forma en la que algo del cuerpo se vuelve letra, entendiendo la letra como anudamiento entre cuerpo y goce. Por lo tanto, no es la envoltura formal del síntoma o novela familiar lo que lleva a pensar la escritura como autobiográfica, sino un más allá del Edipo.

Rimbaud nació en 1854, en Charleville-Méziéres. Su padre, Fréderic, fue un militar ausente que abandonó a la familia cuando Arthur tenía siete años. Desde ese momento, la madre, Vitalie, se hizo llamar “la señora viuda de Rimbaud”. Ella fue una mujer de “carácter complicado”, estricta y poco cariñosa. La angustia la llevaba a consultar al médico por cualquier pequeña enfermedad y su obsesión por la limpieza, a poner lavativas higiénicas a sus hijos. Fue un niño muy tímido y sumiso durante la primera infancia. Destacó brillantemente en la escuela y ganó un importante concurso académico a los 15 años con su poema Yugurta, en latín; pero él no valoraba los reconocimientos. Se ahogaba, hacía novillos y, harto de “sudar obediencia” en la “tierra de los lobos”, se fugó de casa en el verano de 1870 y otra vez en enero. Así comenzó su vida de errancia por Europa y África hasta su desgraciada muerte en 1891.

Se creyó un poeta vidente desde los 14 años. En El sueño del escolar dice que el mismo Febo escribió sobre su cabeza: “TU VATES ERIS”. Dos años después, en Las cartas del vidente, expresaba su deseo de hacerse poeta vidente por el procedimiento del “desarreglo de todos los sentidos”. También aparece allí su afirmación “Yo es otro” y el poema El corazón robado, seguramente fruto del trauma de la violación que padeció en el cuartel Babilonia. Este encuentro con lo real del sexo pudo haber producido algo del orden de un desencadenamiento y estar en el origen de su inacabable deseo de huir de sí y de todo.

Según Dessal, la forclusión del Nombre del Padre dio lugar a la falla simbólica en la estructura del poeta y fue el motivo de su vida a la deriva. Creció sin referente parental masculino ya que el padre fue más ejemplo de itinerancia que de compromiso; el abuelo materno murió tempranamente y su maestro Izambard tuvo poco espacio para crear el lazo estabilizador que tal vez ya nadie podía proporcionar al adolescente Rimbaud.

En el registro imaginario, se ven los problemas de Rimbaud al referirse a su madre como “The Mother”, “La bouche d’ombre” y al final “la mère Rimb”. Denominaciones que testimonian que había algo del deseo del otro que no había sido simbolizado. Esta falla en lo imaginario hizo que Rimbaud se pasara la vida huyendo de su madre y volviendo siempre a ella. También “El yo es otro” da cuenta de la estructura alienada de lo imaginario. La relación con Verlaine, entre la adoración y el odio, pudo haberle dado un sostén imaginario, pero el disparo, como acto de ruptura, aplastó la posibilidad.

Para Lacadée, Rimbaud el gamberro o el iluminado podría ser el nombre del Sinthome-Rimbaud –quien se dedicó apasionadamente a “indecentarse lo más posible”, rechazó pronto la lengua de los semblantes, que mataba la sensación inmediata. Rimbaud aporta un testimonio inédito de lo que es la cuestión de la adolescencia como “edad de las esperanzas y de las quimeras” y de búsqueda de “la verdadera vida”.

“Los sufrimientos modernos” de los que habla Rimbaud son provocados por lo pulsional nuevo que empuja a los adolescentes a tomar posición en la lengua y en su vida para decir lo que los exilia de la patria de la infancia y para que se les escuche; pero pueden llegar a conductas de ruptura en el límite del vínculo social si no se sirven de la mediación del Otro. Rimbaud pudo fijar su “desarreglo de todos los sentidos” mientras se esforzó en encontrar una lengua para su poesía: “Je fouaille la langue avec frénesie”, “azoto la lengua con frenesí”. Pero la literatura no pudo servirle de sinthome, porque su delirio metafísico se impuso al objetivo artístico.

El “Yo apremiado por encontrar el lugar y la fórmula” de Rimbaud es el enunciado paradigmático del adolescente que imagina que la verdadera vida está en otro lugar. Buscar el lugar donde decir el goce y ser identificado parece ser lo que guía la errancia de aquellos que no han encontrado un NO capaz de poner límites a la sensación en más que los asalta. Según Lacadée, el psicoanalista debe colocarse en “el punto desde donde”, o función del ideal del yo, para permitir que el adolescente que sufre pueda atrapar algo de su ser cuando intenta traducir ese sufrimiento para el Otro que lo escucha. Al recibir su propio mensaje de manera invertida podrá separarse de lo que lo atormenta.

Cuando el proceso de traducción en palabras o de nombrarse ante otro fracasa, surge un pasaje al acto, un trastorno de la conducta o una provocación lenguajera como forma de exilio, sentimiento fundamental en la adolescencia. Este exilio es el de la lengua y el de la “no relación sexual”. La respuesta puede ser el pensamiento y las palabras blasfemas, injuriantes y abyectas. Sería el surgimiento en lo real del objeto pulsional voz. Rimbaud captó la cuestión del exilio y por eso encarna al adolescente siempre moderno, siempre apremiado. Él no se tomaba su tiempo, vivía con la máxima intensidad y prisa.

El lenguaje aporta una pequeña separación de goce necesario para poder arreglárselas con el propio deseo. Mutilarse un poco la lengua permite a uno representarse ante otro y traducir en palabras lo que se experimenta como exceso. Si no se produce esto, se está obligado a separar algo en uno mismo. Muchas prácticas de escarificación y adicciones son formas de enganche para intentar tratar estos desarreglos de goce-sentido. Rimbaud muestra mediante su esfuerzo de poesía la vía que seguir para salvar al sujeto de su sufrimiento, aunque a él no le sirvió.

PILAR RUIZ



 "Yo es otro" (Je est un autre)

"Car Je est un autre. Si le cuivre s’éveille clairon, il n’y a rien de sa faute. Cela m’est évident: j’assiste à l’éclosion de ma pensée : je la regarde, je l’écoute: je lance un coup d’archet: la symphonie fait son remuement dans les profondeurs, ou vient d’un bond sur la scène.

"Porque Yo es otro. Qué culpa tiene el cobre si un día se despierta convertido en corneta. Para mí es algo evidente: asisto a la eclosión, a la expansión de mi propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe de arco: la sinfonía se remueve en las profundidades, o entra de un salto en escena."

                               Carta de Arthur Rimbaud a Paul Demeny, 15 de mayo 1871 




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