Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




jueves, 3 de julio de 2014

Neurosis obsesiva en "Función y campo de la palabra y del lenguaje" - Lacan, 1953

 Alfredo Ramos

En la sesión del mes de abril trabajamos sobre algunas citas del texto de J. Lacan “Función y campo de la palabra y del lenguaje” que se refieren a la neurosis obsesiva, a partir del comentario que hace del caso de Freud del Hombre de las ratas.  Este texto, Función y campo. con el cual  J. Lacan inaugura su enseñanza, es del año 1953.  Se trata de una época todavía influenciada por algunos conceptos hegelianos como por ejemplo su concepción del deseo como deseo de reconocimiento en la relación con el otro, clave de la realización subjetiva, o la diferenciación entre lo universal y lo particular.  Siguiendo esta estela, Lacan desarrollará su concepción de la neurosis y del tratamiento psicoanalítico.  La neurosis entendida como una pregunta dirigida al Otro en relación a la existencia y a la sexualidad, no encuentra respuesta ya que en el conjunto de los significantes no hay ninguno que pueda representar ni a la muerte ni a la mujer, haciendo así presente la dimensión de la falta en el universo simbólico.   Las diferentes respuestas del sujeto frente a esa falta, encarnada en el deseo del otro, darán lugar a un tipo u otro de neurosis, defendiéndose del deseo en el caso del a neurosis obsesiva, o moviéndose hacia el deseo del otro, en el caso de la neurosis histérica.  El tratamiento psicoanalítico consistiría, en ese momento, en reintegrar la palabra particular de un sujeto, palabra reprimida, amordazada, en lo universal del lenguaje, de lo simbólico.

Lacan destaca las diferencias que ya S. Freud había encontrado en la  modalidad de defensa que caracteriza cada una de las neurosis, así en la histeria predominaría la represión, y en la neurosis obsesiva las formaciones reactivas de carácter directo, sin articulación con el Inconsciente.  Formaciones reactivas ubicadas en el Yo del sujeto, como puede ser la incorporación del síntoma al Yo, el fortalecimiento del Yo, la idealización de sí mismo, etc. Siempre bajo una fuerte tensión agresiva fruto del narcisismo en el que se basan estas formaciones.

Las citas trabajadas se encuentran en las páginas 290, 291 y 292, de la edición española de los Escritos, de Jacques Lacan, Ed. Paidós. 

La primera de ellas, la de la página 290, se refiere a la interpretación de Freud sobre la incidencia en el sujeto de la propuesta de matrimonio que le hace su madre, atribuyéndola al padre.  Interpretación inexacta incluso en el hecho de que el padre estaba ya muerto, pero que consigue un efecto subjetivo determinante para introducir en el discurso del sujeto un elemento que permite la conexión entre lo que le ocurre y el campo del Otro.  Como afirma Lacan, esta interpretación permite levantar los símbolos mortíferos que ligan narcisístamente al sujeto a la vez con su padre muerto y con la dama idealizada. La interpretación de Freud no tiene que ver con la exactitud de los hechos sino con la verdad del sujeto, es decir, con la función que el padre desempeñó en la estructura de la neurosis.

La siguiente cita que trabajamos, página 291, se refiere a la subjetivación forzada de la deuda que lleva a cabo el neurótico obsesivo.  En su caso, la falta estructural a todo ser hablante, la falta en ser que determina  la estructura del lenguaje, se presenta como culpa o deuda. En el caso del Hombre de las ratas, podemos ver cómo el intento de pagar las 3,80 coronas que debe, se vuelve tarea imposible.  Este argumento está determinado por la historia del padre, deudor de amor y de honor, ya que se casó con la madre por el dinero de ésta y además, dejó de devolver una deuda económica. Esta estructura constituye la determinación simbólica inconsciente que retornará en el síntoma del hombre de las ratas, como la deuda imposible de pagar.   De esta manera, el sujeto traslada al campo de lo imaginario, de la escena cotidiana de su vida, aquello que se le ha transmitido de forma simbólica a través de la historia paterna. Es una manera de hacerse cargo de eso que, por estructura, no se puede suturar, la falta en ser.

La tercera y última cita, en la página 292, nos supuso una dificultad añadida a la ya de por sí costosa lectura del texto de Lacan.  En esta cita, Lacan hace referencia a la pregunta de la que hablábamos al principio, la pregunta por la existencia que el neurótico obsesivo se dirige y dirige al Otro a través de diferentes “figuras mortales”, mortales por el lugar que el obsesivo les otorga, figuras en las que querría anular el deseo que le angustia.  Desde “la jaula de su narcisismo” intenta no implicarse subjetivamente, por lo que todo lo que lleva a cabo es mera coartada para permanecer al margen.  Eso sí, intentará domesticar gracias a un yo fuerte su relación con el Otro, mostrándole de qué “alta voltereta” es capaz,  en un “homenaje ambiguo”, ya que le querría muerto aunque por otro lado también lo necesite. 

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Texto trabajado:

“Freud va hasta tomarse libertades con la exactitud de los hechos, cuando se trata de alcanzar la verdad del sujeto. En un momento, percibe el papel determinante que desempeñó la propuesta de matrimonio presentada al sujeto por su madre en el origen de la fase actual de su neurosis.  Tiene además la iluminación de esto, como lo mostramos en nuestro seminario, debido a su experiencia personal.  Sin embargo, no vacila en interpretar para el sujeto su efecto como el de una prohibición impuesta por su padre difunto contra su relación con la dama de sus pensamientos.
Esto no es sólo materialmente inexacto.  Lo es, también, psicológicamente, pues la acción castradora del padre, que Freud afirma aquí con una insistencia que podría juzgarse sistemática, no desempeñó en este caso sino un papel de segundo plano.  Pero la percepción de la relación dialéctica es tan justa que la interpretación de Freud expresada en ese momento desencadena el levantamiento decisivo de los símbolos mortíferos que ligan narcisistamente al sujeto a la vez con su padre muerto y con la dama idealizada, y que sus dos imágenes se sostienen, en una equivalencia característica del obsesivo, la una por una agresividad fantasiosa que la perpetúa, la otra por el culto mortificante que la transforma en un ídolo”.   P.290

“de igual manera, reconociendo la subjetivación forzada de la deuda obsesiva cuya presión es actuada por el paciente hasta el delirio, en el libreto, demasiado perfecto en la expresión de sus términos imaginarios para que el sujeto intente siquiera realizarlo, de la restitución vana, es como Freud llega a su meta: o sea hacerle recuperar en la historia de la indelicadeza de su padre, de su matrimonio con su madre, de la hija “pobre, pero bonita”, de sus amores heridos, de la memoria ingrata del amigo saludable, con la constelación fatídica, que presidió su nacimiento mismo, la hiancia imposible de colmar de la deuda simbólica de la cual su neurosis constituye el protesto”.   P.291

“El obsesivo arrastra en la jaula de su narcisismo los objetos en que su pregunta repercute en la coartada multiplicada de figuras mortales y, domesticando su alta voltereta, dirige su homenaje ambiguo hacia el palco donde tiene él mismo su lugar, el del amo que no puede verse”.  P. 292


J. Lacan, Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, 1953

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