Trabajo realizado en
sesión de grupo, encuentros 24 de febrero y 24 de marzo 2017.
![](https://media.licdn.com/mpr/mpr/shrinknp_200_200/p/5/000/1ce/19b/21837b9.jpg)
Comienza describiendo
el momento donde los padres hacen la demanda y concurren con el menor; un niño
intranquilo, esquivo, con un rechazo muy marcado hacia el otro; donde los
padres dicen que desobedece.
Dídac es un niño que no plantea una clínica de encapsulamiento
autístico, esto quiere decir que no hay una homeostasis ni una regulación en su
mundo, es un sujeto que no puede estar tranquilo ni solo ni con los otros,
inmerso en una espiral de rechazos él y sus padres. Se angustia ante el acercamiento o la
distancia excesiva de éstos con ataques
de angustia y oposición que se manifiestan de forma muy explosiva.
En este sentido, por
lo tanto, hay un neoborde que le funciona como cuerpo y lo relevante del
desarrollo del trabajo es como la analista desde un lugar no intrusivo intenta
incluirse e incluir objetos (elegidos por él) desplazando este neoborde, sin ser perturbador para el
niño. La manera de desplazar este
neoborde es a través de la iteración, la repetición otra vez de las secuencias
dentro y fuera del despacho hacia otras salas. Estas repeticiones, van dando
torsiones que permiten desplazar este neoborde e incluir nuevos objetos ligados primariamente algunos
significantes. Sin dejar de lado la
inclusión de la analista, por supuesto. Aquí no hay un objeto
autístico pegado al niño que le funciones como regulador.
Todo el tiempo
Cecilia nos muestra su posición, su cautela a la hora de intervenir; estas
intervenciones son prudentes, no invasivas y teñidas de cierta intención y
deseo.
Más sobre Dídac: los padres refieren que no
saben cómo educarlo dado que no presta atención y se enfada si se insiste en
algo él opta por dar un empujón (algo de la desencarnadura del otro aparece
aquí). Su lenguaje es precario, habla
poco algunas palabras sueltas. Motricidad: comienza su marcha autónoma. Un
rasgo bizarro es que aletea si está contento. Lo define como una estereotipia, tiene que ver
con los escasos recursos simbólicos e imaginarios para regular lo que afecta a su cuerpo en ese
–alegría- un estado de excitación muy difícil de localizar (p. 41).
Presentación del niño, primera sesión
Dídac llega muy
angustiado y desenfrenado, da gritos en
forma estridente y inarticulada, esconde sus ojos dejándolos en blanco, tira la
cabeza hacia atrás y se golpea con la pared, huye de las personas y avanza
caminando con los brazos abiertos. Entra al despacho junto a sus padres, con
dificultad, y se esconde detrás de ellos.
La analista sanciona,
con una primera frase, en tercera persona, que él quería estar con los padres.
Después de esto se separa de ellos y se dirige a un juguete al que toca
tímidamente y se retira, la segunda sanción fue, que a él le gustaba ese coche
rojo.
A partir de aquí se
establece una alternancia entre estar con los padres o acercarse al coche rojo
y tocarlo. (el coche estaba detrás de la analista ) creo que este alternancia
marca una primera división en dos momentos o estados.
La segunda parte de la
sesión es cuando él desea salir la analista lo consiente y lo acompaña a vagar por las
otras salas en las que ve algunos objetos que intenta nombrar. Esta es una errancia en lo que podría intuirse lo que fue
luego una repetición ordenada que lo apaciguara levemente.
El cierre de esta sesión es caótico, el niño
se va mal, angustiado, y no acepta ningún objeto de los ofrecidos por la
analista para que se lleve. Ella dice, que a él le gustaba estar aquí y que
vendría otros días. (aquí la analista sanciona algo del orden de un deseo que
la viene del otro) (pp. 42-43).
Si bien es este
primer encuentro el niño no puede llevarse nada del centro nada que represente
la ausencia del otro que le toca encarnar. (pp. 45, 49) Lo
importante y destacable es que ha podido separarse de los
padres y calmarse un poco intermitentemente; deducimos que espera algo de
su asistencia al centro.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Py1faVt4Wc5f80IKVw9wNYrb5RFSGXkHcMiuVVmdtpFPEH701NsV45-VT30RyVoomQTeNZikTazW7zXec5RXqDmUKB7VIDCD5Ry805QtfkIDBoqvVeWNOSMJFowBsaEc03PAr9VmkKA/s200/Cecilia+Hoffman+Portada+Construyendo+Mundos.jpg)
La analista, refiere
que a lo largo de las sesiones los circuitos más o menos se repetían aunque
algunos objetos dejaron de interesarle.
Poco a poco tras
varias sesiones los circuitos se repetirán más o menos y aparece algo nuevo que
es que “él tocaba y agitaba las cortinas”. Cecilia, favorece esto subiéndolas y
bajándolas poco a poco con un mecanismo manual que él miraba sucesivamente. A la vez le
cantaba con voz muy baja canciones populares catalanas referidas a la luna y al
sol alternativamente acompañado con los cambios de iluminación que se producían
al abrir y cerrar las cortinas. “ Dídac responde a este juego con una tenue
sonrisa. Esto no determina que siempre siga así, la analista aclara que también
se dan de las otras escenas de llanto, huida y angustia.
Aquí hay dos
cuestiones, se podría decir que hay un
pequeño avance en relación a las primeras sesiones dado que él tolera cierta
cercanía de la analista y de los objetos. Lo segundo es cierta regulación
imaginaria que parecería que se ha puesto en juego, en el sentido que tanto el cuerpo del otro como el de él
mismo es más tolerable, está menos presente para él (p. 52).
Las canciones y la
acción es un intento de transmitir algo de lo simbólico.
“Este incipiente cambio se
podría entender como un vaciamiento de goce". Con el juego de la alternancia de
las cortinas que él ha consentido, ese goce vaciado se localiza en la mirada (él contempla la luz, sin moverse y expectante) y decimos que así el objeto
mirada se recorta, en el sentido de que toma entidad como tal, la mirada ha
sido extraída, produciendo un borde, en tanto Dídac puede consentir entregarla
al otro y recibir del otro la mirada. Es aceptar algo pequeñísimo del otro
esperar la luz y la sombra y la palabra. (p. 55) Los lanzamientos
del coche: Cecilia los esconde para provocar su extrañeza en aras de
promover lo simbólico.
La matriz del borde
Lo que caracterizo lo
simbólico es poder nombrar la ausencia, en cambio en lo real todo está
presente, sin el menos que introduce la simbolización. Un objeto se representa
en signo lingüístico y en imagen. Lo que se ve, es que Dídac busca el coche detrás
de la puerta, si esto sucede es porque confía en encontrarlo en la realidad.
Cecilia habla de una matriz que se repite para que esto pueda inscribirse La
repetición lo que busca es repetir cada vez la satisfacción primera, como en todo juego de niño es un trabajo del
sujeto.
La matriz empezará a
repetirse (p. 57).
La operación en juego
en estos primeros momentos del tratamiento tiene que ver con el recorte y la fijación del goce, la
localización en zonas corporales, iniciando un trazado en el cuerpo que
delimitará unas condiciones de satisfacción.
Agregar que en el
curso de las primeras sesiones Dídac articuló los primeros fonemas ( pa-pa) al
regresar hacia sus padres.
La repetición
Su evolución siguió
un modo de repetición enriquecedora en el sentido que no era una repetición
absoluta sino que daba combinaciones enriquecidas sin llegar a ser una estereotipia.
La analista habla de un itinerario que Dídac realizaba: comenzaba con el coche
rojo este juego implica alejarse alternativamente de sus padres y de la
analista. Sigue por el local con la compañía de los padres las cortinas con las canciones asociadas, la
pelota grande en la sala de fisioterapia.
En casa había un
objeto que a él le llamaba la atención, el único, la lavadora. Como
palabra estaba el –no- pero un no enfurecido, Cecilia ubica una modalidad muy
fuerte de rechazo a todo lo que venga del otro.
El malentendido
En relación a este
rechazo, su madre comenta que a ella no la busca, esto era vivido por ella con
mucha intensidad y convicción, porque no la nombraba. Pero Dídac en un momento, dijo pa-pa yendo claramente hacia ella. (Esto
es marcado por Cecilia), diciendo que él no tiene aún los fonemas adecuados
para nombrarla correctamente…
Otro punto importante es como sus padres
manifiestan, Dídac no hace caso –desobedece- aunque entiende, el no rotundo es
también para cuidarlo que no se acerque a determinados objetos. (p. 64) Habla de una
espiral de rechazos mutuos basado en la convicción recíproca de ser rechazados
algo que puede llagar a ser infernal. En la desobediencia lo que hace no es más
que traducir su impotencia, y su vez el rechazo de su hijo a todo. Interesante que Cecilia marca el uso de la palabra pa-
pa cuando va hacia la madre porque habla
de la introducción del deseo para cortar el goce en que los dos estaban.
Amplia su
vocabulario. Aparece el término –alelapa– señalando la pelota de la sala de fisioterapia. Con mucho entusiasmo la
abrazaba y repetía –alelapa (pp. 65-66).
Acerca del Fort-Da. Seminario
VI. Lacan 1958-59
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiu9g8qgYNY_Lm0FpIy5FF5Xt4ZqIMmkT8P9eBY2A-kIOyAb_3QCnAdZXYMzsZXbxcz7Zn4PnRnVn3YrVoxpt4xKrHjFshX70L9orA6CvhyphenhyphenhrakIm9rjwd8O1osUKMjcnZO27fmHbxxctI/s200/Lacan+El+deseo+y+su+interpretaci%25C3%25B3n+6.jpg)
Volviendo a Dídac en el caso de la pelota
nombra al objeto y no su falta, cosa que es característico en el sujeto
autístico a diferencia del objeto del Fort-Da…, los golpes y empujones que le
da son intentos de ausentarla, de ponerla lejos real-mente, introducir algo de
la negatividad. Acá es al revés es un intento de producir una ausencia y no una
presencia (pp.71-74).
Construcción
del borde autístico
“En la progresión, aún muy reciente, del caso
Dídac, detallaremos los elementos que van integrando el neoborde que está
construyendo” (p. 83).
Primer objeto en el
dispositivo de tratamiento es el coche
rojo, esta elección constituyó una matriz de borde, en tanto éste le
permitía un modo de tratar y descubrir lo que quería hacer suyo y rechazar.
En casa está la
lavadora, como objeto. El la introdujo como ausente cuando la nombró, como alela, derivando su nombre del de la
pelota, alelapa.
Remarcar que la
matriz de borde ya estaba construida cuando Dídac comenzó el tratamiento pero
era una matriz que no lo pacificaba. Este objeto –lavadora– estaba pero de
forma muy conflictiva, mezclado con aquel no vivido como rechazo, que le
excitaba desorbitadamente a él y desbordaba a sus padres (p. 84).
Las cortinas, ligadas
a la oposición significante sol-luz/ sombra-luna, y la voz tuvieron la función
de introducir el objeto mirada. Sus
padres también forman parte de este borde, figuras aludidas como pa-pa.
Como objetos
especiales para Dídac, están la pelota de fisioterapia y la lavadora. Se puede
observa que tanto una como otra tienen que ver con la globalidad corporal, la
pelota a través de las sensaciones táctiles y la lavadora, cuando, él, para
hacer como ella, tensa todo su cuerpo, reproduciendo los sonidos y movimientos
de la misma.
A dos meses de
tratamiento, Cecilia nos transmite, que el niño está aún marcado por la
emergencia de momentos imprevisibles de angustia, su mirada todavía es muy
esquiva, pero ha fraguado un nuevo lugar en el mundo.
Patricia Montozzi
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