Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




domingo, 7 de abril de 2024


La joven homosexual, ¿“una muchacha nada neurótica”?

Alín Salom

Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina es un texto de Freud, de 1920, época cuasi victoriana en la cual la homosexualidad aún se consideraba como un delito o una enfermedad. Freud ya distingue en esta fecha tan temprana entre (a) los caracteres sexuales somáticos, (b) los caracteres sexuales psíquicos, (c) el tipo de elección de objeto, como series independientes. Por otro lado, Freud sostiene siempre la “premisa de la bisexualidad original del individuo humano”. Dice que siempre existe “al lado de la heterosexualidad manifiesta, una considerable magnitud de homosexualidad latente o inconsciente”.

La muchacha sin nombre en el escrito de Freud se llamaba en realidad Margarethe Csonka. Era, “una apasionada defensora de los derechos femeninos”, dice Freud, una adolescente rebelde (tiene 18 años, cuando acude a la consulta), que se exhibe con la dama a la que corteja, la Baronesa Leonie Puttkamer, una cocotte diez años mayor que ella. Margarethe hace un pasaje al acto: un intento de suicidio. Freud habla de Margarethe como “una muchacha nada neurótica”, en el pie de página 1518 de la traducción de Ballesteros1. Habría que ver qué quiere decir ese “nada neurótica”.

La psicogénesis, o sea, el origen psíquico de esa homosexualidad es, según Freud en este artículo, plenamente edípica. Cuando Margarethe está en plena adolescencia, fase de reviviscencia del complejo de Edipo (nos olvidamos a menudo de ello), cuando ella espera un niño del padre como sustituto del falo que no tiene dice Freud o en términos lacanianos, ella entra en “la simbólica del don”, resulta que es la madre la que tiene un bebé del padre. Adviene un hermano, un niño real “real” en sentido lacaniano, o sea traumático en lugar del niño imaginario que ella esperaba. Margarethe sufre una enorme decepción.


La decepción parece ocupar un lugar fundamental en muchos casos de homosexualidad femenina. A raíz de esta decepción, Margarethe rechaza al padre, rechaza el amor de todo hombre, rechaza el deseo de hijo y, finalmente, rechaza su propia feminidad, en una lógica de efecto dominó. Freud dice que, tras la decepción, Margarethe “se transformó en hombre y tomó como objeto erótico a la madre en lugar del padre”2. Escribe también: “tendencias hostiles y vengativas contrarias al padre [...] la mantenían encadenada a la homosexualidad...”3 La elección de objeto homosexual ofrece una doble ventaja a Margarethe: por un lado, se venga del padre (“tú me has engañado, ahora yo te engaño a ti”; y para disgustarle se pasea con la Dama cerca de su oficina); por otro lado, se reconcilia con la madre, porque deja de ser la competidora de esa madre compulsivamente coqueta y competitiva.


Agreguemos algunos datos más respecto a las coordenadas edípicas del caso, a partir de la biografía de Rieder y Voigt sobre Margarethe4: la joven experimentaba un profundo desconsuelo

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1 Freud, S., Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1982, p. 2552.

2 Freud, S., op. cit., p. 2552.

3 Freud, S., op. cit., p. 2555.

Aflalo afirma: toda una serie de mujeres homosexuales muestran tener el mismo recuerdo traumático: se han sentido dejadas caer por el padre quien las ha humillado y ha desvalorizado su feminidad. A partir de ahí hay un cambio: la niña se identifica al padre y elige amar a la madre.

4 RIEDER & VOIGT, Sidonie Csillag: La joven homosexual de Freud.

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por el rechazo hacia ella de su madre, la cual manifiestamente prefería a sus hijos varones. Esta madre siempre será retratada por Margarethe, como fría y distante con su hija. La única vez que Margarethe rompe a llorar en el curso de una sesión con Freud será precisamente cuando hable amargamente de su impotencia para conmover los sentimientos de su madre. Un episodio destaca en esta relación. Margarethe solía acompañar a su madre a Semmering, uno de esos “lugares de descanso” para la burguesía, a unos 100 km de Viena, para que su madre reposara. El padre se quedaba en Viena por negocios. Durante estas estancias su madre se transformaba: de ser una persona temerosa y reacia al trato social, se convertía en una vampiresa. Flirteaba y coqueteaba tanto que su hija sentía vergüenza ajena y repugnancia. Los hombres revoloteaban alrededor de esa mujer aún atractiva como polillas. En una ocasión, un hombre quiere hacerle un cumplido a la madre: le dice que tiene una hija ¡tan bien educada! La madre le responde que Margarethe no es hija suya, sino de una conocida. En los días siguientes Margarethe ni se acerca a su madre. Margarethe tampoco podía decir a su padre lo que ocurría en estas estancias. Hay una falta de lugar para Margarethe en el deseo materno. No es descabellado que orientara su Edipo hacia el padre “de manera [tan] estable y particularmente reforzada”, en términos de Freud. De ahí la desesperación de Margarethe y su intento de suicidio, cuando su padre la fulmina con la mirada al toparse con ella por la calle en compañía de la dama1.


¿Hay realmente psicogénesis?

A pesar de que la psicogénesis de este caso de homosexualidad está, según Freud, totalmente basada en el Edipo, Freud dedica el último apartado del artículo a argumentar que no hay una psicogénesis automática, previsible, en el desarrollo de un sujeto:


Analíticamente puede descubrirse siempre con toda seguridad la causación, siendo, en cambio, imposible toda predicción sintética. De este modo no habremos de afirmar que toda muchacha cuyos deseos amorosos, emanados de la disposición correspondiente al complejo de Edipo en los años de la pubertad, queden defraudados, se refugie en la homosexualidad. Por el contrario, creemos mucho más frecuente otras distintas reacciones a este trauma. Pero entonces habremos de suponer que, en el resultado de nuestro caso, han intervenido decisivamente otros factores especiales ajenos al trauma y probablemente de naturaleza más interna...”2


¿Cuáles son estos “otros factores”? Freud se refiere a: “inclinaciones homosexuales en la pubertad”, “fijación infantil a la madre”, “complejo de masculinidad”, “envidia del pene”, etc., etc., etc. Lacan va a decir en el Seminario 3: “el secreto del psicoanálisis es que no hay psicogénesis”3. Eso es lo insoportable para una psicología simplista.


No entraremos en esta reseña en la cuestión del pasaje al acto, el niederkommt de Margarethe, a pesar de ser sin duda una cuestión crucial. Señalemos, no obstante, que la denigración de la homosexualidad aún a principio del siglo XX fragilizaba enormemente a los sujetos.


Amor idealizado y abismo del goce sexual

Más allá de las coordenadas edípicas, hay una voluntad de Margarethe de elegir como objeto de deseo a mujeres a menudo inalcanzables, Lacan dice en el Seminario 4:


Es un amor que no solamente prescinde de satisfacciones, sino que apunta con mucha precisión a la no satisfacción. Es el orden mismo en que puede florecer un amor ideal –la institución de la falta en la relación al objeto”.4


Margarethe sostiene siempre un amor cortés, idealizado y casto hacia ellas, y pretende encarnar el lugar de “un falo abstracto, heroico, único y consagrado al servicio de una dama”5. Así sostiene Margarethe a La Mujer. En efecto la idealización de la mujer parece un rasgo frecuente de la homosexualidad tanto masculina como femenina. Recordemos a André Gide su Madeleine...

Sabemos por la biografía de Rieder y Voigt que Margarethe tuvo dificultades con el goce sexual. Experimentaba asco, repugnancia cada vez que se acercaba la posibilidad de un encuentro cuerpo a cuerpo con una mujer, y no digamos con un hombre.6 Este rechazo del goce sexual le costó la pérdida de la que fue su segundo gran amor, después de la baronesa Léonie Puttkamer, una tal Vjera Rothballer. Margarethe vive un apasionado romance con esta bellísima mujer que siempre la había fascinado7. Se van de viaje un par de semanas, viaje que ha fantaseado y anhelado Margarethe toda su vida. Y cuando realmente la tiene en su cama, huye con su amado e inseparable perro, Petzy. El perro es un escudo, es su verdadero partenaire. Finalmente, Vjera la enfrenta a una elección: ¡O tu perro o yo! Y Margarethe elige a su perro, algo que lamentará con nostalgia el resto de su vida.


No es que Margarethe haya carecido por completo de vida sexual. Hay algunas mujeres con las que sí mantuvo relaciones a lo largo del tiempo, y se casó, además, con un hombre, un hombre al que no deseaba. Hizo un matrimonio de conveniencia, para contentar a su padre que creía que un matrimonio iba a “enderezar” a su hija. Margarethe queda cautivada cuando ve a este hombre, con su uniforme militar montando a caballo8. Luego resultará que es un canalla, que le sustrae todo lo que puede de su patrimonio.


Margarethe se dedica toda la vida a perseguir mujeres imposibles, inalcanzablesquimeras amorosas. El amor idealizado la resguarda del abismo del goce sexual9.  El amor cortés es como una solución para Margarethe. 10

¿Era Margarethe una muchacha “nada neurótica”?

Tal vez en comparación con Anna Freud, parecía llena de deseo, sostenía mucho mejor su deseo11. Señala Lacadée que Anna Freud también se giró hacia las mujeres. Pero Anna Freud parece haber sido abstinente toda su vida. A pesar de que estuvo años conviviendo con Dorothy Burlingham, parece que no mantenían relaciones sexuales. Anna Freud sostuvo que un homosexual no podía ser psicoanalista. Y así sigue la IPA sin aceptar que candidatos homosexuales sean admitidos como analistas.


Ahora bien, hay en Margarethe un rechazo del inconsciente, un rechazo del sentido edípico; no acaba de asumir el complejo de castración, rechaza el goce sexual. A lo largo de su vida, intenta suicidarse tres veces; del último intento se salva por los pelos. Si Margarethe no es “nada neurótica”, no es porque esté libre de síntomas, sino que se trata de otra estructura.12


En todo caso, la homosexualidad y el amor cortés son su solución sintomática, sublimatoria, la “construcción" de Margarethe.

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BIBLIOGRAFÍA

FREUD, S., Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 19xx,

vol. III, pp. 2545 y ss.

Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 19xx,

vol. XVIII, pp. 137 y ss.

LACAN, J., Seminario 4, La relación de objeto,

Las vías perversas del deseo”, caps. VI-VIII, pp. 97 y ss.13

Buenos Aires, Paidós, 1994.

Seminario 6, El deseo y su interpretación,

cap. XXVI, “La función del splitting en la perversión”.

Buenos Aires, Paidós, 2014.

Seminario 10, La angustia, cap. VIII, “La causa del deseo”, §3.

Buenos Aires, Paidós, 2008.

Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,

cap. III, “Del sujeto a la certeza”.

Buenos Aires, Paidós, 1987.

AFLALO, “Des amours et des femmes. Des homosexuelles en analyse”,

La Cause du Désir, n.º 81, 2012.

AROMÍ, A. & FERNÁNDEZ BLANCO, M., “Homosexuales en análisis”,

disponible en línea.

BROUSSE, M.-H., “La homosexualidad femenina en plural. Cuando

las histéricas prescinden de sus hombres de paja”, Freudiana, n.º 9, 2023.

GOYA, A., “La joven homosexual”, Nucep, disponible en línea.

LACADÉE, Ph., “Extirpar la libido del rincón donde se ha escondido”,

Freudiana, n.º 100, 2024.

PÉLABON, C., “Le passage à l'acte de la jeune homosexuelle”,

Figures de la psychanalyse, n° 10/11, 2010.

RIEDER, I. & VOIGT D., Sidonie Csillag: La joven homosexual de Freud,

Córdoba, El cuenco de plata, 2011.

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APÉNDICE

La homosexualidad en la época de la despatologización

a partir del texto “Homosexuales en análisis” de Anna Aromí y Manuel Fernández Blanco14

La clínica hoy

La pregunta ¿soy homosexual? hoy se ha rarificado en extremo15. La cuestión que actualmente empuja a los homosexuales, ellos o ellas, a acudir al psicoanálisis no tiene que ver necesariamente con la homosexualidad. Está sobrepasada la época del sufrimiento por la elección de objeto.


Hoy se observa cómo algunos jóvenes hacen una elección ocasional de goce homosexual sin que eso los divida o les otorgue necesariamente una identificación o un ser. En la clínica vemos una mayor variabilidad en la elección, a menudo no exclusiva y variable en el tiempo.  Nuestra época se caracteriza por la extrema labilidad de los goces.

Homosexualidad y estructura clínica

La homosexualidad puede estar presente en todas las estructuras clínicas. Tiene, por supuesto, sus particularidades según los sexos. Lacan siempre se opuso a situar, al contrario que otros analistas de su época, la homosexualidad en el campo de la perversión.


No es posible mantener la homosexualidad como una categoría, clase o tipo clínico. No existe la homosexualidad, sino homosexualidades. No hay un "para todos" de la homosexualidad. El deseo homosexual se sitúa en la dimensión del uno por uno.


Hombres y mujeres se distinguen por su modo de goce, independientemente de que sean homosexuales o heterosexuales. Lacan, en El atolondradicho dice: llamemos heterosexual, por definición, a lo que ama a las mujeres, cualquiera que sea su propio sexo16.


No hay simetría entre la homosexualidad femenina y la masculina, como tampoco la hay entre homosexualidad y heterosexualidad.

Del lado de la homosexualidad femenina

La dimensión del amor puede estar especialmente privilegiada en la homosexualidad femenina, como un modo de suplir la inexistencia del significante del Otro sexo: si hay amor, nada falta.


Del lado femenino, las mujeres tienen una relación particular con el S(A/ ). Es por esto que estos sujetos pueden insistir más fácilmente sobre su diferencia, es decir presentarse como liberadas, en una especie de insostenible ligereza, de toda identificación17.


Algunas Doras de hoy en día pasan de una posición homosexual inconsciente, reprimida, no pasada al acto (donde Dora se quedaba), a una posición consciente y un acting out de la atracción por lo femenino en la otra mujer. Sin pasar por el hombre, ni el deseo de un hombre, van directamente hacia ese Otro sexo que las fascina, que ellas aman. El lazo con esa mujer que se supone que es Otra, diferente de ellas, que se supone que va a venir a revelarles su propia feminidad, produce un encantamiento amoroso. Brousse dice: Hay simplemente mujeres que se autorizan a ser hombres como los demás18.


Del lado de la homosexualidad masculina

Así, del lado de la homosexualidad masculina, como señala Éric Laurent, bajo la apariencia de la relación a lo mismo, es la relación al Otro femenino lo que está en cuestión y divide al sujeto. 


Si "hetero" es, como propuso Lacan, lo que ama a las mujeres, ¿debemos deducir que los "homo" no las amarían? No es lo que la clínica parece indicarnos; no es raro encontrar en sujetos homosexuales un amor dirigido a figuras femeninas.


Del lado gay, es la identificación al falo muerto la que tiene una densidad particular.


Una pregunta, un punto de partida

¿Podemos seguir afirmando que la homosexualidad comporta un tipo de rechazo de la castración?


El psicoanálisis descarta cualquier posibilidad de postular una sexualidad normativa. Con Freud, es necesario concluir que no hay más sexualidad que la desviada.

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1 El pasaje al acto no se comprendería si, a la vez, la baronesa no le hubiese dicho que deseaba interrumpir la relación con ella. Abandonada por los dos, Margarethe se deja caer como un objeto a palea, señala Lacan en varios Seminarios.

2 Freud, S., op. cit., p. 2559.

3 Lacan, J., El seminario 3, Las psicosis, Buenos Aires, Paidós, 1984, p. 17.

4 Lacan, J., Le Séminaire 4, La relation d’objet, París, Seuil, 1994, p. 109.

5 Lacan, J., Le Séminaire 11, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, París, Seuil, 1973, p. 39.

6 Lo cual sugiere directamente una estructura histérica. De hecho, Lacan habla en el Sem 5, fr. p. 407, (sin conocer la biografía) de “extender” la histeria hasta ahí. O sea, me parece entender que la homosexualidad femenina es hasta cierto punto histeriforme.

7 Su “condición erótica” era: la belleza. Lacan indica que el deseo perverso aparece anudado en torno a exigencias estéticas. Y que el perverso se identifica a la forme imaginaria del falo. Sem 6, El deseo y su interpretación, ed. fr, pp. 550-551.

8 Tous les coups de foudre amoureux de Sidonie prendront la même forme (il y en aura trois dans sa vie), c’est-à-dire qu’elle est saisie visuellement par l’apparition d’une femme dont l’image la fascine.” Caroline Pélabon, “Le passage à l'acte de la jeune homosexuelle”, Figures de la psychanalyse, n° 10/11, 2010, p. 221.

9 Goya, A., “La joven homosexual”, Nucep, disponible en línea.

10 Señala Lacan en el Sem 6, creo, que, de hecho, el tipo de amor idealizante-idolátrico aparece tb en Gide, en la perversión en general, pero sobre todo en la homosexualidad que oscila entre el fetichismo y la idolatría.

Ibid., pp. 548-549 “Que voyons nous chez l’homosexuelle féminine? [...] la jeune patiente de Freud se précipite dans l’idéalisation homosexuelle [...] Elle est bien le phallus [...] Chez le névrosé, le désir de l’Autre fait l’effroi du sujet, lequel se sent courir là tous les risques. Chez l’homosexuel en revanche, ce désir trouve son symbole, surgi de la mère, dans le phallus, qui est ici l’élément signifiant essentiel, le centre autour de quoi va s’organiser toute la construction du pervers...”

11 Lacadée, “Extirpar la libido del rincón donde se ha escondido”, Freudiana, n.º 100, 2024.

12 ¿Es una perversión? Marie-Hélène Brousse dice que en el caso de la joven homosexual no está claro que se trate de una perversión, que hay que ser prudentes. En cambio, Stella Harrison insiste en que sí se trata de una perversión: porque el padre y la Dama son forzados a ver su caída (recordemos cómo Mishima hace fotografiar mientras lleva a cabo su harakiri). Brousse, M.-H., “La homosexualidad femenina en plural. Cuando las histéricas prescinden de sus hombres de paja”, Freudiana, n.º 9, 2023. “Harrison, Stella (dir.) Elles ont choisi. Les homosexualités féminines, París, Michèle, 2013, p. 41.

13 Cap. VI: “La primacía del falo y la joven homosexual”. Cap. VII: “Pegan a un niño y la joven homosexual”. Cap. VIII: “Dora y la joven homosexual”.

14 Anna Aromí & Manuel Fernández Blanco: “Homosexuales en análisis”, disponible en línea,

http://ccbcn.info/xv-conversacion/

15 Después de haber sido una cuestión que hacía temblar a los semblantes sociales, y que amenazaba al fantasma masculino tanto como al fantasma de la maternidad,

16 Lacan, J., “El atolondradicho”, Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 491.

17 Laurent, É., “Ni Ganymède, ni made in gay”, en La cause freudienne, n.º 55, 2003, p. 55.

18 Brousse, M.-H., op. cit.





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