Eugenio Díaz dividió su conferencia en dos
batientes: una primera parte sobre el malestar en el cuerpo y una segunda parte
sobre la cuestión de la dirección de la cura.
No
hay cuerpo sin malestar
Eugenio Díaz comenzó por señalar que hablar de malestar en el cuerpo implica una redundancia: siempre que hablamos
del cuerpo, hablamos de malestar. El cuerpo del bienestar es el cuerpo
idealizado: el del deseo, el del narcisismo. En cambio el cuerpo real es el
cuerpo del malestar: el de la conversión en la histeria, el del lenguaje de órganos
en la esquizofrenia, etc. Incluso en la neurosis obsesiva, donde el malestar se
sitúa más del lado del pensamiento, hay malestar en el cuerpo: hay insomnio,
hay ratas que amenazan con penetrar en el cuerpo… Por tanto, no se puede separar el malestar del
cuerpo. En los términos de Lacan: “El goce es una propiedad del cuerpo” –del
ser hablante.
¿Distinguir
o no distinguir entre cuerpo y organismo? Consecuencias
A continuación Eugenio Díaz señaló que la
distinción entre cuerpo y organismo es esencial para el psicoanálisis. Aparece en
Freud, ya en 1905, cuando diferencia entre pulsión e instinto, cuando escribe
que en el cuerpo hay algo interrumpido por la acción de lo psíquico. Aparece
también en el primer Lacan, a pesar de que ha sido acusado de no tratar el cuerpo. Sin
embargo, Lacan señaló desde un principio que, para que hubiese un cuerpo, debía
haber un organismo más una imagen. Más adelante el cuerpo se vuelve mucho más importante: en
las conferencias norteamericanas, Lacan señala, en 1975, que el concepto de cuerpo
es uno de los fundamentos del psicoanálisis. Y este concepto lo diferencia de
la ciencia y la psicología, que identifican al sujeto con su organismo.
La confusión entre cuerpo y organismo tiene
consecuencias nefastas, porque elimina el inconsciente. Contra esta confusión se erige
el próximo encuentro de Pipol. La confusión cuerpo/organismo lleva a no querer
saber nada del goce y permite psicopatologizar la vida cotidiana: si su cerebro
(organismo) es toxicómano, ¿qué puede hacer el sujeto? ¿Qué puede hacer alguien, si tiene el lóbulo frontal dañado? En definitiva, la confusión cuerpo/organismo
conduce a desresponsabilizar al sujeto. El propio Putnam, el científico que
formuló una teoría absolutamente mecánica de la mente, como si fuera una
máquina que funciona a base de inputs
y outputs, se desdijo de su propia
teoría. Hasta a él le pareció demasiado reduccionista. Quizá le entró la
angustia, dice Eric Laurent.
No es lo mismo afirmar que el sujeto es su
cerebro, es decir, su organismo, como lo hacen las neurociencias y la
psicología, que recorrer el camino que propone el psicoanálisis. Y este camino
dice:
“El Otro del ser hablante es el cuerpo.”
No el organismo, sino el cuerpo es el Otro
del ser hablante. Las neurociencias y el psicoanálisis son dos caminos antagónicos. El ser humano, para las neurociencias, es
un autómata probabilístico. En cambio, para el psicoanálisis, el ser humano es
un cuerpo hablante, un cuerpo perturbado
por el lenguaje, un cuerpo marcado, un cuerpo con cicatrices, pedúnculos, marcado por el trauma, traumatizado, troumatizado,
irreductible, incurable, ¡y por suerte! –agregó Eugenio Díaz.
La
dirección de la cura frente al malestar en el cuerpo
El trauma es lo que nos salva de ser
animales o máquinas. El trauma es incurable como tal y eso se puede vislumbrar
a través del análisis. Eugenio Díaz expuso un caso clínico con el cual quedó
esta afirmación clarísima. En definitiva, se puede dar vueltas y
vueltas al sentido en un análisis, como si uno fuera a encontrar así el origen
de su trauma. Pero en el fondo, todos los supuestos orígenes son espurios; el auténtico
origen del trauma es el propio lenguaje. El cuerpo está radicalmente perturbado
por el lenguaje. El sinthome es el
modo en que cada uno se las arregla con el trauma de ser hablante.
Orientarse
hacia lo real es orientarse hacia el cuerpo
–dijo Eugenio Díaz con una fórmula
lapidaria. Ésta es la dirección de la cura frente al malestar en el cuerpo. Aunque se tenga que pasar por el guiñol del Edipo, tarde o temprano
hay que ir al rasgo sufriente, al rasgo rebelde –¿dónde?– ¡en el cuerpo! No hay dirección de la cura sin
que el cuerpo esté implicado –tanto el cuerpo del analizante como del analista.
La cuestión que se plantea en última instancia en un análisis es: ¿dónde las
palabras se localizan en el cuerpo? De lo que se trata es de localizar las marcas de los decires. La
dirección de la cura apunta a un saber
hacer de otro modo con el síntoma en el cuerpo: el sinthome se sitúa precisamente ahí.
Los
tres paradigmas del cuerpo
Eugenio Díaz señaló que tres paradigmas
ordenan el pensamiento lacaniano respecto al cuerpo. En un primer tiempo, el
cuerpo es imaginario; el cuerpo es el del estadio del espejo. El cuerpo es la
bella forma que los hombres adoran. ¿Quién soy yo? Dibujo, pues, los contornos
de mi ser.
En un segundo tiempo, el cuerpo se hace
simbólico, en el pensamiento lacaniano. El significante separa del cuerpo. Es
un estrago, pero lo necesitamos.
En un tercer tiempo el cuerpo se hace real.
No se goza del cuerpo, sino que es el cuerpo el que goza. En definitiva, el
cuerpo da la dimensión de sujeto.
Eugenio Díaz retomó también el testimonio
de la AE Araceli Fuentes, cuyo texto El misterio del cuerpo hablante hemos trabajado este año: “Un empuje a decir
irrefrenable es el cuerpo” -citó.
No podemos retomar los casos y las viñetas
clínicas con las que Eugenio Díaz ilustró magníficamente la teoría; pero sí
podemos retomar algunas de las referencias bibliográficas a las que nos remitió,
aquellas que alcanzamos a apuntar:
- Pierre
BRUNO: “El dicho –sobre la esquizofrenia–”, Freudiana, 9 (1993).
- Jacques-Alain
MILLER: El Ser y el Uno, en parte en Freudiana,
73-78 (2015-2016).
- Mauricio
TARRAB: “Notas sobre el cuerpo”, Metáfora
3 (2004), on-line.
Cuando creíamos ingenua y zafiamente que
habíamos agotado el ciclo de nuestro trabajo este curso, vino Eugenio Díaz y nos dejó asombrados con esta última vuelta de tuerca a la problemática del cuerpo, ¡aclarándonos
tantas cosas que no habíamos entendido o no habíamos hecho más que rozar a lo largo del año! Le
estamos profundamente agradecidos.
MIRIAM PÉREZ y ALÍN SALOM