Alfredo Ramos
En la sesión del mes de abril trabajamos
sobre algunas citas del texto de J. Lacan “Función y campo de la palabra y del
lenguaje” que se refieren a la neurosis obsesiva, a partir del comentario que
hace del caso de Freud del Hombre de las ratas.
Este texto, Función y campo. con el cual
J. Lacan inaugura su enseñanza, es del año 1953. Se trata de una época todavía influenciada
por algunos conceptos hegelianos como por ejemplo su concepción del deseo como
deseo de reconocimiento en la relación con el otro, clave de la realización
subjetiva, o la diferenciación entre lo universal y lo particular. Siguiendo esta estela, Lacan desarrollará su
concepción de la neurosis y del tratamiento psicoanalítico. La neurosis entendida como una pregunta
dirigida al Otro en relación a la existencia y a la sexualidad, no encuentra
respuesta ya que en el conjunto de los significantes no hay ninguno que pueda
representar ni a la muerte ni a la mujer, haciendo así presente la dimensión de
la falta en el universo simbólico. Las
diferentes respuestas del sujeto frente a esa falta, encarnada en el deseo del
otro, darán lugar a un tipo u otro de neurosis, defendiéndose del deseo en el
caso del a neurosis obsesiva, o moviéndose hacia el deseo del otro, en el caso
de la neurosis histérica. El tratamiento
psicoanalítico consistiría, en ese momento, en reintegrar la palabra particular
de un sujeto, palabra reprimida, amordazada, en lo universal del lenguaje, de
lo simbólico.
Lacan destaca las diferencias que ya S.
Freud había encontrado en la modalidad
de defensa que caracteriza cada una de las neurosis, así en la histeria
predominaría la represión, y en la neurosis obsesiva las formaciones reactivas
de carácter directo, sin articulación con el Inconsciente. Formaciones reactivas ubicadas en el Yo del
sujeto, como puede ser la incorporación del síntoma al Yo, el fortalecimiento
del Yo, la idealización de sí mismo, etc. Siempre bajo una fuerte tensión
agresiva fruto del narcisismo en el que se basan estas formaciones.
Las citas trabajadas se encuentran en
las páginas 290, 291 y 292, de la edición española de los Escritos, de Jacques
Lacan, Ed. Paidós.
La primera de ellas, la de la página
290, se refiere a la interpretación de Freud sobre la incidencia en el sujeto
de la propuesta de matrimonio que le hace su madre, atribuyéndola al
padre. Interpretación inexacta incluso
en el hecho de que el padre estaba ya muerto, pero que consigue un efecto
subjetivo determinante para introducir en el discurso del sujeto un elemento
que permite la conexión entre lo que le ocurre y el campo del Otro. Como afirma Lacan, esta interpretación
permite levantar los símbolos mortíferos que ligan narcisístamente al sujeto a
la vez con su padre muerto y con la dama idealizada. La interpretación de Freud
no tiene que ver con la exactitud de los hechos sino con la verdad del sujeto,
es decir, con la función que el padre desempeñó en la estructura de la
neurosis.
La siguiente cita que trabajamos, página
291, se refiere a la subjetivación forzada de la deuda que lleva a cabo el
neurótico obsesivo. En su caso, la falta
estructural a todo ser hablante, la falta en ser que determina la estructura del lenguaje, se presenta como
culpa o deuda. En el caso del Hombre de las ratas, podemos ver cómo el intento
de pagar las 3,80 coronas que debe, se vuelve tarea imposible. Este argumento está determinado por la
historia del padre, deudor de amor y de honor, ya que se casó con la madre por
el dinero de ésta y además, dejó de devolver una deuda económica. Esta
estructura constituye la determinación simbólica inconsciente que retornará en
el síntoma del hombre de las ratas, como la deuda imposible de pagar. De esta manera, el sujeto traslada al campo
de lo imaginario, de la escena cotidiana de su vida, aquello que se le ha
transmitido de forma simbólica a través de la historia paterna. Es una manera
de hacerse cargo de eso que, por estructura, no se puede suturar, la falta en
ser.
La tercera y última cita, en la página
292, nos supuso una dificultad añadida a la ya de por sí costosa lectura del
texto de Lacan. En esta cita, Lacan hace
referencia a la pregunta de la que hablábamos al principio, la pregunta por la
existencia que el neurótico obsesivo se dirige y dirige al Otro a través de
diferentes “figuras mortales”, mortales por el lugar que el obsesivo les
otorga, figuras en las que querría anular el deseo que le angustia. Desde “la jaula de su narcisismo” intenta no
implicarse subjetivamente, por lo que todo lo que lleva a cabo es mera coartada
para permanecer al margen. Eso sí,
intentará domesticar gracias a un yo fuerte su relación con el Otro,
mostrándole de qué “alta voltereta” es capaz,
en un “homenaje ambiguo”, ya que le querría muerto aunque por otro lado
también lo necesite.
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Texto trabajado:
“Freud va hasta tomarse libertades con
la exactitud de los hechos, cuando se trata de alcanzar la verdad del sujeto.
En un momento, percibe el papel determinante que desempeñó la propuesta de
matrimonio presentada al sujeto por su madre en el origen de la fase actual de
su neurosis. Tiene además la iluminación
de esto, como lo mostramos en nuestro seminario, debido a su experiencia
personal. Sin embargo, no vacila en
interpretar para el sujeto su efecto como el de una prohibición impuesta por su
padre difunto contra su relación con la dama de sus pensamientos.
Esto no es sólo materialmente
inexacto. Lo es, también,
psicológicamente, pues la acción castradora del padre, que Freud afirma aquí
con una insistencia que podría juzgarse sistemática, no desempeñó en este caso
sino un papel de segundo plano. Pero la
percepción de la relación dialéctica es tan justa que la interpretación de
Freud expresada en ese momento desencadena el levantamiento decisivo de los
símbolos mortíferos que ligan narcisistamente al sujeto a la vez con su padre
muerto y con la dama idealizada, y que sus dos imágenes se sostienen, en una
equivalencia característica del obsesivo, la una por una agresividad fantasiosa
que la perpetúa, la otra por el culto mortificante que la transforma en un
ídolo”. P.290
“de igual manera, reconociendo la
subjetivación forzada de la deuda obsesiva cuya presión es actuada por el
paciente hasta el delirio, en el libreto, demasiado perfecto en la expresión de
sus términos imaginarios para que el sujeto intente siquiera realizarlo, de la
restitución vana, es como Freud llega a su meta: o sea hacerle recuperar en la
historia de la indelicadeza de su padre, de su matrimonio con su madre, de la
hija “pobre, pero bonita”, de sus amores heridos, de la memoria ingrata del
amigo saludable, con la constelación fatídica, que presidió su nacimiento
mismo, la hiancia imposible de colmar de la deuda simbólica de la cual su
neurosis constituye el protesto”. P.291
“El obsesivo arrastra en la jaula de su
narcisismo los objetos en que su pregunta repercute en la coartada multiplicada
de figuras mortales y, domesticando su alta voltereta, dirige su homenaje
ambiguo hacia el palco donde tiene él mismo su lugar, el del amo que no puede verse”. P. 292
J. Lacan, Función y campo de la
palabra y del lenguaje en psicoanálisis, 1953
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