UN PSICOANÁLISIS APLICADO EN LA INSTITUCIÓN
Por Vanessa Postigo . 22/01/2025
El presente trabajo trata de enmarcar y en parte mi trabajo en la institución donde atiendo a mujeres que han sufrido o sufren maltrato por parte de un hombre, cuyo nombre técnico es “servicio de intervención especializada en violencia machista.” El recurso trabaja bajo el marco de una ley estatal y autonómica, que dentro del entramado de servicios que ofrece en este caso es el recurso ambulatorio que basa la atención en la “recuperación” de las mujeres. En esta institución donde llegan las demandas es posible la apuesta por un psicoanálisis aplicado, no sin dificultades. El psicoanalista que está en la institución puede crear las condiciones para la emergencia de un sujeto dividido por el significante y por el goce y representado en la palabra que hace su síntoma. Lo que requiere de una posición, la del analista, que persevera y no desiste de ocupar el lugar de causa del deseo y del discurso. En el uso del semblante se hace necesario hacer una verdadera torsión de las palabras que se utilizan para cada mujer de cara a la institución.
La institución tiene una tendencia al todas iguales que se apoya en el discurso feminista y es contrario a la experiencia de desidentificación del psicoanálisis. Las mujeres son acogidas bajo el significante “víctima”, un UNO que permite conformar un conjunto institucional que propicia el marco de un lugar posible para el analista advertido de que los significantes uno son importantes, para prescindir de ellos.
También nos piden datos y metadatos que se interpretan bajo el ideal también de la erradicación de las violencias machistas enmarcado además en una ley que ampara el derecho de estas para recibir asistencia y recursos para este menester. ¡Hecha la ley hecha la trampa! la ley las ampara y las desampara cada vez que recurren a ella para poner límite a su goce. El que las empuja una y otra vez a volver con su “maltratador” y repetir, enfermar o morir en estas relaciones-estrago.
La institución trabaja advertida de que el psicoanálisis genera un “cambio” subjetivo, es decir, que las mujeres pueden hacer diferente y/o más funcional para ellas. También de que el psicoanálisis se orienta por la ética, cuestión que está confrontada con la lógica de la contabilidad. En esta paradoja, es que el psicoanálisis tiene la oportunidad de ser, a partir de la puesta en acto de cada analista, que acoge el síntoma del sujeto desde la ignorancia de “no saber que es bueno para cada mujer.”
Las mujeres que llegan a “la consulta” en la institución, traen una auto-valoración hecha, diferente de la avaluación que propone Miller en la descripción del método…..
VALORACION: En principio el trabajo se propone con un tiempo acotado, aunque hay casos que son propuestos sin límite de atención. Las mujeres no eligen a su terapeuta cuando llega a la institución, las recibe alguien anónimo que para la institución es alguien sin embargo, cada una elige quien propone o cada psicológica se propone a partir del deseo particular que le sugiere el caso que se expone. Se valora si estas mujeres tienen una afectación de la violencia sufrida… se las asesora, se las identifica con la violencia, y en un momento se propone que la atienda una psico. Las mujeres son derivadas por la compañeras, trabajadora social, educadora social, cada una desde su posibilidad de continuar el acompañamiento con ellas, “no se que más hacer, no tengo más herramientas” o, en el mejor de los casos, cuando la compañera supone que la mujer puede hacer alguna pregunta que apunta a una responsabilidad en la causa de su sufrimiento. O incluso si les provoca un malestar o incomodidad; también son “traspasadas.”
Muy diferente a la AVALUACION que propone JAM en el Método sobre lo que hay que buscar para orientarse en la estructura, por supuesto previo saber clínico, y cuáles son los fenómenos elementales, para saber si estamos ante una estructura psicótica u otra. En relación a la escucha de las mujeres estas son algunas de las apreciaciones que tomo en cuenta. Además de la escucha atenta al goce femenino… que a veces aparece como una perla en lo que dicen las mujeres. Sin entrar en el delirio del MEE TOO, todas hemos sufrido lo que se entiende desde el discurso feminista violencia machista. El psicoanalista en cambio, va a escuchar el goce en juego de esas escenas ficcionadas o reales, que ha sufrido y sufre la mujer.
El tratamiento de lo real, que Miller conceptualiza respecto de los CPCT como pragmática, es la orientación de mi hacer en la “consulta SIE”. ¿Qué le preocupa? ¿De que sufre en la actualidad?
El psicoanalista es aquel a quien uno dirige sus fracasos, de los sinsabores, las ilusiones perdidas, aquel en quien uno quiere confiar y al que también se desea utilizar para las querellas personales. …
El significante “víctima” es cuestionado en las sesiones por ser etiqueta segregativa que a pesar de ser funcional a nivel de recursos, no lo es en el trabajo del inconsciente, ya que se apunta a una responsabilidad del sujeto en lo que le pasa. En el trabajo en red, con otros, es siempre un obstáculo el ideal con que trabaja cada recurso y el de sus trabajadores. Como analista esa es mi apuesta en cada caso, no siempre se da el lugar para la conversación (ni para el sujeto con su singularidad). Son ejemplos comentarios como “esta mujer no trabaja o no escucha o no hace nada” o el juicio feroz de los servicios asistenciales en que estas mujeres quedan subyugadas, y juzgadas.
Entonces, el trabajo apunta desde la primera vez que las veo a una orientación por lo real y cumple algunas condiciones según la clínica de los CPCTs, no gozar mucho en la asociación libre y apostar por la interpretación, sin esperar a la transferencia, el SSS lo soporta la institución, a la que se le supone un saber sobre el tratamiento de los efectos de la violencia. “para obtener efectos terapéuticos rápidos modificamos el encuadre de la consulta con el propósito de cortocircuitar al inconsciente”, y la intervención se focaliza en el síntoma. La presencia del analista opera en las entrevistas, no para eliminar al Otro del protocolo sino más bien para deslocalizar, permite descompletar la propia institución con el bien decir. Siempre y en cada caso se pone en juego la realidad sexual del inconsciente y el tratamiento que propongo se apoya en lo que fracasa. La pragmática intenta encontrar la regla a partir del caso particular, es decir, que toma siempre el caso particular como excepción a la regla.
Hay casos, que asumimos como “clínica del trauma” que son acogidos en la institución sin límite de tiempo, son casos de agresiones muy graves, situaciones vitales y psíquicas muy complejas que en cada ocasión hay que defender para perseverar en una atención sin límite…, aunque siempre con un horizonte de curación “ideal” con el que hay que lidiar… que tampoco es un fin de análisis.
En la consulta SIE las mujeres se sostienen, se soportan, se quejan, se instalan, se acomodan, se duermen, se despiertan, se vivifican, se desesperan; ni una hace igual a la otra. Pero todas salen de otra forma, hay siempre un efecto de liberación en cada una, que salen con otro destino posible para su causa.
Referencias
Miller, JA “Introducción al método psicoanalítico” capítulo “El método”
Cottet, Serge “La consulta psicoanalítica: cortocircuito ” Revista Virtualia
Ubieto, JR “ ¿ que se espera de un psicoanalista en una institución ? Revista El Psicoanálisis
El psicoanalista en la institución.
Por: Patricia Montozzi
La pregunta es : si puede intervenir el psicoanálisis en una institución, si es posible su práctica , irá que no se trata de descifrar la institución o el atolladero del paciente, el desafío es otro , la cuestión es más bien ética. El analista en la institución debería ser uno de los garantes de la apertura al inconsciente pero para ello dice , hay que apostar a cierta destructividad , en el sentido de un mundo de ilusión que petrifica a los pacientes y a la institución.
Cual es la tarea del analista en la institución, su tarea debería procurar abrir un espacio a cualquier posibilidad .Apostar por la destructividad es correr riesgos, se verá abocado a realizar un acto más allá de las funciones o estructuras que lo condicionen. Una ética que apunta a no dejarse condicionar. El psicoanalista debe estar abierto a los acontecimientos más imprevistos ser un adepto a la incertidumbre y la duda . La discontinuidad , debería ser la regla, La angustia debería ser para él un desafío e intrigarlo. Esa es , al menos la condición para que siga siendo libre y esté en condiciones de transformar su visión de las cosas.
Semejante posición es difícil sostener, es todo un desafío y hay que estar muy atentos para no dejarse llevar por las inercias tanto de la Red como de la institución.
Francois Ansermet- El malestar en la instituciones -“ El psicoanalista en la institución. “ Cap 12
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