ACERCA DEL CUERPO Montserrat Guardiola
Si buscamos una definición del cuerpo en el Real diccionario de la academia española nos dice:
Aquello que tiene extensión limitada, perceptible por los sentidos, Conjunto de los sistemas
orgánicos que constituyen un ser vivo.
Cuerpo es una palabra que proviene del latín corpus, término con el que se referían en la
antigüedad romana a la figura humana.
En la filosofía occidental, el cuerpo se opuso siempre al alma, entendida como la mente, la
consciencia y los aspectos humanos que no son tangibles, sino abstractos y mentales.
Importantes filósofos antiguos, como Platón (c. 427-347 a. C.), consideraron el cuerpo como la
prisión del alma, y comparaba al ser humano con un jinete a caballo: la montura era lo físico y
animal, mientras que el jinete era la consciencia y la lucidez.
Según la física, un cuerpo es una porción de materia, objeto, que puede ser descrita por la
teoría de la mecánica clásica, o la mecánica cuántica, y que puede ser medida con instrumentos
propios de la medición.
Aristóteles dio la definición de cuerpo con: El cuerpo es el que tiene extensión en todas
direcciones (Aristóteles, Física)
En la física clásica, un cuerpo físico es un cuerpo con masa y no solo energía, tiene tres
dimensiones, tiene una trayectoria de la posición i orientación en el espacio, y una cierta
duración en el tiempo.
En el campo de la sociología, se estudia el cuerpo humano como símbolo. Parte del principio
que los seres humanos modelan su cuerpo según unes convenciones sociales que son variable
pero que nos dicen muchas cosas sobre la sociedad de cada momento.
El cuerpo en las sociedades industrializadas frecuentemente son el producto del consumo. La
sociedad del consumo necesita crear unos imaginarios con los que poder vender. De esta forma
el cuerpo se ha ido modelando según la moda, según la obsesión hacia permanecer joven,
según unes practicas deportivas, etc. El cuerpo es igualmente un instrumento para el poder
político. A la vez que el cuerpo produce unas dinámicas que hablan de la sociedad: una sonrisa
puede ser interpretada de forma diferente aquí o allá.
El estudio del cuerpo es un objeto difícil de definir porque las investigaciones en este ámbito
parten frecuentemente del pensamiento de Occidente y este pensamiento ha representado la
tendencia a separar el cuerpo del espíritu, dentro de la tradición cristiana, siguiendo el
pensamiento cartesiano.
¿Pero qué es el cuerpo para el psicoanálisis? Tema complejo, más de lo que yo suponía cuando
me comprometí a hablar de ello.
Mi propósito es hacer un recorrido por Freud y Lacan con la intención de situar algunos de los
elementos que aparecen a lo largo de la teoría y enseñanza de ambos para poder más tarde y
con el caso presentado por Rosa poder entrar en discusión y reflexión.
Para empezar, me gustaría señalar que tanto Freud, como sobre todo Lacan, hablan del cuerpo
en distintos escritos a lo largo de su enseñanza, situando su importancia de diversas formas,
pero no hay un estudio propio sobre el cuerpo como concepto.
Freud, descubre un cuerpo que se comporta como si la anatomía no existiese (1894) y que
encuentra la satisfacción por vías que no son las de lo instintivo (1915). Descubre a través de
la histeria que el síntoma no funciona de acuerdo con lo que la anatomía y el instinto
determinan, sino que más bien muestra un cuerpo que goza, que se satisface, por caminos
distintos a los que se podría esperar.
Lacan nos dirá que el cuerpo es algo hecho para gozar y para gozar de sí mismo.
Con Freud lo que es del orden del inconsciente no es del orden del cuerpo, pero añadirá que
el inconsciente no es sin relación con el cuerpo. Aparece el concepto de pulsión, esta puede
aparecer del lado de las zonas erógenas, pero también cuando se refiere al objeto de la pulsión,
como también cuando habla del fin, pero siempre refiriéndose a que son pulsiones parciales:
cuerpo, pecho, pene, etc.… todos ellos elementos relacionados con lo vivido corporal
(excrementos, niños), y todos ellos tienen un rasgo común: puede ser real o fantaseado.
Podemos señalar que, en sus primeras aportaciones, Freud constituye un cuerpo, un sistema
nervioso, un modelo llamado psíquico, más adelante en el texto Tres Ensayos, genera la teoría
de la economía libidinal y la problemática del Edipo, con la castración en relación con la
presencia o ausencia del objeto y finalmente en el texto de Introducción al Narcisismo, nos
introduce a la teoría sobre la pulsión de muerte.
Lacan, igual que Freud, no pudo escapar de la cuestión del cuerpo.
Pero con Lacan debemos
diferenciar entre el organismo, lo viviente y lo que llamamos cuerpo. Para Lacan el cuerpo es
el cuerpo de la desarmonía, se trata de ese cuerpo freudiano que aparece siempre en al menos
dos dimensiones, lo somático y lo psíquico defensivo, o lo pulsional fragmentado y lo
narcisístico unificante, o la señal de angustia que irrumpe angustiando
Para Freud, el cuerpo no es algo que viene dado, sino que debe construirse. Lacan se preguntó
cómo se construye, y para ello utiliza la dialéctica del espejo. Intenta dar cuenta de una imagen
que se construye, pero que, al mismo tiempo, algo pierde. Es a partir de qué se pierde, y cómo
se pierde para más tarde restituirse que podemos pensar la manera en que se constituyen las
diferentes estructuras subjetivas.
Con el estadio del espejo el sujeto termina captando el reflejo de un reflejo.
¿Hay una dimensión real del cuerpo? Lacan ubica las flores/pulsiones recordando que el yo no
es inicial, pero sí lo son las pulsiones parciales, pulsiones parciales primordiales. Lacan pone
las flores en ese lugar, a la espera de un nuevo acto psíquico que otorgue de forma ilusoria la
unidad. Ese jarrón escondido que se refleja, pero no se ve, es no-visible. En 1953, Lacan dirá
lo real es aquello de nuestros pacientes que sabemos que siempre se nos escapa.
Con Lacan llegamos al fin del dualismo cartesiano que podemos encontrar en Freud. El propone
una trinidad. “No soy cuerpo y alma”, no más dos sustancias, he aquí la diferencia con Freud.
En el seminario R.S.I hablará del anudamiento de los tres registros: Real, Simbólico e
Imaginario.
En “Escritos técnicos” dirá: “el descubrimiento freudiano nos conduce pues a escuchar en el
discurso esa palabra que se manifiesta a través, o incluso a pesar, del sujeto. El sujeto no nos
dice esta palabra sólo con el verbo, sino con todas sus restantes manifestaciones, con su propio
cuerpo el sujeto emite una palabra que, como tal, es palabra de verdad, una palabra que él ni
siquiera sabe que emite como significante, porque siempre dice más de lo que quiere decir,
siempre dice más de lo que sabe que dice”.
Podemos distinguir cuatro momentos en la enseñanza de Lacan con relación al cuerpo:
✓ El estadio del espejo (1936)
✓ R.S.I (1953) El discurso de Roma
✓ El objeto “a” (1963) Seminario La angustia y los 4 conceptos fundamentales
✓ El nudo borromeo (1974) Seminario Aún y Los incautos no yerran
Del Estadio del espejo, el hombre nace en un estado de prematuración.
El yo (je) es el resultado
de este momento en tanto dará una unidad irreducible, que en realidad no es la de la imagen
sino la de un reflejo de la imagen en el cuerpo imaginario, podemos también decir que el cuerpo
es imaginario, es decir que la imagen es asumida por el sujeto a través de una serie de
identificaciones.
En 1953 en Función y campo de la palabra plantea claramente el lugar entre palabra-lenguajecuerpo y deja atrás el estadio del espejo. El cuerpo de lo animal queda desplazado porque el
lenguaje lo borra y lo construye.
El inconsciente estructurado como un lenguaje. El significante que representa al sujeto para
otro significante, el deseo como metonimia de nuestro ser serán los ejes principales de la
enseñanza de Lacan durante este período de unos diez años, plantea la supremacía de la
palabra, es decir, del registro simbólico.
Lo que es primero es la palabra, el verdadero cuerpo, es el lenguaje, más adelante hablará de
cuerpo simbólico. La oralidad del niño, a través de la cual se realiza la incorporación de la falta
del Otro, será propiciada si la voz y la mirada de la madre funcionan como vectores de su deseo,
he aquí cuando se introduce otro elemento para tener en cuenta.
Hay una implantación del significante en el cuerpo. El cuerpo es una superficie de escritura,
con sus pliegues, sus desgarros, sus agujeros y sus bordes.
En 1967 introduce el lugar del Otro en referencia al cuerpo. El cuerpo mismo es este lugar de
origen, este lugar del Otro, en tanto que es ahí que, de origen, se inscribe la marca en tanto
que significante.
Podemos pues diferenciar el cuerpo de un animal puesto que no tiene identidad. No hay
significante que lo sostenga.
La corporeidad sirve de soporte a una estructura significante.
A partir de 1973, Lacan da un vuelco en su teoría al introducir el nudo borromeo y su importancia
en el anudamiento de los tres registros. Nos encontramos entonces en un cuerpo imaginario,
un cuerpo simbólico y un cuerpo real. Como no hay estructura del ser hablante sin tres, el
cuerpo es entonces, el anudamiento de tres cuerpos. El efecto sobre el cuerpo da paso a la
introducción de un cuarto elemento: el sinthome.
En el seminario 16, De un Otro al otro, 1967 Lacan dice: “el Otro finalmente si no lo han
adivinado aún, el Otro es el cuerpo…que desde el principio el cuerpo, nuestra presencia de
cuerpo animal es el primer lugar donde meter inscripciones, el primer significante…”
El cuerpo en la enseñanza de Lacan recorrido de Colette Soler
Que el inconsciente no existe sin incidencia sobre el cuerpo se descubrió desde los comienzos
del trabajo de Freud. Aparece a partir de los primeros desciframientos de los síntomas
histéricos, con el descubrimiento freudiano del carácter generalmente traumático de la
sexualidad, y con el descubrimiento de lo que debemos llamar una falla en el instinto sexual en
el hombre, Lacan lo denomina parlêtre.
Esta incidencia del inconsciente sobre el cuerpo surgió también con el descubrimiento de
aquello que Freud denominó “más allá del principio del placer”, a saber, eso que se presenta
como un goce nocivo. De entrada, pues, se sabe que el inconsciente no es sin relación al
cuerpo.
Debemos distinguir entre el organismo viviente y aquello a lo que se denomina cuerpo, no se
nace con un cuerpo.Anterior al discurso de Roma,
Lacan considera que para hacer un cuerpo se precisa un
organismo vivo más una imagen, es decir, atribuye a la unidad de la imagen el sentimiento de
unidad del cuerpo, unidad que es dada por una Gestalt visual y aprehendida por el sujeto a
partir de la unidad de su forma en el espejo.
A partir de Función y campo del lenguaje se produce un viraje en su descripción y considera
que es el significante el que introduce el discurso en el organismo.
Para que la individualidad orgánica se convierta en un cuerpo, es preciso que el significante
introduzca el Uno. El primer cuerpo -dice Lacan- es lo que denomina el cuerpo simbólico, el
lenguaje.
El sujeto es alguien del cual se puede hablar antes de que pueda incluso hablar, el sujeto está
efectivamente en la palabra antes de tener un cuerpo, sencillamente antes de nacer y
permanece ahí aún después de no tener cuerpo, es decir, después de la muerte, la duración
del sujeto, al estar sostenido por el significante, excede pues a la temporalidad del cuerpo.
Porque el lenguaje permite un margen temporal que Jacques Lacan llama “el margen más allá
de la vida”, considerado aquí como la vida del cuerpo viviente, en la anticipación del sujeto
antes de que nazca su cuerpo, y en la memoria que de él se guarda en la sepultura. Podemos
decir entonces que el cuerpo está separado del sujeto.
Es pues el lenguaje quien nos atribuye un cuerpo y después nos lo otorga al unificarlo. El primer
efecto que eso tiene sobre el cuerpo -dice Lacan- es el de mortificarlo, ya que, para el
significante, que el cuerpo esté vivo o muerto no tiene ninguna importancia.
No es nada evidente que debamos situar el afecto del lado del cuerpo, dice Colette Soler, pero
vivimos bajo la convicción inversa de que el sujeto es afectado en su cuerpo, especialmente si
es histérico. Se cree que uno sufre de su cuerpo.
El término “pulsión de muerte” trae consigo una contradicción que Lacan separa en dos
vertientes: por un lado, su componente significante, con la idea de que el significante asegura
al sujeto una imagen más allá de la vida y hace así pensable la muerte, por otro lado, sitúa el
goce en la pulsión de muerte, un goce nocivo en relación con los fines homeostáticos del placer.
Si pensamos en lo que debería ser una reacción natural ante el dolor produciendo una huida.
La experiencia de satisfacción es una experiencia mítica, corresponde a la idea de una primera
satisfacción sobre un cuerpo que aún no estaría marcado, un cuerpo parecido a una placa de
cera virgen. Encontramos allí la imaginarización del cuerpo más allá del significante. La idea
freudiana es, pues, que esta primera satisfacción deja una inscripción, una huella. Huellas
mnémicas a las que Freud describe como trazos en el aparato psíquico, y Lacan sitúa como el
intento de dar cuenta de la estructura significante.
A partir de esta construcción freudiana, Lacan formalizará el rasgo unario, es decir, que se trata
del significante de una experiencia de goce y que a partir de que el significante está presente,
el goce no es completo.
Los gritos del cuerpo. Psicosomática – Juan David Nasio
“Pienso que esas enfermedades del alma de Kant eran diferentes en su época, son diferentes
hoy y van a ser diferentes en el futuro”
¿Qué es una dolencia psicosomática? ¿Qué es una lesión de órgano?
Nasio se pregunta si será una forma de saber comparándolo con el lapsus, un decir del sujeto
sin saber lo que dice.
Para Nasio una lesión de órgano puede venir a dar explicación de una separación, por eso dice:
una lesión de órgano es dolorosa y sufrida, pero, fundamentalmente, liberador. Es como una
situación eufórica, casi como una oportunidad de aflojar la prisión de la alienación significante,
de tener que repetir y repetir. Esta separación detiene, es una detención.
Ante el deseo del Otro, aparecen preguntas: ¿por qué? ¿qué quiere de mí? La lesión de órgano
o su desencadenamiento aparece como si no hubiese tiempo para preguntarse.
¿Cuál es el lugar del deseo en la lesión de órgano? Lacan decía que en los casos de afecciones
psicosomáticas el deseo estaba preservado. Los objetos en juego son, fundamentalmente, la
mirada y la voz. Lacan distingue la mirada como el objeto de deseo hacia el Otro y la voz como
el objeto de deseo viniendo del Otro. Aquí, en el caso de la lesión de órgano, no es ni la voz ni
la mirada, el deseo queda preservado, llevando muy lejos la barrera contra el goce.
Afecciones psicosomáticas: inconsciente y goce
Freud trató el tema a través de la histeria y Lacan habló de enfermedades psicosomáticas tres
veces a lo largo de sus treinta años de seminario. Se trata de saber cómo esas afecciones se
sitúan en relación con los dos ejes fundamentales que dirigen el análisis: el eje del inconsciente
y el eje del goce del cuerpo.
Para mí, la psicosomática en cuanto define una categoría particular de dolencias, como una
dolencia infecciosa o de carencia, no existe.
En realidad, tal como se utiliza el vocablo psicosomática, es para mí una máscara, después se
perfila, detrás de esa máscara, una gran tentación: proseguir con el mismo discurso milenario
que trata las relaciones entre el cuerpo y el alma
La holofrase. La función del analista
Querría señalar dos cosas: una, la idea de la holofrase de S1 y S2 proviene de una frase de
Lacan del seminario Los cuatro conceptos fundamentales donde dice que dichos significantes
se solidifican, están masificados.
Entonces es necesario distinguir bien dos registros:
1.- S1 y S2 están unidos y solidificados
2.- Otra cosa es pensar que hay frases condensadas, en una palabra, que vienen a ser el origen
del desencadenamiento de una lesión de órgano.
Dos, es en la respuesta que el paciente dará donde se plantean los elementos para que emerja
el inconsciente.
Las afecciones psicosomáticas o como yo las llamo “lesiones de órgano” deben ser incluidas
en el cuadro de la teoría del narcisismo y, más precisamente, consideradas una perturbación
de la identificación narcisista. El mayor ejemplo de perturbación narcisística, es la paranoia.
El estadio del espejo es la traducción del narcisismo de Freud, con la diferencia de que Lacan
inventa un elemento decisivo, un artificio muy importante: el espejo.
Para Lacan, la cuestión se plantea entre un yo y un espejo o, con más precisión, entre un
pequeño cuerpo prematuro, que no se sostiene muy bien y una imagen ideal que podrá
aprehender.
La característica mas importante del estadio del espejo es que se trata de un drama que se
desarrolla entre un cuerpo prematuro y una imagen total idealizante que lo traspasa. El cuerpo
no estará a la altura de esa imagen, pero él sabrá aprehenderla libidinalmente.
Sobre el estadio del espejo se destaca la cuestión del jubilo del niño ante el espejo, ante su
imagen. Ese júbilo es la libido y, para nosotros, también del objeto, es una forma que adopta el
objeto.
Cuando se piensa en el estadio del espejo se debería decir que estamos frente al júbilo de la
especularidad en el Otro y a la insuficiencia del yo en el niño.
La lesión de órgano es el retiro de la libido hacia el yo con un estancamiento formal.
Para finalizar
Lacan no hizo una teoría del cuerpo, el cuerpo no es un concepto como inconsciente,
transferencia, etc., pero, Lacan siempre hizo referencia al cuerpo en relación con los diferentes
conceptos que va desplegando a lo largo de su enseñanza.
Para el psicoanálisis el cuerpo se distingue radicalmente del organismo. Se trata de un cuerpo
hecho de palabra, constituido en la relación del sujeto con el Otro y habitado por la castración.
Cuenta además con múltiples dimensiones: cuerpo hablado y que habla, cuerpo representado
por imágenes, cuerpo que siente dolor, placer y otros afectos, que goza y es gozado.
En la actualidad nos encontramos con un superyó que ordena con un desmesurado imperativo
“¿goza ya!” sin importar los medios, en todo caso la demanda es que sean fáciles y rápidos,
podríamos resumirlo con la frase: “no sé lo que quiero, pero lo quiero ya”. Nos encontramos
ante un goce que pretender ser totalizador, y que por tanto reniega de las singularidades del
sujeto.