Homosexualidad y psicoanálisis
MATILDE PELEGRÍ
1. - la
elección de objeto homosexual o heterosexual, o mejor dicho, del sexo de los
objetos sexuales del sujeto;
2. - la
elección sobre la causa particular del deseo diferente en cada sujeto, o sea,
el objeto causa de deseo en cada sujeto (una mujer, un hombre, jovencitos, etc.);
3. - la
elección correspondiente a la sexuación del sujeto, es decir, aquella que está
en relación al desencadenamiento por un tipo de goce masculino o femenino. La
elección en las tablas de la sexuación del lado hombre o del lado mujer y la
elección de goce que implica eso entre goce fálico o goce Otro.
1. Tal
como nos muestra en el texto, no van en este orden lógico de primero, segundo,
etc. Sino que sigue un orden lógico inverso. Pues la elección de objeto que
convierte a un sujeto en homosexual o heterosexual presupone ya la existencia
de una causa de deseo definida, o sea, un objeto causa de deseo y a su vez una
opción sexuada, o sea, elección de sexo del lado hombre o del lado mujer y del
encuentro con su modalidad de goce simultáneamente.
2. La
homosexualidad es una de las posibilidades que se le ofrece al sujeto dentro
del complejo de elecciones al que la sexualidad del ser de palabra le enfrenta.
3. La
homosexualidad es una elección subjetiva que se da en las tres estructuras.
Homosexualidad en el neurótico, en el psicótico y en el perverso.
Lacan
al pasar del Nombre del Padre a la pluralización de los Nombres del Padre ha
cambiado fundamentalmente el diagnóstico clínico de la perversión. Esta depende
de la posición adoptada con respecto a la castración y no de la elección de
objeto.
4. Elección
de la homosexualidad, como elección subjetiva le da una dignidad al sujeto
dentro del discurso social, que no tendría si fuese el efecto de una
determinación.
La
homosexualidad antes de Freud era definida como un fuera de la sexualidad
normal. Freud devolvió la cuestión homosexual a la dialéctica de los sexos y a
los desfiladeros de la pulsión sexual. Y se preguntó por qué unos sujetos
realizaban un tipo de elección homosexual y otros un tipo heterosexual.
Eduard Gadea nos dice que la identificación a la madre y la elección narcisista de objeto solo eran respuestas para un tipo de homosexual y además sigue pendiente la cuestión de las fijaciones libidinales, no solo para los homosexuales sino para todo sujeto.
Intentaré hacer un breve recorrido por las teorías de Freud y Lacan respecto a la homosexualidad. Resumiendo los aspectos más importantes.
Freud y la homosexualidad
Ya Freud, en sus Tres ensayos para una teoría sexual,
afirmaba que la investigación psicoanalítica rechaza terminantemente la
tentativa de separar a los homosexuales del resto de los seres humanos como un
grupo diferentemente constituido y, en 1935, en su respuesta a la carta de
la madre de un homosexual, escribía que la homosexualidad no es un vicio
ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad. Se
adelantaba así, en muchas décadas, a la OMS que mantuvo a la
homosexualidad dentro de su clasificación de los trastornos mentales, hasta el
año 1990.
Freud señaló la ausencia de relación entre el sexo del individuo y su
elección de objeto, y se opuso a todo determinismo innato sobre el tipo sexual.
Distinguiendo entre el objeto y el fin sexual, descartó cualquier posibilidad
de postular una sexualidad normativa. Por eso, con Freud, es necesario concluir
que no hay más sexualidad que la desviada.
Freud se va planteando que en los hombres la virilidad más completa es
compatible con la inversión sexual y que el carácter patológico de la inversión
solo se revela en el caso de que haya exclusividad del objeto y fijación
libidinal.
En los alrededores del año 1910, una nueva propuesta permite aislar a
partir del operador conceptual de la sexualidad infantil- el complejo de
castración. La desviación libidinal es una defensa contra la castración de la
mujer. Surge la figura de la madre fálica que ocupa un lugar preponderante en
la génesis de la homosexualidad.
El horror a la castración se anuda al complejo de castración por medio de
la amenaza, al ser concebidos los genitales de la mujer como mutilados; recuerdan
de este modo esa amenaza y despiertan horror. Como nos recuerda Lucia D´Angelo
en La homosexualidad masculina, según
Freud la homosexualidad masculina es definida como un modo de defensa contra la
castración del otro sexo; es actitud femenina y pasiva frente al amor del
padre; es libido narcisista; y es también sublimación. Aparece con rasgos de
perversión o como perversión por sí misma.
Sigamos el recorrido de Freud. En 1914 planteará la validez de la elección
narcisista de objeto para los homosexuales y la va a hacer extensiva a los
perversos. Y aquí nos podemos hacer la pregunta de si, para Freud, lo esencial
para no equiparar la homosexualidad con la perversión es la posición que se
adopte frente a la castración, además de la elección de objeto.
Freud sitúa a la homosexualidad en tanto posición que surge frente a la castración
como respuesta.
Efectivamente, Freud da cuenta muy tempranamente de
la naturaleza perversa y polimorfa de la pulsión. Entonces, encuentra en la
sexualidad infantil y perversa el modelo de la sexualidad humana en general, ya
que ésta última muestra, no sólo múltiples desviaciones de su objeto, como la
inversión u homosexualidad, sino también de su fin que, a diferencia de la
unión genital tendiente a la reproducción, muestra en las frecuentes transgresiones
anatómicas que las distintas zonas erógenas pueden comportarse como parte del
aparato genital, detenciones que llevan incluso a la exclusividad y
fijación.
En la década de los años 20 y a la luz de los
trabajos sobre el Edipo y de la nueva teoría pulsional. Freud enfatiza entonces
la importancia de la identificación con el padre para el devenir homosexual. El
rasgo primario de perversión define el vínculo incestuoso con el padre y a
partir de esta nueva conceptualización dibuja una figura particular de este
complejo para la homosexualidad masculina: el Edipo invertido. Surge un nuevo
mecanismo de elección de objeto homosexual, la identificación con el semejante
A modo de conclusión de la teoría freudiana respecto a la homosexualidad
masculina, esta designa invariablemente la elección de objeto homosexual. Se
observa una clara condición de amor que orienta dicha elección e objeto: es
necesario que tenga pene. Si el objeto tiene ese rasgo, un pene, se reconoce en
él un partenaire posible con todas
sus contingencias.
Lacan y la
homosexualidad
En el Seminario V, “Las formaciones del inconsciente”, Lacan desarrolla la
Metáfora paterna y sitúa el punto nodal de los tres tiempos del Edipo en la
aceptación, o no, de la privación del falo en la madre por parte del sujeto; se
trata de la relación de cada sujeto con esta cuestión y aquí Lacan habla de aceptar
o no aceptar.
La homosexualidad masculina aparece aquí relacionada con un
disfuncionamiento del segundo tiempo del Edipo; el disfuncionamiento del que
habla Lacan es la inversión de la Metáfora Paterna. Así, en el momento decisivo
en el que el padre tendría que intervenir como privador, esta operación fracasa
y es la madre la que dicta la Ley al padre. Justo lo contrario de lo que ocurre
en el Edipo heterosexual.
Entonces, no es que el padre no haya entrado en juego, sino que dicha
interdicción ha caído en saco roto, ha fracasado y la madre es la que dicta la
Ley, la que tiene, la que es potente y el padre está bajo la sospecha de no
tener.
En los años 70 Lacan plantea el término sexuación para definir la identidad
sexual, privilegiando el goce. Con las fórmulas de la sexuación, introduce dos
lógicas diferentes del parlêtre
respecto de la función fálica; se trata de la implicación subjetiva del sexo,
que Lacan llamó “asunción”, donde la posición sexual y la elección de objeto
queda situada en un marco diferente al de los años 50.
Desde esta nueva perspectiva, para el psicoanálisis en la homosexualidad se
trata, en todo caso, de una elección de objeto, de una posición diferente
respecto al goce, con una determinada posición del homosexual masculino frente al
goce femenino. Según Lacan prefiere abstenerse; es decir es una respuesta más a
la falta de relación sexual.
Por su parte, Lacan siempre se opuso a situar, al contrario que otros
analistas de su época, la homosexualidad en el campo de la perversión y, con su
aportación de la teoría de la sexuación, formuló que hombres y mujeres se
distinguen por su modo de goce, independientemente de que sean homosexuales o
heterosexuales.
La pregunta ¿soy homosexual?, después de haber sido una cuestión que
hacía temblar a los semblantes sociales, y que amenazaba al fantasma masculino
tanto como al fantasma de la maternidad, hoy se ha rarificado en extremo. La
cuestión que actualmente empuja a los homosexuales, ellos o ellas, a acudir al
psicoanálisis no tiene que ver necesariamente con la homosexualidad. ¿Podríamos
aislar algunos rasgos clínicos, específicos en los homosexuales, que los
llevaría al análisis o son los síntomas como cualquier parlêtre?
Lacan con la metáfora paterna indica que la posición de ser el falo de la
madre ocasiona cierto número de problemas pero no forzosamente una elección de
objeto homosexual. Esta elección se inscribe de forma diferente cuando
significa la ausencia de significación fálica o falta del significante paterno
o cuando indica una “significación de goce”, el fetiche. Imaginarse ser el Otro
para asegurar su goce puede tomar la senda de la homosexualidad; pero esta
también puede ser tomada para asegurarse del Otro. Podemos pensar por qué
vicisitudes va a pasar el sujeto para elegir si posicionarse como homosexual o
heterosexual.
Así a la pregunta “¿qué es un hombre?” habrá diferentes respuestas de cada sujeto. Lacan habla de diversos bricolajes para compensar la no relación sexual. La relación de cada cual con la sexualidad siempre es improvisada, complicada, perversa. Bricolaje designa lo que cada quién inventa, aquello con lo cual cada uno se abre su propio camino, por más que este sea un desvío.
Para los analistas es un hecho que los cambios operados en lo social, sobre la consideración de la homosexualidad, han traído también cambios a la clínica. Ya no encontramos la homosexualidad de antes, usando un término de nuestro colega Hervé Castanet en su libro “Homoanalizantes”, con su correlato de culpabilidad y rechazo, asociado a la esperanza de normalizar el deseo hacia la heterosexualidad. Los de ahora vienen con síntomas que les hacen sufrir. Cada quien debe ingeniárselas con su elección de goce.
Los homosexuales no forman un conjunto cerrado. No hay una
homosexualidad sino homosexualidades. Dicho en otras palabras, la elección
inconsciente de goce, cuando toma la fórmula de la homosexualidad masculina
debe construirse caso por caso, como en la clínica.
Este trabajo sobre la homosexualidad, abre las vías para seguir
trabajando sobre el matrimonio homosexual, sobre las adopciones por parte de
parejas homosexuales y cómo se constituye el deseo de hijo. Y abre un debate
sobre la transexualidad y si la elección de objeto homosexual continúa después
de la operación o puede cambiar dicha elección –he aquí la cuestión.