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Taller de lectura
27 de abril 2018
PHILIPPE LACADÉE: "Apremiado yo por encontrar el lugar y la fórmula", en
El despertar y el exilio, "Addenda 1".
GUSTAVO DESSAL : "Rimbaud. Una desesperanza sin nombre", Psicoanálisis, 23 (mayo 2013).
Reseña de la ponencia
El artículo de Dessal plantea la relación de la biografía y la obra literaria. Los signos de psicosis en Rimbaud y su imposibilidad de construir un sinthome a la manera de Joyce. Por otra parte, Lacadée muestra a Rimbaud como testimonio moderno del adolescente que puede servir de guía a los psicoanalistas que escuchan a jóvenes exiliados de la lengua de su infancia y perdidos en las “provocaciones lenguajeras”.
El psicoanálisis, desde Freud, afirma que toda acción
artística o literaria implica lo autobiográfico. Pero no como una simple
correlación entre contenido de la obra y circunstancias de la vida, sino que la
escritura escribe aquello que en el inconsciente del autor no puede escribirse;
es la forma en la que algo del cuerpo se vuelve letra, entendiendo la letra
como anudamiento entre cuerpo y goce. Por lo tanto, no es la envoltura formal
del síntoma o novela familiar lo que lleva a pensar la escritura como
autobiográfica, sino un más allá del Edipo.
Rimbaud nació en 1854, en Charleville-Méziéres. Su padre,
Fréderic, fue un militar ausente que abandonó a la familia cuando Arthur tenía
siete años. Desde ese momento, la madre, Vitalie, se hizo llamar “la señora
viuda de Rimbaud”. Ella fue una mujer de “carácter complicado”, estricta y poco
cariñosa. La angustia la llevaba a consultar al médico por cualquier pequeña
enfermedad y su obsesión por la limpieza, a poner lavativas higiénicas a sus
hijos. Fue un niño muy tímido y sumiso durante la primera infancia. Destacó
brillantemente en la escuela y ganó un importante concurso académico a los 15
años con su poema Yugurta, en latín;
pero él no valoraba los reconocimientos. Se ahogaba, hacía novillos y, harto de
“sudar obediencia” en la “tierra de los lobos”, se fugó de casa en el verano de
1870 y otra vez en enero. Así comenzó su vida de errancia por Europa y África
hasta su desgraciada muerte en 1891.
Se creyó un poeta vidente desde los 14 años. En El sueño del escolar dice que el mismo
Febo escribió sobre su cabeza: “TU VATES
ERIS”. Dos años después, en Las
cartas del vidente, expresaba su deseo de hacerse poeta vidente por el
procedimiento del “desarreglo de todos los sentidos”. También aparece allí su
afirmación “Yo es otro” y el poema El
corazón robado, seguramente fruto del trauma de la violación que padeció en
el cuartel Babilonia. Este encuentro con lo real del sexo pudo haber producido
algo del orden de un desencadenamiento y estar en el origen de su inacabable
deseo de huir de sí y de todo.
Según Dessal, la forclusión del Nombre del Padre dio lugar a
la falla simbólica en la estructura del poeta y fue el motivo de su vida a la
deriva. Creció sin referente parental masculino ya que el padre fue más ejemplo
de itinerancia que de compromiso; el abuelo materno murió tempranamente y su
maestro Izambard tuvo poco espacio para crear el lazo estabilizador que tal vez
ya nadie podía proporcionar al adolescente Rimbaud.
En el registro imaginario, se ven los problemas de Rimbaud al
referirse a su madre como “The Mother”, “La bouche d’ombre” y al final “la mère
Rimb”. Denominaciones que testimonian que había algo del deseo del otro que no
había sido simbolizado. Esta falla en lo imaginario hizo que Rimbaud se pasara
la vida huyendo de su madre y volviendo siempre a ella. También “El yo es otro”
da cuenta de la estructura alienada de lo imaginario. La relación con Verlaine,
entre la adoración y el odio, pudo haberle dado un sostén imaginario, pero el
disparo, como acto de ruptura, aplastó la posibilidad.
Para Lacadée, Rimbaud el gamberro o el iluminado podría ser
el nombre del Sinthome-Rimbaud –quien se dedicó apasionadamente a “indecentarse
lo más posible”, rechazó pronto la lengua de los semblantes, que mataba la
sensación inmediata. Rimbaud aporta un testimonio inédito de lo que es la
cuestión de la adolescencia como “edad de las esperanzas y de las quimeras” y
de búsqueda de “la verdadera vida”.
“Los sufrimientos modernos” de los que habla Rimbaud son provocados
por lo pulsional nuevo que empuja a los adolescentes a tomar posición en la
lengua y en su vida para decir lo que los exilia de la patria de la infancia y
para que se les escuche; pero pueden llegar a conductas de ruptura en el límite
del vínculo social si no se sirven de la mediación del Otro. Rimbaud pudo fijar
su “desarreglo de todos los sentidos” mientras se esforzó en encontrar una
lengua para su poesía: “Je fouaille la
langue avec frénesie”, “azoto la lengua con frenesí”. Pero la literatura no
pudo servirle de sinthome, porque su
delirio metafísico se impuso al objetivo artístico.
El “Yo apremiado por encontrar el lugar y la fórmula” de
Rimbaud es el enunciado paradigmático del adolescente que imagina que la verdadera
vida está en otro lugar. Buscar el lugar donde decir el goce y ser identificado
parece ser lo que guía la errancia de aquellos que no han encontrado un NO
capaz de poner límites a la sensación en más que los asalta. Según Lacadée, el
psicoanalista debe colocarse en “el punto desde donde”, o función del ideal del
yo, para permitir que el adolescente que sufre pueda atrapar algo de su ser
cuando intenta traducir ese sufrimiento para el Otro que lo escucha. Al recibir
su propio mensaje de manera invertida podrá separarse de lo que lo atormenta.
Cuando el proceso de traducción en palabras o de nombrarse
ante otro fracasa, surge un pasaje al acto, un trastorno de la conducta o una
provocación lenguajera como forma de exilio, sentimiento fundamental en la
adolescencia. Este exilio es el de la lengua y el de la “no relación sexual”. La
respuesta puede ser el pensamiento y las palabras blasfemas, injuriantes y
abyectas. Sería el surgimiento en lo real del objeto pulsional voz. Rimbaud
captó la cuestión del exilio y por eso encarna al adolescente siempre moderno,
siempre apremiado. Él no se tomaba su tiempo, vivía con la máxima intensidad y
prisa.
El lenguaje aporta una pequeña separación de goce necesario
para poder arreglárselas con el propio deseo. Mutilarse un poco la lengua
permite a uno representarse ante otro y traducir en palabras lo que se
experimenta como exceso. Si no se produce esto, se está obligado a separar algo
en uno mismo. Muchas prácticas de escarificación y adicciones son formas de
enganche para intentar tratar estos desarreglos de goce-sentido. Rimbaud
muestra mediante su esfuerzo de poesía la vía que seguir para salvar al sujeto
de su sufrimiento, aunque a él no le sirvió.
PILAR RUIZ
"Car Je est un autre. Si le cuivre s’éveille clairon, il n’y a rien de sa faute. Cela m’est évident: j’assiste à l’éclosion de ma pensée : je la regarde, je l’écoute: je lance un coup d’archet: la symphonie fait son remuement dans les profondeurs, ou vient d’un bond sur la scène."
"Porque Yo es otro. Qué culpa tiene el cobre si un día se despierta convertido en corneta. Para mí es algo evidente: asisto a la eclosión, a la expansión de mi propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe de arco: la sinfonía se remueve en las profundidades, o entra de un salto en escena."
Carta de Arthur Rimbaud a Paul Demeny, 15 de mayo 1871
"Yo es otro" (Je est un autre)
"Car Je est un autre. Si le cuivre s’éveille clairon, il n’y a rien de sa faute. Cela m’est évident: j’assiste à l’éclosion de ma pensée : je la regarde, je l’écoute: je lance un coup d’archet: la symphonie fait son remuement dans les profondeurs, ou vient d’un bond sur la scène."
"Porque Yo es otro. Qué culpa tiene el cobre si un día se despierta convertido en corneta. Para mí es algo evidente: asisto a la eclosión, a la expansión de mi propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe de arco: la sinfonía se remueve en las profundidades, o entra de un salto en escena."
Carta de Arthur Rimbaud a Paul Demeny, 15 de mayo 1871