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La mañana soleada del sábado 17 de junio, el Grup de Treball Psicoanalític del Garraf ha celebrado un homenaje a Cecilia
Hoffman, con la presentación de su libro Construyendo
mundos en el marco de una hermosa sala barroca, en La Casa Olivella en
pleno centro de Vilanova i la Geltrú.
Tras la estupenda introducción al acto de la Regidora de Serveis Socials i Sanitat del Ajuntament de Vilanova i la Geltrú, Gisela Vargas, Josep Maria Panés y Enric Berenguer han hecho un elogio encendido de la obra.
Josep Maria Panés ha señalado que se trata de una obra
clara, iluminadora, que tiene la virtud de presentar gradualmente conceptos
francamente complejos. Es un libro eminentemente clínico que contiene todo un
programa de trabajo. Los siete capítulos centrales del libro ofrecen una
descripción sumamente detallada de cómo Cecilia Hoffman dirige la cura de
Dídac, con qué sutileza y delicadeza consigue que Dídac acepte su presencia,
cómo ella asume exponerse a la “conmoción” que supone la cura psicoanalítica,
no sólo para el niño sino también para la propia psicoanalista. Ella intercala
en cada una de sus actuaciones el porqué y el cómo de su praxis.
Enric Berenguer ha puesto de manifiesto que Construyendo mundos es un libro de
síntesis de la teoría psicoanalítica del autismo y, a la vez, es un libro
vanguardista, que incorpora los últimos avances de esa teoría. Cecilia Hoffman reivindica
la atención precoz, tan importante para restablecer o, mejor dicho, para establecer
–aún a tiempo– el vínculo del joven sujeto con la palabra, el cuerpo y el Otro.
En una época en que se han puesto de moda determinados diagnósticos –los cuales
se utilizan de forma indiscriminada y son los de autismo, TDAH o bipolaridad–, una
época en que se establecen mecánicamente los tratamientos sin tomar en
consideración la singularidad de cada sujeto, en una época en que las
instituciones de salud se convierten en dispositivos de segregación, la obra de
Cecilia Hoffman, destaca por oponerse a esta corriente nefasta. Es una obra
libre de prejuicios y que se niega a la etiquetación de los jóvenes sujetos. “Una
etiqueta no dice nada de una persona”, ha dicho Enric Berenguer. Al cabo de
pocas páginas de leer Construyendo mundos,
el lector se olvida de que Dídac es autista. Cecilia Hoffman deja de
manifiesto que los problemas que afronta el sujeto autista son los mismos que afrontamos
todos los seres humanos. Tomar la palabra para enunciar una palabra auténtica,
sentida, es difícil para todos. “No nos olvidemos del sujeto; si no, no podrá
nacer nunca”, ha dicho Enric Berenguer.
Tanto
Enric Berenguer como Josep Maria Panés han señalado el talento de Cecilia Hoffman
a la hora de tratar con niños. Panés cerró su exposición con una referencia a
Francisco Umbral que había escrito en su autobiografía que cuando uno era
padre, se sentía concernido por todo lo que ocurría a un niño. Cecilia se
sentía concernida por todo lo que ocurría a sus pequeños analizantes. Josep
Maria Panés dijo que Cecilia Hoffman había sido un "adulto", alguien mayor de verdad,
alguien excepcional en este época de infantilismo generalizado.
La
referencia a Francisco Umbral nos ha sobresaltado y conmovido. Umbral, que fue
golpeado por la pérdida de su único hijo de cinco años, es autor de uno de los
libros más hermosos que pueda escribirse sobre el duelo*. Queremos hacer saber a
Josep Maria Panés que no tenemos palabras suficientes para agradecerle el haber
cuidado de nuestra maestra y amiga, con la infinita delicadeza, respeto y generosidad
con que lo hizo. También a él le debemos
esta obra y su inyección de sentido y ética en la existencia.
Sirva
esta reseña como declaración de afecto y transferencia, y aceptación del legado
de nuestra querida maestra y amiga, Cecilia Hoffman.
Alín Salom
* Escribe Francisco Umbral: "El niño, los niños. Todos son mis hijos. Haber sido padre una vez es haberlo sido y seguirlo siendo por los siglos de los siglos. Lo glorioso y lo espantoso es que todos son ya mis hijos, que todos son torturados por la vida bajo mi paternidad. Todos los niños son el mismo niño. Sufre uno, sufren todos. Así como mi hijo es hijo de la humanidad, yo soy padre de todos los hijos, a mí me los matan, me los quitan, me los abrasan. Un niño es una lámpara de la vida. Un niño es un aceite inextinguible. Cómo arde y chisporrotea y muere la candela de su vida, el aceite de su risa, en el fuego de la fiebre. Lamparilla, el niño. [...] Los niños son lámparas de la vida." Mortal y rosa, Barcelona: Austral, 2011, p. 155.
* Escribe Francisco Umbral: "El niño, los niños. Todos son mis hijos. Haber sido padre una vez es haberlo sido y seguirlo siendo por los siglos de los siglos. Lo glorioso y lo espantoso es que todos son ya mis hijos, que todos son torturados por la vida bajo mi paternidad. Todos los niños son el mismo niño. Sufre uno, sufren todos. Así como mi hijo es hijo de la humanidad, yo soy padre de todos los hijos, a mí me los matan, me los quitan, me los abrasan. Un niño es una lámpara de la vida. Un niño es un aceite inextinguible. Cómo arde y chisporrotea y muere la candela de su vida, el aceite de su risa, en el fuego de la fiebre. Lamparilla, el niño. [...] Los niños son lámparas de la vida." Mortal y rosa, Barcelona: Austral, 2011, p. 155.