El tema central de este curso ha
sido la angustia. Cuando nos decidimos por este tema, nos surgían
como interrogantes cuáles eran las angustias contemporáneas, en
relación a los malestares sociales y a sus manifestaciones en el
campo de la Educación y la Salud Mental. Por otra parte, también
nos propusimos dilucidar las diferencias conceptuales entre Freud y
Lacan entorno a ésta.
De este modo, durante el primer
cuatrimestre del curso, nos dedicamos al estudio del concepto de la
angustia, partiendo de Freud y pasando por Kierkegard hasta llegar a
Lacan.
Iniciamos así con la lectura de
“Inhibición, síntoma y angustia”, destacando la angustia
como reacción ante un peligro, pudiendo ser externo (angustia
real) o interno (angustia neurótica). En un anexo posterior del
texto, Freud formula la angustia como señal, es la
expectación del trauma y una reproducción mitigada de éste, con la
esperanza de controlarlo.
En el trabajo de un texto anterior,
la Conferencia 25, pudimos ver que en un primer momento Freud
entendía la angustia como "señal de alarma" desencadenada
por el yo: "Sabiendo que el desarrollo de la angustia es la
reacción del yo ante el peligro y constituye la señal para la
fuga...también en la angustia neurótica busca el yo escapar a las
exigencias de la libido y se comporta con respecto a este peligro
interior del mismo modo que si de un peligro exterior se tratase".
La líbido reprimida tendría como destino posible la angustia, y
el síntoma vendría a conformar una defensa contra la angustia.
Esta idea cambia en el 1925 con
“Inhibición, síntoma y angustia”, donde Freud señala
que ya no es la represión quien produce la angustia sino la
angustia quien causa la represión.
En 1932 vuelve a ocuparse Freud de
la angustia en la 32ª de las "Nuevas conferencias de
introducción al psicoanálisis: La angustia y la vida pulsional",
donde formula que la angustia es señal de un peligro exterior
siempre, pudiendo ser éste el peligro de castración -en el
hombre- o de pérdida de amor – en la mujer-.
Señala también que la angustia es
un estado afectivo, habla del nacimiento como el suceso que deja tras
de sí tal huella afectiva: las influencias propias de la angustia
sobre la actividad cardiaca y la respiración. Luego diferencia
entre la "angustia real" (ante un daño temido del
exterior) y la "angustia
neurótica" (enigmática e inadecuada), que observaba
en tres circunstancias:
1) como "angustia
flotante o expectante" (neurosis de angustia, por transformación
de la líbido insatisfecha)
2) "vinculada" fijamente a
determinadas representaciones (fobias).
3) acompañando a los síntomas o
como “estado” más duradero (histeria y otras neurosis).
A continuación, indagamos en el
concepto de la angustia en Kierkegaard y Lacan. Para Kierkegaard, la
angustia es parte esencial de la existencia (y grandeza) humana, es
la posibilidad de la libertad. Diferenciará la angustia del temor:
el temor tiene un objeto, la angustia es la nada.
En Lacan veremos que la angustia
no es sin objeto, sino que señala a lo Real, lo insoportable,
designa el objeto último: la Cosa (posteriormente, objeto a).
En este punto nos detuvimos en un dicho de Kierkegaard que Lacan
interroga repetidamente: “la angustia afecta más fácilmente a
la mujer”. Lacan resuelve que al nivel del goce, la mujer está
menos sujeta a la angustia, pero por este hecho, el deseo del Otro la
afecta más directamente. La mujer no pasa por el -φ
y en su relación con el deseo del Otro no está protegida por el
objeto – mientras que el hombre interpone un objeto.
Del lado femenino la angustia
es ante el deseo del Otro, del lado masculino la angustia se
vincula con un “no poder”, con un instrumento que desfallece.
* * *
Una vez vistas estas
conceptualizaciones, pasamos a un segundo momento en el Grupo, en el
que indagamos más sobre las manifestaciones de la angustia, en
conexión con cada una de las prácticas terapéuticas, relacionando
algunos textos con presentaciones de viñetas o casos clínicos.
De este modo, nos introducimos en
el pasaje al acto como respuesta a la angustia , a partir de la
lectura de “Los trastornados de la conducta bajo sospecha”
de F. Vilà y la exposición de un caso de un joven
institucionalizado que retorna al núcleo familiar, no sin
dificultades y con respuestas de fuga en las escenas en las que la
madre hace de él un objeto. Esto encadena con una definición de
Colette Soler en la que señala que la angustia es el afecto de la
“destitución subjetiva”, afecto que surge cuando el sujeto se
percibe como objeto.
Seguimos en esta línea con la
lectura de "Tres respuestas del sujeto ante la angustia:
inhibición, pasaje al acto y acting out" de Guy Trobas, con
el fin de afinar en la diferenciación entre estas tres
manifestaciones. Pudimos ver que el pasaje al acto es una
respuesta al afecto angustiante en lo real del cuerpo; a
diferencia del síntoma que es un tratamiento simbólico, o la
inhibición que supone un tratamiento imaginario de representaciones
del yo. Es una respuesta o huida ante aquello de lo que la angustia
es señal, se produce la necesidad de salir de la escena donde falla
el trabajo de simbolización.
El acting-out, en cambio, es
un tipo de acción por dónde el sujeto, en la medida que está
especialmente solicitado
exige una respuesta más acertada del analista.Por tanto, es
una respuesta transferencial, entra en la serie de los fenómenos de
transferencia pero desde lo imaginario. Exhibe un significado claro,
un mensaje dirigido al Otro y es un rechazo al momento de concluir.
Posteriormente, pasamos al trabajo
de la conferencia dictada en Granada por Miquel Bassols y publicada
bajo el nombre de “El caballo del pensamiento”, en la que
pudimos encontrar algunas orientaciones importantes para la clínica
y su tratamiento:
Lacan va a tomar la
angustia no como un trastorno que hay que curar de inmediato, sino
como un signo que no hay que borrar a
cualquier precio (cuanto más lo borremos,
más va a reaparecer en otra parte). Es una señal subjetiva
importante, si la tratamos de borrar, se desplaza (como ya señaló
Freud), la veremos reaparecer en otro frente.
Decir que “no hay
objeto de la angustia”, es como concluye el clínico actual. Lacan
plantea que la angustia no es sin objeto y además tenemos ahí el
hilo para situar el objeto que más le importa al sujeto. Donde el
sujeto se angustia, tenemos algo del deseo que está seguro en
juego. “La angustia es una certeza”.
Teniendo en cuenta
otra de las definiciones que nos da Lacan “La
angustia es la falta de la falta” (cuando
al sujeto le falta la ausencia, el vacío posible que hace habitable
un espacio, entonces aparece la angustia), Bassols indicará “El
psicoanálisis aprende y enseña a cómo situar ese objeto [el objeto
de la angustia] en lo más íntimo de cada uno y aprende que la
mejor defensa frente a la angustia será siempre esa falta que el
lenguaje hace presente y anima, finalmente, la causa del deseo en el
sujeto; y que poder simbolizar, localizar, esa falta de la manera
adecuada, es la mejor defensa que podemos tener frente a la
angustia, frente a esa señal de la falta de la falta.
En la siguiente sesión,
nos interrogamos sobre la angustia particularmente en la psicosis, a
partir de la exposición de un caso clínico y de las siguientes
lecturas, de las que destacamos:
“La angustia en
la psicosis” de Daniel Cena: en la neurosis hay menos
angustia, porque hay fantasma, hay una elaboración simbólica de
lo real en el objeto a; en la psicosis no hay defensa contra lo
real, el objeto no está perdido ni prohibido, se presenta en lo
real. El Otro es vivido como una voluntad de goce sin límites,
que se satisface cuando el sujeto lo completa, en posición de
objeto – la angustia aparece en ese quedar reducido a objeto.
“Voces de la
psicosis”, de Daniel Zimmerman: señala que en la neurosis el
sujeto, confrontado con el deseo del Otro, elude la angustia,
rebajando su deseo a demanda; en la psicosis, la angustia viene
del Otro. Una voz se dirige a él, la voz del Otro lo interpela,
lo injuria.
“¿Qué angustia
para la psicosis?” de Mayra de Hanze: la psicosis es la
estructura clínica que más se angustia. Hay la forclusión,
ese agujero estructural en lo simbólico y lo forcluido retorna en
lo real, que irrumpirá en lo simbólico. “Si hay algún sujeto
que sabe de la presencia de lo real, ese es el sujeto psicótico”.
“Angustia e
inhibición en la psicosis” de Daniel Millas: la angustia
forma parte del ciclo fenómeno elemental →
enigma →
certeza →
angustia. Señala modos diversos de tratamiento de la angustia:
pasajes al acto, rutinas estereotipadas, elaboraciones delirantes,
creación artística.
Finalmente, trabajamos
un caso de un niño con dislectia, diagnóstico actualmente asociado
al TDAH, en serie con el texto “Lo viejo y lo nuevo de la
angustia” de Manuel Fernández Blanco. Vemos en el caso como la
cita de Freud “lo siniestro es que el deseo de realice” se
muestra en varias escenas de juego del chico, así como vemos que la
angustia aparece ante el enigma de lo que quiere el otro, es señal
de que el deseo se está acercando peligrosamente al goce.