Associació per l'estudi i la difusió de la psicoanàlisi d'orientació lacaniana, fundada per Cecilia Hoffman. Quadern de bitàcola




martes, 21 de enero de 2025



UN PSICOANÁLISIS APLICADO EN LA INSTITUCIÓN

Por Vanessa Postigo . 22/01/2025

El presente trabajo trata de enmarcar y en parte mi trabajo en la institución donde atiendo a mujeres que han sufrido o sufren maltrato por parte de un hombre, cuyo nombre técnico es “servicio de intervención especializada en violencia machista.” El recurso trabaja bajo el marco de una ley estatal y autonómica, que dentro del entramado de servicios que ofrece en este caso es el recurso ambulatorio que basa la atención en la “recuperación” de las mujeres. En esta institución donde llegan las demandas es posible la apuesta por un psicoanálisis aplicado, no sin dificultades. El psicoanalista que está en la institución puede crear las condiciones para la emergencia de un sujeto dividido por el significante y por el goce y representado en la palabra que hace su síntoma. Lo que requiere de una posición, la del analista, que persevera y no desiste de ocupar el lugar de causa del deseo y del discurso. En el uso del semblante se hace necesario hacer una verdadera torsión de las palabras que se utilizan para cada mujer de cara a la institución. 

La institución tiene una tendencia al todas iguales que se apoya en el discurso feminista y es contrario a la experiencia de desidentificación del psicoanálisis. Las mujeres son acogidas bajo el significante “víctima”, un UNO que permite conformar un conjunto institucional que propicia el marco de un lugar posible para el analista advertido de que los significantes uno son importantes, para prescindir de ellos. 

También nos piden datos y metadatos que se interpretan bajo el ideal también de la erradicación de las violencias machistas enmarcado además en una ley que ampara el derecho de estas para recibir asistencia y recursos para este menester. ¡Hecha la ley hecha la trampa! la ley las ampara y las desampara cada vez que recurren a ella para poner límite a su goce. El que las empuja una y otra vez a volver con su “maltratador” y repetir, enfermar o morir en estas relaciones-estrago

La institución trabaja advertida de que el psicoanálisis genera un “cambio” subjetivo, es decir, que las mujeres pueden hacer diferente y/o más funcional para ellas. También de que el psicoanálisis se orienta por la ética, cuestión que está confrontada con la lógica de la contabilidad. En esta paradoja, es que el psicoanálisis tiene la oportunidad de ser, a partir de la puesta en acto de cada analista, que acoge el síntoma del sujeto desde la ignorancia de “no saber que es bueno para cada mujer.”

Las mujeres que llegan a “la consulta” en la institución, traen una auto-valoración hecha, diferente de la avaluación que propone Miller en la descripción del método…..

VALORACION: En principio el trabajo se propone con un tiempo acotado, aunque hay casos que son propuestos sin límite de atención. Las mujeres no eligen a su terapeuta cuando llega a  la institución, las recibe alguien anónimo que para la institución es alguien sin embargo, cada una elige quien propone o cada psicológica se propone a partir del deseo particular que le sugiere el caso que se expone. Se valora si estas mujeres tienen una afectación de la violencia sufrida… se las asesora, se las identifica con la violencia, y en un momento se propone que la atienda una psico. Las mujeres son derivadas por la compañeras, trabajadora social, educadora social, cada una desde su posibilidad de continuar el acompañamiento con ellas, “no se que más hacer, no tengo más herramientas” o, en el mejor de los casos, cuando la compañera supone que la mujer puede hacer alguna pregunta que apunta a una responsabilidad en la causa de su sufrimiento. O incluso si les provoca un malestar o incomodidad; también son “traspasadas.” 

Muy diferente a la AVALUACION que propone JAM en el Método sobre lo que hay que buscar para orientarse en la estructura, por supuesto previo saber clínico, y cuáles son los fenómenos elementales, para saber si estamos ante una estructura psicótica u otra. En relación a la escucha de las mujeres estas son algunas de las apreciaciones que tomo en cuenta. Además de la escucha atenta al goce femenino… que a veces aparece como una perla en lo que dicen las mujeres. Sin entrar en el delirio del MEE TOO, todas hemos sufrido lo que se entiende desde el discurso feminista violencia machista. El psicoanalista en cambio, va a escuchar el goce en juego de esas escenas ficcionadas o reales, que ha sufrido y sufre la mujer. 

El tratamiento de lo real, que Miller conceptualiza respecto de los CPCT como pragmática, es la orientación de mi hacer en la “consulta SIE”.  ¿Qué le preocupa? ¿De que sufre en la actualidad? 

El psicoanalista es aquel a quien uno dirige sus fracasos, de los sinsabores, las ilusiones perdidas, aquel en quien uno quiere confiar y al que también se desea utilizar para las querellas personales. …

El significante “víctima” es cuestionado en las sesiones por ser etiqueta segregativa que a pesar de ser funcional a nivel de recursos, no lo es en el trabajo del inconsciente, ya que se apunta a una responsabilidad del sujeto en lo que le pasa. En el trabajo en red, con otros, es siempre un obstáculo el ideal con que trabaja cada recurso y el de sus trabajadores. Como analista esa es mi apuesta en cada caso, no siempre se da el lugar para la conversación (ni para el sujeto con su singularidad). Son ejemplos comentarios como “esta mujer no trabaja o no escucha o no hace nada” o el juicio feroz de los servicios asistenciales en que estas mujeres quedan subyugadas, y juzgadas. 

Entonces, el trabajo apunta desde la primera vez que las veo a una orientación por lo real y cumple algunas condiciones según la clínica de los CPCTs, no gozar mucho en la asociación libre y apostar por la interpretación, sin esperar a la transferencia, el SSS lo soporta la institución, a la que se le supone un saber sobre el tratamiento de los efectos de la violencia. “para obtener efectos terapéuticos rápidos modificamos el encuadre de la consulta con el propósito de cortocircuitar al inconsciente”, y la intervención  se focaliza en el síntoma. La presencia del analista opera en las entrevistas, no para eliminar al Otro del protocolo sino más bien para deslocalizar, permite descompletar la propia institución con el bien decir. Siempre y en cada caso se pone en juego la realidad sexual del inconsciente y el tratamiento que propongo se apoya en lo que fracasa. La pragmática intenta encontrar la regla a partir del caso particular, es decir, que toma siempre el caso particular como excepción a la regla.

Hay casos, que asumimos como “clínica del trauma” que son acogidos en la institución sin límite de tiempo, son casos de agresiones muy graves, situaciones vitales y psíquicas muy complejas que en cada ocasión hay que defender para perseverar en una atención sin límite…, aunque siempre con un horizonte de curación “ideal” con el que hay que lidiar… que tampoco es un fin de análisis. 

En la consulta SIE las mujeres se sostienen, se soportan, se quejan, se instalan, se acomodan, se duermen, se despiertan, se vivifican, se desesperan; ni una hace igual a la otra. Pero todas salen de otra forma, hay siempre un efecto de liberación en cada una, que salen con otro destino posible para su causa. 


Referencias 

Miller, JA “Introducción al método psicoanalítico” capítulo “El método” 

Cottet, Serge “La consulta psicoanalítica: cortocircuito ” Revista Virtualia 

Ubieto, JR “ ¿ que se espera de un psicoanalista en una institución ? Revista El Psicoanálisis 


El psicoanalista en la institución.

Por: Patricia Montozzi

La pregunta es : si puede intervenir el psicoanálisis en una institución, si es posible su práctica , irá que no se trata de descifrar la institución o el atolladero del paciente, el desafío es otro , la cuestión es más bien ética. El analista en la institución debería ser uno de los garantes de la apertura al inconsciente pero para ello dice , hay que apostar a cierta destructividad , en el sentido de un mundo de ilusión que petrifica a los pacientes y a la institución.

Cual es la tarea del analista en la institución, su tarea debería procurar abrir un espacio a cualquier posibilidad .Apostar por la destructividad es correr riesgos, se verá abocado a realizar un acto más allá de las funciones o estructuras que lo condicionen. Una ética que apunta a no dejarse condicionar. El psicoanalista debe estar abierto a los acontecimientos más imprevistos ser un adepto a la incertidumbre y la duda . La discontinuidad , debería ser la regla, La angustia debería ser para él un desafío e intrigarlo. Esa es , al menos la condición para que siga siendo libre y esté en condiciones de transformar su visión de las cosas.

Semejante posición es difícil sostener, es todo un desafío y hay que estar muy atentos para no dejarse llevar por las inercias tanto de la Red como de la institución.

Francois Ansermet- El malestar en la instituciones -El psicoanalista en la institución. “ Cap 12

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sábado, 23 de noviembre de 2024

DE LA QUEJA A LA RECTIFICACIÓN SUBJETIVA

 

 DE LA QUEJA A LA RECTIFICACIÓN SUBJETIVA

   Rosa Antolín 

¿Qué es un análisis? ¿Cuáles son sus características? ¿Cómo se inicia?

Miller recorre el texto, ¿Cómo comienzan los análisis? abordando su respuesta en referencia al desarrollo teórico de Freud a Lacan.

JA Miller apunta al hecho de que en una demanda a un analista habrá que ver de qué se trata y si se dan las condiciones para ser una demanda que se pueda autorizar como un análisis. Para que esto ocurra hay unas condiciones fundamentales: que se trate de síntomas analíticos y que el demandante pueda acceder a la asociación libre.

En la lógica del programa nos ocupamos de las Entrevistas Preliminares como un tiempo  para ver si el demandante puede ser un paciente, si esa demanda se puede autorizar. Miller apunta a la importancia de la avaluación clínica a través de la localización subjetiva. Ese tiempo en que el sujeto puede o no acceder a su subjetivación. Autorizar un análisis es un acto ético y singular, por parte del analista, que implica, por parte del analizante  su adopción, la de uno entre otros.

Miller apunta al hecho de que “el análisis propiamente dicho es freudiano, pero la práctica, durante años,  ha modificado las condiciones de su ejercicio, hasta llegar a repercutir en sus propios fundamentos.” [1]Me hace pregunta a que se refiere Miller,  ¿qué es lo que se mantiene y lo que se ha transformado?.  

De la queja a la rectificación subjetiva.

Rectificación subjetiva como una experiencia, aquello que se produce en las entrevistas preliminares e instaura una relación distinta del sujeto con su modo de decir. La localización subjetiva puede dar lugar a la rectificación subjetiva.

“ La localización subjetiva no es sólo una avaluación de la posición del sujeto, sino también un acto del analista, un acto ético. Como intentaré demostrar, el analista a través de la separación entre el anunciado y la enunciación, a través de la reformulación de la demanda, de la introducción del malentendido, dirige al paciente en una vía precisa al encuentro con el inconsciente; lo lleva en dirección al cuestionamiento de su deseo y de lo que quiere decir y hacerle percibir que en sí mismo, hay siempre una boca mal-entendida…. Se trata de efectuar un cambio en la posición del sujeto…, transformar la persona que vino en un sujeto, en alguien que se refiere a lo que dice guardando cierta distancia con relación al dicho. … Lacan habla de “rectificación de las relaciones del sujeto con lo real”[2]

 

 

Entonces, ¿Cómo se inicia un  análisis? Miller utiliza el algoritmo de transferencia de Lacan para  responder: “Este aparato significante” es la respuesta para Lacan”[3]

S →    Sq

__________________

 

s (S1, S2, ....Sn)

 

Entonces tendríamos tres actores, el analizante, uno singular, el analista, uno entre otros y el significante de la transferencia. Se produce un enlace del significante amo que trae el analizante S1, al significante del saber S2 que propone el analista, se produce el significante de la transferencia que instaura al analista en un lugar de supuesto saber, saber sin saber del sujeto, el lugar del inconsciente.  Miller dice, que toda demanda es una manifestación de demanda de amor, por lo tanto la transferencia ya está en marcha. 

En el texto ¿Cómo comienzan los análisis? Miller apunta que un análisis se legitima cuando hay síntomas analizables, es decir la causa es un enunciado reprimido, no rechazado “un enunciado que subsiste en el sujeto sin poder ser formulado por él”. Ese anunciado es el inconsciente. Lo reprimido para Freud y ante todo,  aquello que se lee para Lacan. (Miller).

La segunda condición es que el sujeto puede acceder a la asociación libre, “asegurarse de que el candidato es capaz de suministrar el texto que hay que leer, interpretar, e incluso hay que leerlo de diferentes maneras”[4]  Miller apunta a que hay que asegurarse de sí “¿Puede el sujeto establecer una nueva relación con su propio decir?”. Acceder al efecto de la diferenciación entre el dicho y el decir, el anunciado y enunciación, acceder a esta división.  Esto abre la puerta a poder acceder a su ser, su posición, aquello que sin saberlo emerge como un extraño conocido. Esto es lo que Miller nombra como modulación del dicho, la relación que tiene el sujeto con su decir, lo niego, lo cito o lo plagio, no es igual. Aquello que se dice siempre viene del discurso del Otro, pero en ese dicho el sujeto toma posición. 

El sujeto consiente a la asociación libre con una experiencia que es el efecto del significante de la transferencia, entre el analizante y el analista.  Entonces la asociación libre es hablar sin pensar lo que se dice, pero no  un hablar por hablar, es una hablar para llegar al bien decir.  Ello implica una lectura del inconsciente a la que se accede por el acto analítico de  la interpretación. Esto para la neurosis, pero,  ¿qué pasa en la psicosis?. No hay inconsciente como lo reprimido, esta rechazado, esta forcluido. No hay lectura analizable de los síntomas, por la relación del sujeto con la estructura del lenguaje. El analista podrá analizar los síntomas, pero el sujeto no puede hacer una lectura de los mismos. El tratamiento psicoanalítico en  la psicosis se trata de otra cosa, una construcción, como un andamiaje, que permita un anudamiento.

De la transferencia imaginaria a la simbólica y el acceso a lo real.

Miller hace un recorrido por Freud para hablar de la transferencia, lo desarrollaremos en las siguientes sesiones)

Freud descubre la transferencia como un encuentro no previsto. Si para Freud el análisis era “una lectura del inconsciente asistida por un analista”, esta práctica supuso el descubrimiento de la transferencia como una consecuencia de la misma.  La relación analítica supone la instauración de la transferencia, esto es así por la misma constitución del sujeto humano. Para Freud  en la relación analítica se regresa al momento de instauración de la neurosis, la infancia y se transfieren sentimientos, ideales… al analista como figura de  autoridad/figura parental. Libido, “es el nombre que Freud daba a esa cantidad móvil de interés psíquico con connotación sexual.”[5] Este lugar de autoridad del analista le permite ejercer un poder a través de la  interpretación, en la lectura del inconsciente del analizante. Entonces pensó la interpretación como un paso posterior a la instauración de la trasferencia.

 Destacar la importancia de los sueños de transferencia al inicio del análisis, ya identificados por Freud. “Había en el sueño… un desplazamiento, bajo una forma individual de atributos y propiedades de otros individuos. Desde el origen la transferencia es para Freud una especie de metonimia imaginaria.”[6] Es en La interpretación de los sueños, donde Freud advierte del descubrimiento de la transferencia.

Miller apunta a la práctica del análisis hasta Lacan como: Primero, esperar la emergencia de la transferencia para interpretar; Segundo, se produce así,  la  regresión infantil del paciente, llevando al analista a estar en posición de autoridad, disimetría jerárquica (amo/esclavo Lacan) para Interpretar;  y tercero, esto demuestra que la trasferencia es un fenómeno de repetición, demuestra la función de la repetición en el inconsciente. “Se supone que el sujeto repite, a propósito del analista, las actitudes y los sentimientos que tuvo respecto de los personajes fundamentales de su historia”[7]

La transferencia como fenómeno de repetición… ¿Qué se repite?  Me parece fundamental el apunte de Miller al texto donde  Freud sitúa la doctrina de la vida amorosa, “Tres ensayos para una teoría de la sexualidad”, es des de ahí que se sitúa la trasferencia como repetición: “los primeros objetos se han perdido y, tras el periodo de latencia, el sujeto busca indefinidamente en su vida amorosa nuevas ediciones del objeto prototípico que se perdió.”[8]. Se repite la modalidad singular de la búsqueda del objeto perdido en la relación con el Otro, “la noción de que el analista es tal objeto, lugarteniente del objeto perdido, acabará siendo formulada por el propio Lacan. Cuando la formula al analista como objeto a en la posición de amo, está en el registro de esa transferencia-repetición.”[9]

Un Paso más allá

Miller apunta al recorrido, con Freud por un lado la técnica de la interpretación del inconsciente, leer el inconsciente y por otro lado, la libido en la transferencia, será Lacan el que articula estos dos niveles.

Para Lacan lo fundamental fue distinguir la vertiente simbólica y en la vertiente imaginaria de la transferencia y poner el foco en la vertiente simbólica como aparato fundamental en el acto analítico. Lacan busca los resortes simbólicos de la transferencia y los encuentra en la demanda del analizante y en la convocatoria al lugar del analista supuesto saber. Dos resortes de la transferencia simbólica, basados en la estructura del lenguaje, la diferenciación y separación del significante (con valor determinante) y el significado (con valor determinado).

Resorte simbólico de la transferencia: La demanda, como un enunciado dirigido a Otro “fundamental”, implica demanda de amor sustentada por un significante, se pone en marcha por el mecanismo de la transferencia-repetición, toda demanda es una transferencia.  El sujeto supuesto saber, se transfiere a ese Otro un supuesto saber sobre aquello que le pasa al sujeto, una llave de acceso, una confianza y una relación de garantía. (Miller). “Situar así el resorte simbólico de la transferencia es una elección teórica tomada con el objeto de obtener ciertos efectos en la práctica del análisis. …. Con la invención de Lacan , del sujeto supuesto saber, se pone…  el acento en el modo de decir, y se funda el análisis no en la repetición libidinal sino en la relación del sujeto con la palabra.”[10]

¿Qué quiere decir Miller con “poner el acento en la relación del sujeto con la palabra”? La palabra está compuesta de dos vertientes significante y significado, está dividida, como un imposible, no se puede unir, siempre habrá un malentendido en juego. Ello no supone que no podamos inventar una reparación, cada uno la suya, ante esta falta de sentido, este vacío en ser. A eso hace referencia Miller cuando trae al texto la pregunta que hace la hermana de Charlie Brown “¿Cómo debo entenderlo?”No hay respuesta posible, no hay regla para comprender el significante.  (Miller) Solo por el comportamiento se puede acceder a algo de los que quiero decir, la actitud remite a una posición del sujeto. Así Lacan colocó la transferencia en el lugar donde significado está separado de la  significación, eso le permitió  acceder mediante la interpretación,  a la pregunta sobre posición del sujeto ante su decir, la pregunta para que el analizante pueda significar. Dar sentido a la invención que el sujeto ha hecho de la  ausencia de su causa, su respuesta en su falta en ser, su lectura de su inconsciente. Que el analizante pueda dar sentido, significar, es un efecto de una posición de supuesto saber del analista, un lugar vacio, un objeto nada. Así mismo ese efecto de significado, dependerá del “…término  al que se da el valor organizativo, es decir, del término del que se hace el punto de capitón, o  el significante-amo. Si ese significante de desplaza lo que va a comprenderse en el discurso se modificará igualmente.”[11] Así Lacan llega al significante de la transferencia, la transferencia como una regla del discurso.  A la pregunta, de nuevo ¿cómo comienzan los análisis?, responde con el significante de la transferencia. El analizante busca un significante que no sabe lo que quiere decir, que remite a ese  S1 y busca otro significante en el analista que se articule com el primero. El analista debe responder con su función, que permita, al analizante, acceder a la significación del inconsciente. (Esto lo desarrollaremos en las siguientes sesiones)

Lugares en el discurso

Discurso del analista

Rectificación subjetiva

“Lacan llamaba rectificación subjetiva cuando en el análisis el sujeto aprende también su responsabilidad esencial en lo que ocurre. La paradoja es que el lugar de responsabilidad del sujeto es el mismo del inconsciente.”[12]

¿El efecto del encuentro con el significante de la transferencia da pie a la rectificación subjetiva?

“… introducir al sujeto a partir del tema de la enunciación, esto es, a partir de un tema cuasi lingüístico que hace aparecer. Creo que de una manera muy simple, la caja vacía del sujeto, que hace aparecer el sujeto como vacio. Se debe observar que se trata de un drama , hay una dramatización, pues lo que aparece así, como caja vacio, en esa constitución cuasi lingüística es, también, el drama de la falta en ser, no es un vacio tranquilo, es algo provocadora, es una conmoción.”[13] Miller apunta a que Lacan,  en un tiempo posterior, ya no habla de rectificación subjetiva, sino  de histerización del sujeto.  Matema de la histeria: ֆ S1, sujeto dividido frente al significante amo, separación entre el anunciado y la enunciación, que es la separación entre el sujeto y su significante. Que es sujeto advierta su posición en relación al dicho, que se revele su modo de decir, esto es la rectificación subjetiva.

Entonces acoger a un sujeto en un análisis es un acto de deseo y de ética, delicado y de alta responsabilidad. Habrá que ver en el caso por caso si abrir esa respuesta que el sujeto ha inventado.



[1] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.3

[2] Miller, J.-A., Método psicoanalítico, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 16-19.

[3] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.2

[4] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.4

[5] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.5

[6] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.6

[7] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.7

[8] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.7

[9] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.7

[10] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.8

[11] Miller, J-A., ¿Cómo comienzan los análisis? XI ENAPOL  p.10

[12] Miller, J.-A., Método psicoanalítico, Buenos Aires, Paidós, 2006, p.70

[13] Miller, J.-A., Método psicoanalítico, Buenos Aires, Paidós, 2006, p.73




 

 

Grup de Treball Psiconanalític del Garraf

 

¿Cómo comienzan los análisis?

Sandra Aurora Muñoz

 

 

 

Propuesta de escena teatral inicial

 

El famoso… “Usted lo dice, yo no le hago decir” …

 

Suena la música Le marteau sans maitre (El martillo sin dueño), de Pierre Boulez (1925-2016), tema que supuso un antes y un después para las vanguardias europeas de segunda mitad del siglo XX.

Apuesta modernista radical, a la que posteriormente también se apuntarían movimientos musicales como la Bossa Nova en Brasil, que tiene una expresión de ello con la icónica canción “Desafinado”, de Ton Jobim y Newton Mendonça, y que apunta a esta cuestión disonante en la propia letra y melodía.

El la frase melódica de la canción: “Se voce disser que eu desafino amor”, juega justamente notas disonantes y “desafinadas” para los oídos más clásicos de entonces. La canción también era una respuesta poética a una crítica realizada en la época y que acusaba el movimiento de desafinado.

La cita de Miller de la canción “Le marteau sans maitre” al inicio del texto ¿Cómo comienzan los análisis?, su inmersión sonora y lo que me produce (primero rechazo, después “chispa” creativa), así como el estudio de su contexto histórico, me inclinan a crear un fragmento escénico para la presentación del encuentro de estudio del grupo del Garraf. Un fragmento artístico, una pequeña escenificación teatral que surge espontáneamente cuando estoy escuchando la canción.

Lo comento con Rosa Antolín con quién compartiré la presentación y acabamos hablando, además de las primeras reflexiones que nos suscitan el texto, de la cuestión del arte, y el más allá del sentido. O como el arte nos apunta el sin sentido. O como puede responder desde otro lugar a preguntas fundamentales de la vida.

¿Cómo puede una escena teatral provocar a cada uno un impacto único y singular que resulte para cada uno de manera distinta con diversos significantes? De estas preguntas deviene la idea propuesta por Rosa de acabar la escenificación de manera interactiva; invitando al final de la escena a que las compañeras, lancen al aire un significante…

Si la propuesta de la canción de Boulez en si nos inmersa en el contexto modernista que propone rupturas con la forma, la armonía musical como se conocía hasta entonces, Picún y Fernández (2019), analizan de qué modo se producen las transformaciones sonoras en el Modernismo y cómo afectan la escucha y la dimensión de lo sonoro para el psicoanálisis. Y qué relaciones se pueden establecer entre dichas transformaciones y el psicoanálisis lacaniano. Por la descontracción disonante de los elementos como la harmonía musical que ya se encuentra deconstruía en Debussy (con quién Boulez se correspondía).

A mí particularmente, la canción “El martillo sin dueño” me provoca inicialmente rechazo sonoro. Probablemente por esta cuestión justamente disonante. Pero luego veo que me ha incitado creativamente. Me ha provocado algo internamente. Pienso que en un inicio de análisis también hay algo de cierta “provocación subjetiva” en relación al paso que hace el sujeto hacia la rectificación subjetiva. Algo de vívido y arriesgado como la misma puesta en escena del teatro.

 

Viñeta clínica – Encarnar sentido psicoanalítico en la Institución, la historia de Encarnación

 

Una sala de sótano a la que se accede por una escalera. Amplia, con dos ventanas altas que dan a la calle. Es un sótano alto, bastante ventilado y, que de por sí, ya invita a algo nuevo, alejado y distinto de lo que se respira en el resto de la institución.

Hay cajas de equipos y elementos de uso cotidiano para la residencia. Una silla de ruedas. Sillas de madera, una silla plegable. Una mesa con cajas de juegos antiguos y desperdigados. Un sofá de 4 plazas, cómodo. Una esterilla de Yoga doblada al lado del sofá. Encarnación entra por segunda vez para hablar conmigo de su ansiedad.

Lleva consigo el estigma de ser la más complicada de la institución, el diagnóstico de TLP según el DSM, varias intervenciones de los mossos de escuadra, inmovilizaciones repetidas... Después de hablar un rato sentada me dice que se quiere estirar en el sofá.

-          ¿Puedo?

Al instante, percibo algo que se opera. Y visualizo la posibilidad de un diván repentino.

-          Sí, claro. Te ayudo a ponerte cómoda. (Encarnación padece una discapacidad en un brazo y yo le acomodo bien la cabeza con la esterilla de yoga haciendo de almohada). Cambio la posición de mi silla, situándome por detrás de su cabeza. Continuemos. Cuéntame.

 

Se pone a hablar…

Esa situación se repite unas semanas más. Encarnación me muestra rapidez para poder localizar elementos que me remiten a la localización subjetiva. Es como que ella misma articula de manera muy inteligente preguntas seguidas a sus enunciaciones. Por ejemplo, después de preguntarme sobre cómo podría ayudar a su novio, ya que ella se da cuenta que él sí que tiene un grado mayor de discapacidad intelectual, a los segundos de encontrarse con mi silencio dice:

-          Es muy difícil, ¿verdad?

En varios momentos ella misma articula preguntas posteriores a sus enunciados. Y una de las veces, sentándose en el sofá al acabar dice:

-          No tiene sentido. ¿Verdad?

-          ¿El qué no tiene sentido? Pregunto yo.

-          La vida.

Encarnación me está enseñando mucho a que, por mucho que al día de hoy ya no tenemos el tiempo que tenían los analizantes de la época de Lacan o Freud, (habíamos hablado de esto en el grupo: no existe más el tiempo, es la época del no tiempo…). En todo caso, todo a estar en un contexto tan distinto, sí que se puede articular algo de análisis en un dispositivo que no es el tradicionalmente clásico de despacho y de diván. Y que una de las preguntas y reflexiones iniciales de nuestro curso (¿es posible un psicoanálisis en las instituciones?), comentada también en la palestra de Erick González y Karina Piluso, a la cual no paro de remitirme por mi práctica, respondo que, desde mi punto de vista, sí que lo es. Es posible encontrar algo del dispositivo analítico en la institución. Adaptado, sí, cambiante, sí. Mi experiencia no para de constatar que es posible. Posible y también necesario. Aunque no siempre fácil. Quizá muchas veces ocurriendo más del orden de actos psicoanalíticos que de psicoanálisis puro…

El psicoanálisis en las Instituciones puede ser posible entendido desde esas variaciones que fueron pensadas en su día en relación al psicoanálisis aplicado con niños. No solo en buscar adaptar sofás a divanes, porque lógicamente siento que el caso de Encarnación es de estos particulares y sorpresivos, también difíciles de encontrar. Pero propicia la reflexión de cómo poder llevar el saber de la escuela a más lugares…

Después de unas sesiones donde parece que se establece lo necesario para encaminarse hacia un inicio de análisis, llego a la residencia y me dicen que Encarnación ha tenido un brote y ha requerido inmovilización nuevamente. El desencadenante aparentemente fue porque ella quería más medicación que la que tenía recetada y a la hora de la cena, y delante de los demás residentes, se puso agresiva con unos de los educadores.

Después del parte la busco y cuando me acerco a ella se niega, me cierra la puerta. Dice que está muy nerviosa y no quiere hablar. Y con la puerta cerrada (nuevamente una separación del objeto óptico), sí que va hablando y me dice entre otras cosas que va a poner una denuncia contra el educador y que no le piensa perdonar en la vida. Que tiene un moratón de prueba contra él y que eso ha sido una agresión y un maltrato físico. Que ha ido a servicios sociales y le han dicho que puede interponer una denuncia contra el educador y que lo hará.

-          Bueno, no tenemos que bajar al sótano, le digo yo. Podemos hablar un poco de todo esto que ha pasado aquí mismo en tu habitación.

Y en ese diálogo entra en marcha algo muy práctico del orden de la psicoeducación. Y del trabajo de intentar operar algo de razonamiento lógico que se anteponga a su alto grado de ansiedad y confusión. En esa tentativa de razonar lógicamente y operar desde otro lugar más conductual quizá, le recuerdo las normas de la casa y de lo prohibido que tienen los educadores de dar más medicación que la de la receta médica. Prohibido desde las esferas de la Generalitat le digo. No es el educador que no quiere darte más pastillas. Es la Generalitat que nos prohíbe. El consejo del colegio de médicos. Veo que va pudiendo escuchar. Dice finalmente:

-          Es que el educador no puede mandarme. Sólo mi padre manda en mí.

-          El padre, digo. Eso es otra cosa. Que podemos retomar a hablar cuando quieras. El educador no es tu padre. Es cierto. Pero Max puede mandar y decirte que te vayas a tu habitación si te pones a gritar. Sí, te puede mandar en decir que no te tomes más pastillas por decisión propia. Pero tampoco es él que te manda. Es su función. No es Max que te manda. Es su función de educador que te manda.

 

“Pruebo suerte” con explicarle la diferencia entre la persona que hay detrás, y la función que ejerce y que es la función que debe de tener autoridad frente a todos los que viven en la Institución.

Porque tu padre, le digo, además de ser tu padre, también es un hombre. ¿No? Esto no lo digo, pero lo pienso… Y pienso también en mi padre, y en los padres en general…Y recogiendo una cita de Miller en Introducción al método, pienso en el cuidado interpretativo, y que no podemos olvidar “toda la sutileza, toda la delicadeza de la modalidad subjetiva: decir una cosa, pero no completamente” (pg. 102).

Ella repite lo del padre varias veces, “sólo mi padre me manda”. Le digo que dentro suyo procure ahora separar las cosas como en cajones. Y que lo primero es poder entender que Max como educador, no como persona, sí te debe mandar, y solamente dentro de la Institución. Pero que igual tampoco es mandar como tal. Es cumplir un protocolo. Mandar es una cosa. Cumplir con el protocolo como educador y no como Max, es otra. Que igualmente ahora que ha pasado esto y ella nota que necesita más psicofármacos podemos marcar con su doctora para una nueva valoración, hablando con quién realmente puede decidir si puede, o no, tomar más medicación. E igual que ella repite, yo también me veo repitiendo los protocolos y las normativas… y esa cadena que he apostado y que progresivamente veo que la va calmando.

“Sólo mi padre me manda”, me apunta algo de la función del padre y de ley que me ofrece hipótesis de trabajo para un futuro. Que me apunta a lo que vengo preguntándome sobre su estructura, tal como apunta Miller al inicio del texto incitándonos a “dibujar” unos “requisitos” al inicio de análisis: primero distinguir síntomas analíticos de los médicos. Ver si la persona puede acceder a la asociación libre, si está disponible, y que hagamos una hipótesis de su estructura. Aceptando errores en ello, pero algo del que sostenerse para poder también cumplir con la función de analista e iniciar el trabajo.

Por otro lado, pienso que, desde otro lugar diferente a la imposición diaria de la Institución, he podido ejercer hacia algo de función de ley que Encarnación ha podido asimilar, es una ley teñida de transferencia que ya se había establecido, y ello ha producido un efecto de calma en ella. Y la cuestión del padre puede establecer un futuro punto de trabajo, pero esto ya es otra cuestión... Y debemos saber esperar mucho, muchísimo como analistas…

La cuestión es que el efecto de distinción entre el sujeto y la función que ejerce, produce en ella un efecto calmante inmediato. Tomando a Lacan en lo que dice que un significante es lo que representa un sujeto para otro significante, podemos decir que ella puede operar rápidamente un cambio de representación entre educador y la persona que lo ejerce. Cambiando el efecto de la relación de representación entre esos significantes.

 

Función de educador – Persona Max

Leyes de la Generalitat – Mandar

Mandar – Protocolos de la residencia

 

Lacan en su libro “Mi enseñanza” nos habla en diversos momentos, del sujeto como efecto del significante. Primero está el significante y el sujeto es el efecto del significante. Anuncia que “el significante es lo que representa el sujeto para otro significante, no para otro sujeto” (p. 53). Expone que “el sujeto está fabricado por cierto número de articulaciones que se produjeron, y ha caído como un fruto maduro de la cadena significante. Ya cuando nace, cae de una cadena significante” (p. 62). Y la cita que más me responde a la viñeta: “El sujeto del que se trata no tiene nada que ver con lo que se llama lo subjetivo en sentido vago, en el sentido de lo que mezcla todo, ni tampoco con lo individual. El sujeto es lo que defino en sentido estricto como efecto del significante. Esto es un sujeto, antes de poder situarse, por ejemplo, en tal o cual de las personas que están aquí en estado individual, antes incluso de su existencia de vivientes” (p.103).

Retomando los acontecimientos del caso, después de estar un rato hablando en la habitación, Encarnación pide para bajar al sótano. Ese día no se estira, habla delante mío, ella en el sofá, yo en una silla delante suyo. Y me dice que pide más medicación porque se nota muy nerviosa. Y que a veces piensa en cortarse. Se ha operado un cambio, ya que ella puede volver a entrar en un discurso de enunciados, la queja y el mal estar inicial se han visto desplazados: del educador Max, nuevamente hacia ella y las preocupaciones que suele manifestar. Y para mi sorpresa, al final de la sesión pide hablar con el educador, él baja. Se disculpa y se abrazan. Yo me retiro para atender a otra usuaria que también baja siguiéndolo. Está muy nerviosa, baja las escaleras hablando fuerte y diciendo que Encarnación es muy protagonista, que ella es el centro y que llevo demasiado rato dándole atención. La situación tiene algo de cómico según cómo se mire, yo me lo tomo así en ese momento y, al ver que todo se ha reconducido los dejo a solas, Max, Encarnación y una segunda educadora que también está acompañando el proceso.

Más tarde, nos volvemos a encontrar y piden entrar en lo que ellos llaman en la residencia “abrazos colectivos”. Y nos abrazamos todos en círculo. Accedo. Son estas cosas que nunca se darían en un dispositivo clásico psicoanalítico. Pero en ese abrazo, pienso que ahí reside la flexibilidad del analista del nuevo tiempo sin tiempo, el psicoanalista de la institución de 2024. Porque todo esto ha pasado en relativamente poco tiempo, 3 meses de trabajo (aunque Encarnación me conoce hace años en sesiones de grupo de musicoterapia, individualmente nunca habíamos estado trabajando).

Cuando el abrazo colectivo se disuelve, y antes de despedirnos, Encarnación me pide volver a vernos la próxima semana. En ese punto me remito al texto de Rosa Antolín que señala que Miller apunta que un análisis se legitima cuando hay síntomas analizables, es decir, la causa es un enunciado reprimido, no rechazado “un enunciado que subsiste en el sujeto sin poder ser formulado por él”. Ese anunciado es el inconsciente. Lo reprimido para Freud y, aquello que se lee para Lacan”.[1]

En ese sentido, se ha producido algo de movimiento en la posición de Encarnación en relación a sus dichos, es decir, ha podido ubicar algo en relación a su queja y su demanda. En el capítulo 2 del texto de Miller “Introducción al método psicoanalítico”, señala que es necesario encontrar quién es el sujeto de la enunciación. Pasar de los hechos a los dichos. Concepto que ya apareció para Freud como “una sorpresa”. Y lo que al inicio parecía un estorbo, pasó a ser una condición primordial para el inicio del análisis.

Pero para Miller también hace falta un segundo paso: Localizar el deseo del sujeto, la enunciación, el sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación. Es decir, quién es el sujeto del enunciado y qué efectúa el enunciado. Y, por otro lado, quién enuncia la frase (p.39). Se trataría entonces de entender cuál es la posición del sujeto que enuncia aquello que está enunciando. “Lo dicho y la posición del dicho” (p.42). Miller usa el ejemplo de la negación en Freud con el sueño y la negación. Lo dicho sería “es mi madre”, y la enunciación sería “no es mi madre”. Freud ya distingue el modo de la negación cuando el sujeto neurótico al dicho pone una modulación de negación “no es mi madre”. Negación, por lo tanto, como “índice del inconsciente”. En ese sentido, Miller apunta la importancia que el psicoanalista pueda diferenciar el enunciado de la enunciación, el dicho del decir.

Para concluir, retomo también el texto de Rosa Antolín y el cambio en Lacan cuando deja de hablar de rectificación subjetiva pasando a nominar este proceso la histerización. Pensando esta cuestión con la viñeta, considero que han pasado ya varias semanas en lo que sería lo más parecido a las clásicas “entrevistas preliminares” con atención psicoeducativa y “abrazos colectivos” incluidos, no obstante, puedo apuntar un inicio de trabajo con ella, trazando una hipótesis de su estructura, aunque en este caso sin preocuparme mucho en cerrarme entre una neurosis o psicosis. Sabiendo que, en el anudamiento de la transferencia, juega un papel sumamente importante en el caso.

En la última sesión, verbaliza un listado de demandas, “son los temas que quiero tratar contigo”, dice. Sigue contestándose ella misma a algunas de las preguntas que lanza, y cuando llego al sótano, la veo estirada en el sofá esperándome. Ese día, todo lleno de ropas extendedores improvisados por las lluvias constantes de los últimos días… Igualmente, en ese rato a solas, ese sofá y esa sala multiuso, se han convertido en un dispositivo con diván…

 

 

Referencias:

 

Lacan, J. (2007). Mi enseñanza. In Mi enseñanza.

 

Miller, J. (2006). "Introducción al método psicoanalítico." Introducción al método psicoanalítico. 2006.

 

Miller, J. ¿Como empiezan los análisis? En:

https://enapol.com/xi/como-comienzan-los-analisis/

 

Picún, O. y Fernández, A. (2019). Modos de escucha en música y en psicoanálisis. Káñina [online]. vol. 43, n. 1.

 

 



[1] El caso también me remite a la dimensión lacaniana del lenguaje en retroacción y la frase de Lacan “No hay metalenguaje”.